Revista Cocina

El vino y los malditos Triglicéridos

Por Rumbovino @rumbovino
La cosa pasa por no hacer caso a lo que me dice mi vieja. Mi madre es de esas personas que desde hace mucho tiempo solo van al médico si se encuentran mal, porque es de la idea de que si vas a que te vea el “doctor” siempre te encuentra algo. Y aunque como profesional de la medicina que soy, animal pero medicina al fin, me opongo desde mis principios más fundamentales a esta idea troglodítica de mi madre, pero tengo que reconocer que tiene razón y nuevamente he caído en la cuenta de que la sabiduría no se obtiene estudiando sino con los años.
El asunto es que con mi bendita idea de ir al médico a hacerme una analítica de rutina, sintiéndome “espectacularmente bien” -eso es muy importante de aclarar- me descubren que tengo los triglicéridos altos. Uh! 199 me dice la médica… Vas a tener que empezar a hacer dieta y ejercicio. Remata la susodicha.
Desde que tengo uso de razón hago dieta y ejercicio. Fue mí respuesta.
Acto seguido me entrega una lista de dos carillas con un cuadro de triple columna donde dice lo que puedo y no puedo comer y beber. Abajo, en rojo, en letras grandes como para que las lea el más despistado de los mortales rezaba una frase tremenda “SE PROHIBE TODO TIPO DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS a los pacientes con disturbios de triglicéridos”.
La incomprendida clínica, ante mi cara desencajada reafirma la sentencia. Nada de vinito (ni quesito, aclara) durante 6 meses hasta la próxima analítica. 6 meses…!! 
El vino y los malditos Triglicéridos
Volví a casa derrotado. A la mierda todos mis proyectos del fin de semana. No es necesario aclarar que gran parte de mis planes que comienzan los viernes por la noche y finalizan el domingo, sean donde sea que se vayan a desarrollar, incluyen un par de botellas de vino. Casi siempre diferentes. Casi siempre catadas para el blog. Siempre acompañado de Noemí y siempre de buenos momentos. Es mi manera de entender y gozar del vino. No entiendo otra.
Aunque quien me lea no me entienda y hasta me trate de exagerado, es así. Llevo 20 días sin beber ni gota y mi vida es pura infelicidad. Los “findes” ya no son lo que eran y, lo que esperaba ansioso cada día de trabajo semanal se volvió en un tormento…
Está todo bien con comer pescadito azul a la plancha, solomillo de pavo cocido, pechuga de pollo al grill, brócoli cocido y demás comidas tan saludables y apetitosas como pueden resultar las galletitas de agua sin sal. A eso lo puedo soportar un tiempo. Hasta soy capaz de no probar ni un gramo de queso (mi gran debilidad culinaria). Pero lo que no podré aguantar por mucho más es no regar esas delicatesen con un tinto de la Ribeira Sacra, fresco, vivaz, sabroso; o con un Albariño pura salinidad de las Rías Baixas; o con la fuerza mineral y la manzana verde y golosa de un Godello de Valdeorras, o la sutileza de un tinto del Ribeiro o armonía de Monterrei. No señores, a eso sí que no lo puedo soportar.
Así que desde hoy me declaro en rebeldía. Porque disfrutar un buen vino, en su justa medida y los fines de semana, me hace feliz. Y el bienestar del alma, queridos amigos, sí que está demostrado que te hace vivir sano y fuerte muchos más años.
Así que no me vengan con historias, desde hoy al carajo los triglicéridos y bienvenida la felicidad de degustar un buen vino sin complejos cuando lo deseemos. En definitiva, si no venimos a disfrutar, a qué venimos a este mundo? Alguien me lo puede decir?
Estoy seguro que en mis próximos análisis, los malditos triglicéridos estarán en 150 o menos, que es donde tienen que estar. Según dicen los que saben.
Buena vida y buenos vinos.
Salutes, Rumbovino.
6 años difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo moderado y repsonsable

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