Revista Comunicación

ELITE III: La panda de "genares"

Publicado el 06 mayo 2020 por Dro @Drolope
ELITE III: La panda de
No logro conciliar el sueño, me asaltan las pesadillas como guerreros celtas ocultos tras los misteriosos bosques britanos. Soy presa de una onírica nebulosa más virulenta que las tormentas de Júpiter. ¿Cuál es el motivo de mi desdichado estado? ¿A qué se debe mi noche oscura del alma? ¿Quién apaciguará la tempestad en la que me hallo sumergido? No hay respuestas para los enigmas del subconsciente, o, ¿quizá sí? Tras estudiarme de memoria 'La interpretación de los sueños' por Sigmund Freud, el misterio se desvanece como el huidizo humo de un puro dominicano. Benditos sean los pseudo-psicólogos de pacotilla. El origen del trauma que me desasosiega no es otro que el desacertado y temerario visionado de la tercera temporada de ÉLITE, esa vil producción audiovisual rebosante de genarismo (solo un murciano entenderá tal término).
Si la primera y segunda entregas de este feto malformado me provocaron dermatitis en el cuero cabelludo, la tercera temporada es la responsable de la lepra espiritual que padezco. El espectador ha de lidiar con un microcosmos que se rige por la irracionalidad más patética. Las Encinas no es un mero colegio privado al uso, sino que se trata de un vomitivo antro que solo es posible comprender en clave medievo-feudal.
En la cúspide de la pirámide están los mentecatos niños acaudalados (Carla, Lucrecia, “bi-Polo”, Guzmán y la difunta Marina), mientras que en la base son condenados a existir, lúgubremente, los becados (Nadia, Cayetana o Samuel (el eterno cara-estreñido)); monstruos callejeros que gracias a su mérito intelectual han logrado un hueco en la meca de la degeneración moral posmoderna. En tierra de nadie, nos topamos con los nuevos ricos (la narcobarbie) o con el bipolar-homófobo hijo de la directora de este mundo paralelo (Ander), así como como los apéndices (Omar y Fernando). 
Adinerados, becados, circunstanciales y apéndices forman un cóctel perfecto donde la coctelera es la díscola de Marina y su infausto óbito. “Bi-Polo” le arrebató la vida a la insustancial Marina, mas fue un percance. El criminal niñato, por temor a ser enjaulado, miente como un bellaco y el hermano de Samuel (actor murciano) se ve salpicado por el ventilador de mierda. ¿Por qué le salpica la caca? No olviden jamás que el “malote-gamberro” de Fernando se magrea con Marina, incluso copulan como pecadores de la pradera. Tales actos de infinita lascivia lo sitúan como principal sospechoso del asesinato de la loca del coño de Marina. Empero muerto el perro, se acabó la rabia. Ni la alevosa de Cayetana ni el incestuoso de Valerio pueden conseguir salvar al helado (Polo) de sus demonios, a pesar de consolarlo con la proterva práctica del poliamor. Cuando uno besa al diablo, este te devuelve el morreo de la muerte.
En definitiva, una serie donde el sexo, las drogas, el pecado y la degeneración moral que deriva de este son el factor común a todos los personajes. ¡Si hasta Nadia se quita su pañuelo y folla como una descosida con Saruman, discúlpenme, Guzmán!
CONTINUARÁ…
Jesús Kuicast (@jesuskuicastofficial)

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