Revista Salud y Bienestar

El valor social de las vacunas

Por Pedsocial @Pedsocial

V0011069 Edward Jenner among patients in the SmallA estas alturas de la comedia de nuestras vidas no creo que haga falta glosar el valor sanitario, clínico, de las vacunas contra las enfermedades infecciosas actualmente disponibles. Y eso a pesar de los embates de las familias o incluso los científicos antivacunas.

Aunque el movimiento antivacunas haya reverdecido recientemente, no es algo nuevo. La imagen aquí al lado corresponde a una caricatura de principios del siglo XIX (The Cow Pock, James Gillray, 1802, Wellcome Library, London) donde se ve a los vacunados que les crecen vacas de brazos y piernas. Tuvieron que pasar casi 180 años desde el experimento de Jenner hasta la erradicación de la viruela (1979).

En estos días parece como si el último reducto antivacunas fuese el mismísmo Ministerio de Sanidad español que continúa procrastinando sobre la ampliación del calendario vacunal y la disponibilidad de la vacuna de la varicela, en contra de todas las propuestas de las sociedades científicas, los médicos y el público en general. Cuando, hace unos meses (La vacunación contra la varicela y los despropósitos institucionales), confiábamos que se trataría de un problema transitorio no tuvimos en cuenta la contumacia gubernamental.

Conviene recordar que la vacuna de la varicela está disponible comercialmente desde 1974 !!! Y que la Organización Mundial de la Salud publicó un “position paper” sobre el tema hace 18 años, en 1998 donde se especifica :

La probabilidad de que todos los niños contraerán la varicela,
combinado con una estructura socioeconómica que implica
altos costos indirectos para cada caso, hacen a la varicela relativamente
importante en los países industrializados con climas templados.
La vacunación infantil de rutina contra esta enfermedad
se estima que sea rentable en esas zonas.

La madre que me explicaba lo que le iba a representar que sus dos hijos en edad preescolar contrajeran la varicela este invierno, se refería a estos costes “indirectos”. Tener los niños en casa varios días y consecutivamente, obligada a faltar o perder el trabajo, con la que está cayendo, resulta inasumible. Hacer que algún privilegiado amigo que vaya este fin de semana a esquiar a Andorra y le traiga la vacuna, a 40 euros el chute, es una opción más que válida. Pero socialmente inaceptable.

Esa madre igual puede permitírselo, pero este país, no. Es demasiado caro. En dinero, en angustia, en desazón, en desesperanza. Al final en indignación, de la que vamos sobrados.

Las decisiones del ministerio de Sanidad de la recientemente encausada señora Mato por corrupta, mantenidas por su escasamente competente sucesor AA, se suman al desprecio por la gente que venimos sufriendo en aras a unos principios que ya no son ideológicos sino psicopáticos.

X. Allué (Editor)


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