Revista Diario

Empezando a dialogar con Bebé para dormir mejor

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

Speaking_to_a_toddler

Que a Bebé no le gusta dormir, lo tengo claro.

Y que cada vez entiende más y razona más, también.

Hay un momento en torno a los dos años y medio en que se produce un gran salto madurativo, al menos nosotros a nuestros hijos se lo hemos notado muchísimo. Es como si de un día para otro conectaran muchas más neuronas de lo habitual y de pronto entendieran mejor las cosas, razonaran más y se pudiera empezar a dialogar para llegar a acuerdos.

Bebé, dentro de su carácter fuerte y decidido, siempre ha sido un niño muy razonable. Incluso a veces, sorprendentemente razonable. Pero evidentemente por maduro que pueda ser un niño, hay cosas que no se le pueden pedir hasta que no alcanzan un cierto grado de entendimiento, que es el punto en el que creo que estamos ahora.

Tras observarle durante unas semanas sus razonamientos, sus propias conclusiones y su capacidad de empatía, he empezado a dialogar con él sobre dos situaciones que me gustaría mejorar: una, la que hoy quiero comentar, que reduzca los despertares nocturnos y, la otra, que pida menos veces tetita durante el día.

Hasta el momento cuando Bebé se despertaba yo volaba a su habitación y le enchufaba la teta sin intercambiar palabra con él. Bebé, al igual que su hermano, habla por los codos y temía que si le decía cualquier cosa se espabilara por completo y lo que podría ser una intervención de 10 minutos nos acabara llevando a jugar al salón.

Desde hace unas pocas semanas estoy probando otra estrategia. Durante el día le he planteado cómo me siento: que yo necesito dormir más horas seguidas, que no me puedo pasar la noche yendo y viniendo, que paso muchísimo sueño. Que nosotros estamos siempre con él, que estamos todos juntitos, que si se despierta puede seguir durmiendo tranquilamente, que no hay nada que temer. Que podemos dejar la tetita para por la mañana, que la tetita siempre está ahí y no se va a ir a ninguna parte.

Cuando me llama por la noche, voy, le abrazo, al final le doy la tetita pero siempre le explico primero que tengo mucho sueño, que al llamarme me ha despertado y que yo estaba muy a gustito durmiendo, que si se despierta no hace falta que llame, que puede darse la vuelta y durmiendo tranquilito, que estamos aquí cerquita de él.

¿Está funcionando? El concepto lo tiene interiorizado, otra cosa es que pueda aplicarlo, que lógicamente cuesta y no es algo que se pueda cambiar de un día para otro. Por las noches antes de dormir solemos hacer un repaso del día y él hace su personal repaso de las cosas que hay que mejorar y entre ellas siempre incluye: hay que dormir maaaaássss, no hay que despertar a mamaaaaaá.

Hay algo que hacía que ha dejado de hacer y de forma totalmente consciente tras habérselo pedido, que para mi es un cambio muy importante. Cuando se despertaba me llamaba con un mamá desesperado y desgarrador que a mi me hacía dar un bote de los de subirse a la lámpara. A continuación se ponía a llorar y a mi me ponía mala. Literalmente, que me arrancaran del sueño con semejante grito de angustia a mi me producía tal susto que muchos días se me cogían los nervios al estómago y me dolía muchísimo, incluso me daban ganas de devolver.

Desde que empecé a comentarle cómo me sentía, no ha vuelto a gritar nunca para llamarme y de hecho la mayoría de las noches viene sigilosamente a nuestra habitación, me acaricia la carita y me susurra “mami, que me he despertado, ves que no he gritado” .

La diferencia entre despertarse de una u otra forma es tan radical y es taaaaaan tierno que me lo diga así que hay noches que se me saltan hasta las lágrimas.

Poco a poco veo que va madurando, que ha entendido lo que yo necesito y simplemente necesitamos encajarlo con lo que necesita él. Anoche, por ejemplo, la última vez que fui a su cama tardaba en dormirse. Me incorporé un poco y le dije: “cariño, me muero de sueño, cierra ya los ojitos”. Y me contestó: “mamá, vete a tu camita a dormir, venga”. Esto hace tan sólo unos pocos días era impensable. Poder dejarle despierto en su habitación, que me viera marcharme y él fuera capaz de volver a dormirse solito, es un progreso enorme.

Estoy contenta. Aunque se siga despertando lo mismo y tenga que interrumpir mi sueño las mismas veces, el entendimiento al que estamos llegando me emociona. Es de esas veces en que la crianza te devuelve con creces lo que has invertido. Me apetecía compartirlo

:-)

Foto | Essential Baby


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