Revista Psicología

El Trastorno Límite de Personalidad: Viviendo en una montaña rusa emocional...

Por Mundotlp @MundoTLP

El Trastorno Límite de Personalidad–Viviendo en una montaña rusa emocional..!!!!

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¿Conoces a alguien con un comportamiento peculiar, especialmente llamativo? ¿Alguien extrañamente infantil, dependiente, “bipolar”, hostil y “paranoico”? ¿Si? Podrías estar ante una persona que padece TLP (Trastorno Límite de Personalidad).
El trastorno de personalidad límite es uno de los grandes desafíos para el psicoterapeuta. Constituye un problema grave y complejo, cuyo origen nace frecuentemente, en los vínculos insanos o traumáticos del infante con sus cuidadores. 
Por otro lado, se relaciona con el cúmulo de vivencias dramáticas experimentadas en parte, en el seno familiar (maltratos físicos, psicológicos, abusos sexuales infantiles, abandonos, muertes, problemas de alcohol, drogas…)

¿Cómo puedes saber si tu familiar o conocido padece TLP? 
Bien, antes de pasar a este punto, recalcar que éste es un problema de la personalidad del individuo, que se comporta de manera desajustada y por igual, en sus relaciones sentimentales, sociales o en el trabajo. Además, adelantarte, que seguramente el afectado no reconocerá que tiene un problema, porque entiende que simplemente, esa es su forma de ser.

Distinguirás a una persona con TLP por los siguientes aspectos:
Tienen problemas para auto-regular sus emociones, viviendo en una montaña rusa emocional en la que en breves periodos de tiempo pueden pasar por ejemplo de la alegría a un llanto desconsolado sin una razón que lo justifique aparentemente. 
Estos cambios bruscos de humor resultan agotadores para la persona, pero también, son muy estresantes y confusos para su entorno. Además, el afectado de TLP, tiene serios problemas para controlar su impulsividad y su ira, totalmente desproporcionada.
Nada parece llenarles. El sentimiento de vacío siempre les acompaña. No saben quiénes son realmente ni cuáles son sus metas. Mientras, la gente vive una vida normal. Avanzan y parecen razonablemente felices. Las personas con TLP se preguntan qué es lo que falla en ellos; por qué su vida es un caos; por qué son tan diferentes al resto.
Desde su perspectiva, ven el mundo en blanco o negro. La gente es buena o mala; ángeles o demonios; amigos o enemigos. No hay cabida para el gris. 
Por lo que en esta valoración dicotómica tanto ellos mismos como los demás salen muy mal parados. Naturalmente, esta forma extrema de percibir el mundo se refleja en sus comportamientos desajustados y en sus relaciones, intensas pero inestables.
Por la anterior razón y por sus vivencias dramáticas, por su terror al abandono, el miedo al rechazo, su dependencia, sus reacciones desmesuradas, su comportamiento conflictivo… van sumando una larga lista de rechazos, decepciones, “traiciones” y abandonos. 
Esto no hace sino alimentar el sentimiento de escasa valía, de no pertenencia, de rareza y de fracaso.
Perdieron su inocencia demasiado pronto, en muchos casos, a manos de las personas que las debían de cuidar y proteger. Tantos dramas vividos y el sentimiento de profunda soledad e incomprensión que les acompaña, les lleva a estar emocionalmente agotados, exhaustos, llenos de amargura y de dolor.
 Paradójicamente, por otro lado, se sienten muy vulnerables, conscientes de sus reacciones infantiles y sin recursos, se ven como niños grandes. En el fondo de sus corazones, lo que anhelan verdaderamente, es sentirse amados y aceptados incondicionalmente.

Desde el dolor o el vacío y debido a su extrema impulsividad, acaban viéndose envueltos en situaciones de riesgo o perjudiciales: sexo sin control, drogas, juego, atracones de comida, compras compulsivas, a través de lo cual, intentan autorregular sus emociones.

Otras veces, lo hacen a través de las autolesiones, que llevan a cabo entre un 60-80% de los afectados. Aunque resulte chocante o poco entendible, es mucho menos doloroso el daño físico que el desgarro emocional que sienten. 
La autolesión desvía la atención de un sufrimiento que les resulta insoportable. Les alivia y calma. Y además, se autocastigan por ser las personas tan sumamente odiosas que creen ser.
Es muy frecuente que experimenten fuertes impulsos, ideas o tentativas de suicidios. 
Éstos, en un 10% de los casos, desgraciadamente se consuman. 
Suelen corresponder a personas menores de 30 años.

Por si no fuera suficiente todo lo anteriormente mencionado, el TLP suele ir acompañado de otra serie de problemas como ataques de pánico, obsesiones, trastornos alimentarios, adicciones, alteraciones de la imagen física que les puede llevar a verse deformes… Esto supone, más daño a sus vidas que se ven más deterioradas si cabe, encontrando una mayor dificultad para salir adelante.

Tratamientos eficaces para el trastorno límite de personalidad
Ayudar a estos pacientes “difíciles”, que abandonan el tratamiento, en el que vienen y van; en el que suelen crear al terapeuta situaciones delicadas o complicadas de gestionar, es en muchos casos un reto.

Afortunadamente, en la actualidad, hay tratamientos eficaces para el TLP como la Terapia Dialéctico-Comportamental (DBT) (centrada en la enseñanza de habilidades psicosociales y específica para el tratamiento del TLP) o un abordaje más amplio de la Terapia E.M.D.R. (una innovadora terapia neurocerebral que hace que se desensibilicen y reprocesen vivencias perturbadoras).

Mi consejo: ponerse en manos de un especialista con un cierto bagaje profesional, con experiencia en este trastorno o con problemas de trauma.


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