Revista España

Elegancia e historia, la Calle de Felipe IV (Madrid)

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

calle felipe ivEmpezamos la semana surcando una calle que a pocos les llama la atención cuando otean el mapa de Madrid. De hecho a mí se me había pasado totalmente por alto hasta que un lector me recomendó su paseo. Cuando por fin me animé a recorrerla no tardé mucho en caer rendido a sus encantos. 

En cierta ocasión pregunté a mis seguidores de Twitter que me dijeran cuáles eran sus rincones preferidos de Madrid. Casi todas las respuestas las había oído antes o las conocía. Sin embargo, hubo una que no me esperaba y que me descolocó. La Calle de Felipe IV me formuló un chico. Apunté aquellas palabras en rojo y tan pronto como pude me acerqué a ver qué había de cierto en su afirmación. Ahora ya puedo decir que razón y argumentos no le faltaban.

La Calle de Felipe IV no suma más de trescientos metros de trazado, eso sí, con un dibujo un tanto peculiar. En su comienzo, en la Plaza de Canovas del Castillo, sólo encontramos edificios a mano izquierda ya que la otra acerca la ocupa el verde que bordea el Museo del Prado. No obstante, en su tramo final, su arquitectura lógica se ve rota por un elemento que parece caído del cielo, el Casón del Buen Retiro, una presencia inesperada que hace el camino se bifurque en dos antes de morir en la Calle de Alfonso XII, desde donde ya nos observa el Parque del Retiro.

Se nota que es una calle que tradicionalmente ha dado cobijo a las familias acomodadas. Bonitos y cuidados edificios de corte clásico dan a esta tranquila calle un aire elegante. Me gustó mucho su carácter tranquilo y pausado. No recuerdo comercios ni siquiera locales en sus bajos. Es una calle diferente, que alberga instituciones y viviendas y en donde, supongo, su silencio tendrá un alto precio.

Una de las virtudes de esta vía es la riqueza de elementos importantes de los que goza. Al ya mencionado Casón del Buen Retiro, del Siglo XVII, hay que añadirle, en el número 4 la sede de la Real Academia de la Lengua. A estos edificios les acompañan dos vecinos únicos. Por un lado el Monumento a la Reina María Cristina, una escultura de bronce en honor a la cuarta esposa de Fernando VII, que alzada sobre un enorme pedestal irrumpe con fuerza en la escena dominándola en silencio. Otra estatua, más discreta, que encontraremos en esta misma calle es el Monumento a Francisco de Goya que representa al magnífico pintor aragonés y que fue realizada por Mariano Benlliure.

En esta primorosa calle os recomiendo hacer un recorrido desde su parte más alta, empezando desde el Casón del Buen Retiro. Desde ahí podréis ver como por encima del monumento a la reina regente asoman las torres de Los Jerónimos. Una maravillosa visión con la que abrazar el ocaso del día. Después, en calma y sin ruidos encaminaremos nuestros pasos hasta llegar a los territorios de Neptuno. Allí, el tráfico y el tumulto nos devolverán a la realidad. No sin antes recordar cuánta razón tenían las palabras de aquel acertado lector.


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