Revista Psicología

En continua conversación interior y conversión

Por Rms @roxymusic8

¿Qué nos preocupa hasta dejarnos sin fuerzas? ¿Cómo saber si esas preocupaciones son buenas o nos llevan a la desesperación? ¿Por qué nos preocupamos y no dejamos que la vida pase sin más, sin pararnos a pensar? ¿De verdad es bueno preocuparse por lo que pueda depararnos la vida, las personas, los estudios, el trabajo, ... la vocación? ¿Ah, es ésto lo que realmente nos preocupa? ¿No sabemos cuál es nuestro sitio, nuestra misión, nuestro cometido en esta vida? ¿Pero, queremos saberlo? ¿Hacemos algo por salir del mundanal ruido para escuchar sin interferencias? ¿Es cierto que nos mueve algo en nuestro interior, que hemos reconocido una voz y que nos hemos encogido de hombros? ¿Nos quedamos sobrecogidos por un momento pero enseguida seguimos con lo nuestro sin darle mayor importancia? ¿Aún seguimos pensando que es bueno no preocuparse? ¿No será que eso que nos preocupa dice mucho de nuestra vida, de quién somos, de qué hacemos aquí, de qué necesitamos cambiar, elegir..., y nos dé miedo?

¿Escuchamos a otros? ¿No nos da la impresión de que podemos hablar y dirigir a otros sin ninguna dificultad y compromiso, pero en cuanto son ellos los que nos hablan y dirigen hay algo que nos escuece por dentro porque nos obliga a comprometernos? ¿Otra voluntad, dices? ¿La conocemos? ¿Es la que encontramos en nuestros padres, amigos, jefes, profesores, directores espirituales, hermanos, libros, canciones, señales e incluso en Dios? ¿Pero que todavía no nos habíamos percatado? ¿Y cómo queríais si no dejamos de empeñarnos por dirigir nuestras vidas, de contestar y elegir al segundo sin dejar tiempo a la reflexión, al compartirlo con otros y pedir consejo y opinión? ¿Sabemos lo que es el silencio y para qué está? ¿Todavía no lo conocemos o le hemos dejar acampar en nuestro interior a sus anchas? ¿No hemos guardado nunca un minuto de silencio? ¿Pero uno de verdad? ¿Nos da miedo, verdad? ¿A quién no? ¿Será que tememos que ese silencio nos hable claro? ¿Ah, que ya sabemos lo que nos va a decir? ¿Veis, entonces a qué estamos jugando?

¿Nos gusta demasiado discutir las cosas, sentirnos con el poder, el conocimiento de cómo deben ser las cosas? ¿Es que siempre vamos a tener la razón, salirnos con la nuestra y no dejar que otros tengan algo que decir en nuestra vida? ¿Quizás no hemos sabido cómo hacerlo? ¿Quizás no nos han dicho cómo? ¿Quizás no hemos bajado las barreras de la zona privada? ¿O quizás es que no queremos aceptar que somos unos paquetes? ¿Ah, no sabías que no éramos perfectos? ¿Debería decir bienvenidos al mundo? ¿Qué pasa cuando dejamos de mirarnos en los demás y en Dios? ¿Qué pasa cuando todo gira en torno a un yo? ¿Qué pierde la vida? ¿Qué pierden los demás? ¿Qué pierde Dios? ¿Y qué sabemos nosotros? ¿No nos hemos percatado de que la vida pierde un tono de color, de que los demás pierden una nueva interpelación y de que Dios pierde a un hijo suyo? ¿Queremos sentirnos amos y señores, importantes en nuestra vida pero no queremos vernos necesarios en la vida de los demás? ¿Qué nos importan los demás, qué nos importa Dios? ¿Y siempre estamos discutiendo sobre qué lugar ocuparemos en el Cielo... y nunca miramos qué lugar queda por ocupar aquí en la tierra? ¿Nuestro sitio, dices?

¿Sólo hay dos caminos? ¿Tenemos que elegir entre dos actitudes? ¿No hay más opciones? ¿Por qué se reduce todo a moverse en la vida con egoísmo o vivir contando con la necesidad de los demás para poder crecer? ¿Qué tienen ellos que no tengamos? ¿Qué pueden aportarnos? ¿Será que no queremos vernos débiles, incapaces muchas veces, incompletos? ¿Será que quizás nos ciegue el aparente poder del dinero, la fama, la autorrealización, las pasiones, el carpe diem? ¿Qué es ese egoísmo? ¿Pero no nos hemos visto? ¿No recordamos las veces en las que dejamos de lado a los demás, no les hicimos caso, no les tendimos una mano? ¿No nos vienen a la mente todos aquellos momentos en los que nos hemos movido por nuestro propio criterio, con nuestras ansias de crecer independientemente de lo que pasara a nuestro alrededor? ¿Hemos borrado de nuestra historia los capítulos que mostraban unos amigos que buscaban nuestra mirada; unos familiares que buscaban nuestra sonrisa; un Dios que buscaba nuestro amor?

¿Qué sabemos del abandono? ¿Lo hemos vivido hasta el extremo? ¿No lo conocemos? ¿Y si cambiamos de palabra? ¿Qué tal rendirse a...? ¿Por qué debemos rendirnos a alguien, a algo, a otros, a Dios? ¿Por qué no rendirnos a nosotros mismos? ¿Pero nos hemos visto desde los inicios de la vida cómo nos hemos ido dando golpes aquí y allá, dando tumbos de un sitio a otro? ¿De verdad pensamos que no es bueno el rendirse? ¿Eso no habla de derrota, de fracaso, de pérdida de fuerza? ¿Pero por qué seguimos poniendo resistencia? ¿Qué tal si agachamos la cabeza y nos arrodillamos? ¿Cómo nos verá el resto, qué pensarán de nosotros? ¿Y qué más da eso ahora, no sabemos que a todos nos llegará la hora de rendirnos? ¿A qué esperamos? ¿Que necesitamos? ¿Leer historias, testimonios, conversiones para mover ficha? ¿Escuchar canciones, ver películas? ¿Hemos abierto la puerta del alma? ¿Hemos dejado a la vista nuestro corazón rasgado? ¿Nos hemos visto necesitados de rendirnos? ¿Y ver nuestras miserias, nuestros pecados, nuestras malas elecciones, nuestras desconfianzas, nuestro orgullo? ¿Pero no hemos dicho que somos unos paquetes, que no somos perfectos? ¿Por qué entonces esa preocupación de mostrarnos tal cual somos: limpios y sucios a la vez?

¿Alguna vez hemos recibido un abrazo sincero, una caricia suave, unas palabras de aliento? ¿Cómo hemos llamado a eso? ¿Cómo hemos reaccionado? ¿No palpitaba nuestro corazón alegre y en paz? ¿No pensamos que quizás fuera posible rendirse a los demás, que pudiéramos recibir sin la obligación personal de devolver aquello? ¿Alguna vez hemos visto el rostro de la Misericordia? ¿Dónde? ¿Misericordia? ¿Existe eso? ¿Qué es? ¿Recuerdas ese abrazo, esa caricia, esas palabras? ¿No hemos pensado que aquéllo era un reflejo de la Misericordia? ¿Cómo saberlo? ¿Conocemos a las personas que están cercanas? ¿Conocemos a Dios que está a nuestro lado? ¿De verdad seguimos resistiéndonos? ¿Todavía no hemos descubierto que la respuesta está en rendirse?


Volver a la Portada de Logo Paperblog