Revista Opinión

El Truco De La Rendicion

Publicado el 13 enero 2019 por Carlosgu82

El truco oculto de la rendición Tras un duro golpe, antes de que consigas que tu universo se reequilibre, es necesario que tu interior primero recobre ese equilibrio. Como sin duda habrás leído alguna vez, el cuerpo escucha con atención todos nuestros mensajes y actúa en consecuencia. De ahí la utilidad de parecer, pero solo parecer, que nos rendimos. Más o menos le estamos diciendo al universo: "¡A la m... con todo! ¡No aguanto más! Yo me bajo aquí." Y aquí viene lo bueno: -El cuerpo se relaja de forma instantánea cuando soltamos toda la carga (agobios, preocupaciones, tristezas...) que hemos venido arrastrando. -Llega un sentimiento espontáneo de paz interior, porque (supuestamente) nos desentendemos de lo que nos pueda pasar. Al soltar, somos felices. Si quieres lograr una sensación de felicidad y paz, practica asiduamente lo de rendirte. Haz como yo y dite a ti mismo: "Ahora, aquí, en este lugar y en este momento, me libero de todos mis miedos, angustias, malestares y ansiedad". A continuación procedo a sentirme libre de todo lo anterior. Ya solo estoy yo, sin ninguna obligación. La impresión es maravillosa. Tienes que probarlo. Se trata de SER FELIZ CON INDEPENDENCIA DE CUALES SEAN LAS CIRCUNS TANCIAS EXTERIORES, y de hallarte satisfecho o satisfecha con tu vida. Fantástico, dirás. Puede que funcione un minuto, o cinco minutos, pero ya me dirás tú cómo puedo ser feliz a largo plazo, si mi universo se ha hundido, mis recursos económicos están agotados o al límite, mi familia necesita mi ayuda y yo no puedo dársela, mi salud empieza a resquebrajarse, etcétera, etcétera, etcétera. Vale, vale. Pero en medio de tanto panorama negativo, todos los días sin excepción haces al menos una cosa que te gusta y que te alegra el corazón. Eso seguro. Normalmente más, pero al menos una. Puede que en el momento en que la hagas no la distingas de las otras cosas que llevas a cabo a regañadientes. Pero si te fijas un poco, la hallarás, como una perla en un lodazal. Ahí está, brillando. Y no me refiero a despatarrarte viendo la tele durante horas. Eso no te provoca alegría interior.

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