El vuelo de la mosca irrumpe en el aire de la sala de la unidad de cuidados intensivos de pediatría.
Mal augurio.
Mal pronóstico. Va a morir algún niño… Va a morir alguna niña… La muerte está al acecho… El signo de la mosca… Pocas veces falla…
Alerta… Extrema precaución…
Sobrevuela la mosca los niños y niñas postrados en las diferentes camas de la unidad cuando vemos entrar una segunda mosca… Ya son dos…
Una mosca en alguna ocasión puede posarse sobre algún rostro postrado… Cuando lo hacen dos sin que ningún gesto se defienda de su invasión… Mal presagio…
Se posa en las piernas de Domingas, la niña postrada en la cuarta cama. No tiene fuerza ni para realizar un leve movimiento que espante a la mosca.
Domingas… la niña de conjuntivas amarillas que a su llegada a urgencias realizaba movimiento rítmicos de brazos y piernas, estaba convulsionando, mirando sin mirar, con el cuerpo quemando.
Malaria, malaria cerebral; la enfermedad que azota y siembre muerte cuando cae la noche… Le picó el mosquito, de noche, probablemente cuando dormía sin poder disponer de una mosquitera para defenderse del ataque letal de estos mosquitos.
La mosca va examinando el cuerpo inerte de Domingas. De la pierna al brazo. Del brazo al pecho, del pecho al cuello, del cuello a los labios… Se pase por el labio superior de izquierda a derecha… Ningún movimiento la incomoda… Campa a sus anchas… No hay defensa…
Del labio superior a la pestaña superior… Camina por el filo de la pestaña. Domingas no pestañea… Se pasea la mosca por unas pestañas inmóviles…
Se va la vida…