Revista Cultura y Ocio

'En el café de la juventud perdida', de Patrick Modiano

Publicado el 08 diciembre 2014 por Carm9n @Carmenyamigos

En el café de la juventud perdida, mi primera lectura del reciente Premio Nobel de Literatura, Patrick Modiano, es un libro peculiar, no tan solo por su planteamiento sino también por su casi inexistente trama. La estructura a cuatro voces ofrece al lector una visión poliédrica de la joven Louki y su historia. Pero no es Louki la única protagonista; el otro gran protagonista es el París de los años 60, de la bohemia, de los cafés y las tertulias, de los jóvenes a la búsqueda de un asidero, de un 'punto fijo' al que agarrarse para no ser uno más en esa corriente anónima que pasa sin dejar huella y sin encontrar un sentido a ese fluir. Un París a media luz, con sombras. Muchas sombras.
Y es que esa juventud perdida del título tiene una doble interpretación, que la lectura subraya. Por un lado, esa juventud perdida hace referencia a la evocada como un pasado irrecuperable. Pero, del mismo modo, esa juventud perdida lo es en cuanto que, en su propio presente, se halla desubicada y no acaba de encontrarse. Así, esa búsqueda de la identidad, de un punto de referencia, se convierte en elemento esencial en esta historia y es, al parecer, tema recurrente en la obra de Modiano.
"De las dos entradas del café, siempre prefería la más estrecha, la que llamaban la puerta de la sombra. Escogía la misma mesa, al fondo del local, que era pequeño. Al principio, no hablaba con nadie; luego ya conocía a los parroquianos de Le Condè, la mayoría de los cuales tenía nuestra edad, entre los diecinueve y los veinticino años, diría yo. En ocasiones se sentaba en las mesas de ellos, pero, las más de las veces, seguía siendo adicta a su sitio, al fondo del todo."
Con este comienzo, conocemos a Louki, aunque este no sea su verdadero nombre, en el Café Condè a donde va refugiándose de no se sabe bien qué. Esta voz narrativa inicial junto con las demás- tres masculinas y la de la propia Louki- nos irán acercando, cada una desde una perspectiva distinta, a esta figura enigmática cuyos misterios iremos poco a poco desvelando.
En la búsqueda de identidad que realiza ahora el lector, la de Louki, paralela a la que de sí mismos hacen los propios personajes, la historia va perdiendo el tono melancólico, casi nostálgico, del inicio para tornarse amarga. Quizá en la evolución hacia esa amargura que va tiñendo la historia, el lector pueda tener la sensación de que algo le falta, que algún eslabón se ha perdido. Puede que Modiano se haya alejado demasiado del Café Condè, que inadvertidamente se haya perdido ese vínculo, ese punto de referencia, y que el lector acabe por perderse, al igual que los personajes, por las sombrías calles de París.
"(...) si toda aquella época sigue aún viva en mi recuerdo se debe a las preguntas que quedaron sin respuesta."
Pero acaso sea por esto mismo, porque no hay respuesta, o tal vez porque hay demasiadas, por lo que, una vez concluido el libro, el Café Condè y Louki siguen por largo tiempo en la memoria del lector.
En el café de la juventud perdida es un libro bello, exquisito, desde un punto de vista estilístico. La prosa de Modiana es cadenciosa, musical, lenta y envolvente y en ella la soledad existencial de los personajes, ese gran vacío, la pesada carga de sus vidas, su deambular, van marcando el ritmo. Y, aunque puede que en algún momento decaiga un tanto el interés por la trama en sí, el lector sigue hipnóticamente la lectura hasta el inevitable final.
"Hay una calle, algo más arriba, donde me gustaría volver en alguna ocasión. (...) Allá arriba, la calle acababa en pleno cielo, como si condujese al borde de un precipicio. Caminaba con esa sensación de liviandad que, a veces, sentimos en sueños. Ya no le tenemos miedo a nada, todos los peligros son irrisorios. Si las cosas se ponen feas de verdad, basta con despertarse. Somos invencibles. Caminaba impaciente por llegar al final, allá donde no había más que el azul del cielo y el vacío. ¡Qué dicha flotar en el aire y saber por fin cómo era esa sensación de ingravidez que llevaba toda la vida buscando! Me acuerdo con una claridad tan grande de aquella mañana, y de aquella calle y del cielo, al final de todo..."
Seguiremos conociendo a Modiano...
(Gracias a Rustis y Mustis por los interesantes retos que están organizando en su blog y que están siendo el empujón que necesitaba para decidirme a conocer a, por ejemplo, Philip Roth hace nada y ahora a Patrick Modiano. Gracias también a Club 1001 lectores por proponer para noviembre la lectura de esta novela de Modiano.Y, por último, deciros que siento no poder incluir ninguna imagen en la entrada. Sigo con problemas en el ordenador y la tablet, quien sabe por qué, no me permite subir fotos al blog.)

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