En 2012…

Fuente: huaralnoticias.com.pe

Los peruanos queman tradicionalmente, en la noche del 31 de diciembre, un muñeco en medio de la calle que han hecho con ropas viejas y al que ponen el nombre del algún político u otro indeseable cualquiera y que dicen que se lleva, con las llamas, todos los malos momentos del año que termina. Es una vez más el fuego purificador, y este año he decidido apuntarme a la costumbre y quemar unas cuantas cositas, aunque sea simbólicamente.

Con mi monigote ardieron anoche todos esos que nos prometen hasta meter pero luego de lo prometido ni la sombra.

Las llamas consumieron los malos rollos, el pesimismo y a todos los que lo practican y nos chupan la energía positiva de la que algunos intentamos hacer acopio al levantarnos.

Al infierno fueron las tijeras, esas que parece que están buscando (porque las que tienen no son suficientes) para recortarnos hasta el alma, no vaya a ser que valga algo y puedan contarla para que no suba el déficit.

Al fuego fueron los putos amos, esos que manejan, ya no los mercados, que también, sino los que creen que las personas les pertenecen, los que saben que a muchos no les queda otra que venderse por un plato de lentejas, los que se frotan las manos porque a río revuelto ganancia de ellos siempre (¡coño!, pero si va a resultar que en esta categoría entraban más de los que pensaba…).

Hechos cenizas se quedaron los que se quejan sin motivos, y esos son legión, porque realmente hay muchos que tienen motivo para quejarse y, sin embargo no abren la boca, sino que tratan de superar sus escollos.

Creo, en definitiva, que voy a empezar 2012 ligerita de equipaje, y eso es lo único que puedo desearles a todos, además de salud, porque con cargas las cosas siempre empiezan mal. ¡Feliz Año!