Revista Libros

En defensa del libro de Jorge Javier Vázquez

Publicado el 17 diciembre 2012 por Rusta @RustaDevoradora
En defensa del libro de Jorge Javier Vázquez Quiero romper una lanza por el libro de Jorge Javier Vázquez, que se ha convertido en un best-seller desde el momento de su publicación. Todos conocemos la trayectoria del autor como presentador de programas del corazón, lo que le hace cosechar numerosas burlas y un gran desprecio, no solo hacia él mismo, sino hacia a las personas que han comprado su libro. No tengo ningún interés en leer La vida iba en serio por la sencilla razón de que mis lecturas van por otros derroteros, pero el propósito de esta entrada no es defender la obra en sí, sino exponer mi rechazo hacia los comentarios despectivos que se le dedican por el simple hecho de haberse publicado (porque quienes la critican no la leen, claro).
El primer error que cometen las personas que atacan La vida iba en serio o cualquier novela escrita por un personaje popular es el hecho de no ser conscientes de que este libro no se dirige a ellas. Por suerte o por desgracia, el mercado editorial es muy amplio: hay obras de los grandes literatos, joyas olvidadas, literatura comercial, y también propuestas para gente que no suele leer. Quienes compran lo que escribe Jorge Javier son, sobre todo, gente que lo ha seguido en televisión, se lo ha pasado bien con su programa y siente curiosidad por saber qué cuenta de su vida en estas páginas. No buscan calidad literaria, ni siquiera una historia entretenida; lo que les interesa es su autor.
Aun así, muchos lectores asiduos lo critican duramente porque, según ellos, el hecho de que un libro como este venda tanto es "una muestra del analfabetismo y el borreguismo de este país", por citar una de tantas lindezas que se han dicho. Dejando a un lado lo mucho que me horroriza que se utilice la palabra "analfabeto" tan a la ligera y como un insulto, me parece que en general hace falta una buena dosis de autocrítica. Jorge Javier no se convertirá en el nuevo Premio Nobel, de acuerdo (tampoco lo pretende), pero ¿acaso los misterios tipo Dan Brown, los vampiros románticos a lo Crepúsculo o la moda erótica de Cincuenta sombras de Grey aportan realmente algún tipo de enriquecimiento al lector?
Dicho de forma más simple: novelas sin calidad literaria hay muchísimas. Aunque he citado las más conocidas porque son las más fáciles de identificar, quiero poner énfasis en el hecho de que entre las propuestas menos populares también hay malos libros que no deberían haber visto la luz jamás, pero que por el simple hecho de estar escritas por personas que no conocemos parece que se merecen un mayor respeto. Yo no estoy de acuerdo con esta concepción: el libro de Jorge Javier -incluso aunque esté bien dentro de lo que se propone hacer, cosa que no dudo- se ve venir; lo que deberían hacer los lectores asiduos es centrar sus críticas en las novelas que en principio sugieren otra cosa y luego resultan ser de un nivel lamentable. Se trata de una cuestión de relaciones: el libro de Jorge Javier para sus seguidores; otro tipo de obras para los lectores habituales.
Insisto: en las librerías hay mucha mala literatura más allá de las publicaciones de autores famosos. La gente está muy equivocada cuando piensa que por el simple hecho de leer se está culturizando; no, eso depende de qué se lea, y a menudo los que más desprecian casos como el que he comentado son quienes se nutren de literatura comercial facilona y tópica. Quien tenga una preocupación real por el tipo de libros que se publican debería centrarse en analizar la brutal cantidad de literatura de entretenimiento que llega al mercado, no en poner el grito en el cielo por casos puntuales de famosos que, sí, publican gracias a su nombre y no por la excelencia de su escritura, pero no se dirigen a nosotros, los lectores versados, sino a un público muy diferente.
Incluso hay gente con pretensiones de escribir que toma como lema el "Si han publicado a este personajillo, por narices me tienen que publicar a mí también" o el "¿Cómo no voy a escribir mejor que ese tipo?". No, esta no es la actitud. De entrada, porque quien quiera ser escritor debería inspirarse en los buenos autores (¿o acaso solo se aspira a superar a los más malos?), y en segundo lugar porque eso de que los personajes famosos escriben mal es un prejuicio enorme. De todos modos, incluso en el supuesto de que lo hicieran fatal, hay que entender que juegan en otra división, la del público que compra su libro por razones no literarias. No es justo ni acertado valorarlos con el mismo rasero que a los demás.
Además, desde el punto de vista económico, libros como La vida iba en serio son una bendición para la editorial que los publica porque sanean las cuentas. En este punto es muy común referirse al afán del editor por enriquecerse aunque sea a costa de publicar malos libros. Nada más lejos de la realidad: aparte de que esta profesión dista mucho de ser para hacerse rico, si este tipo de obras ven la luz es porque habrá gente que las comprará, el público las demanda; estoy segura de que a más de un editor le duele tener ciertos títulos en su catálogo. El problema es que resulta más fácil hablar de lo malas que son las editoriales que hacer autocrítica y reconocer que el interés de uno mismo no es precisamente la alta literatura. En cualquier caso, los ingresos generados por las buenas ventas permiten que se pueda publicar a autores que quizá no venden tanto pero son valiosos desde el punto de vista literario. Al final, gracias a Jorge Javier y otros autores de best-sellers se puede llegar a hacer algo provechoso por la literatura.
Por último, no quiero que este artículo se malinterprete: a mí también me encantaría que todos leyésemos buenos libros, que existiera una mayor formación cultural y que España se conociera más por Cervantes que por los toros; todo esto me gustaría porque las humanidades me apasionan y creo que nos aportan un aprendizaje muy positivo. Pero la realidad dista mucho de ser así, y creo que no sirve de nada despreciar por sistema a autores y lectores de obras como La vida iba en serio. Por delante de cualquier opinión debe ir el respeto hacia quienes no la comparten -en este caso, los que leen un libro porque su autor les cae bien, no para culturizarse-, puesto que cada uno es libre de elegir qué quiere hacer con su tiempo; no existe ninguna obligación de dedicarse a adquirir conocimientos y no se es ni mejor ni peor por no hacerlo. Todo es cuestión de una elección personal.

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