Revista África

En el Congo, con líderes de las zonas afectadas por el LRA

Por En Clave De África

(JCR)
“Cuando los rebeldes del LRA atacaron mi aldea no tuve fuerzas ni de salir corriendo. Desde entonces he perdido la energía que yo tenía antes”. Así se expresó Ignace, uno de .los líderes locales con los que he convivido durante los últimos tres días en Aru (República Democrática del Congo). Ignace llegó de Faradje, una localidad donde el día de Navidad de 2008 el LRA realizó una masacre de 800 personas. Al año siguiente, por las mismas fechas, los crueles hombres del tristemente famoso Joseph Kony masacraron 400 personas en otros pueblos próximos a esta zona de la Provincia Oriental del Noreste congoleño.

Desde hace varios meses la atención internacional sobre este país africano se centra en la rebelión del M23 en la provincia del Kivu Norte, pero hay otros conflictos que asolan al país más grande de África y que no tienen la misma atención mediática. Uno de ellos es el provocado por el Ejército de Resistencia del Señor. El LRA sembró la muerte y la destrucción en Uganda durante dos décadas. A finales de 2005 empezó a instalarse en el parque nacional de la Garamba, en el NE del Congo, que fue su cuartel general durante casi tres años. Cuando fracasaron las negociaciones de paz entre el gobierno ugandés y el LRA que se llevaron a cabo en Juba (Sudán del Sur), el ejército ugandés obtuvo permiso del gobierno congoleño para atacar al LRA en sus bases en la Garamba, en diciembre de 2008. Pocas semanas después los rebeldes ugandeses masacraron cerca de 800 personas el día de Navidad en las localidades de Faradje y Doroma, y un año después cometieron nuevas matanzas en otras zonas próximas.

Desde entonces, en las zonas de la Provincia Oriental de la R D Congo afectadas por el LRA hay unas 400.000 personas desplazadas internas, y hay que añadir otras 10.000 que viven como refugiadas en la vecina República Centroafricana, donde también opera el LRA desde el año 2008. En la diócesis congoleña de Dungu su comisión Justicia Y Paz realiza un encomiable trabajo de apoyo a las víctimas del LRA, documentar los abusos de derechos humanos y mantener a flote la moral de la población muy castigada por esta violencia ciega.

Según los líderes con los que he tratado durante estos días, uno de los problemas que hacen que el problema siga adelante es la poca atención que el gobierno congoleño presta al problema del LRA. A menudo las autoridades niegan incluso que este grupo esté presente en el país y dicen que los incidentes de seguridad atribuidos a los hombres de Joseph Kony son obra de delincuentes comunes que se hacen pasar por rebeldes ugandeses. El ejército ugandés persiguió al LRA en las selvas del Noreste del Congo de 2009 a 2011. En noviembre de ese año, ante la proximidad de las elecciones, el presidente Kabila exigió a los militares de Uganda que se retiraran del país y desde entonces no ha vuelto a llamarles. Ellos eran los que llevaban el peso de la lucha contra el LRA.

En octubre del año pasado comenzó oficialmente la misión de la Unión Africana para combatir al LRA en los tres países donde han sembrado el terror durante los últimos años: Sur Sudán, República Centroafricana y R D Congo. Cada uno de estos países tenía que aportar un número determinado de soldados hasta llegar a 5.000. Pero los únicos que hasta el momento han aportado tropas son Uganda y Sur Sudán. Centroáfrica apenas contribuyó con unos pocos cientos, y la mayor parte de ellos han sido retirados de las zonas del Este del país donde opera el LRA para hacer frente a la rebelión de los rebeldes de Seleka. Por su parte, la R D Congo no ha aportado tropas. Y lo peor de todo es que un batallón que había sido entrenado por asesores militares norteamericanos para combatir al LRA fue llamado urgentemente para hacer frente a los rebeldes del M23. Los soldados de la MONUSCO, sobre todo el contingente guatemalteco, a veces realizan incursiones en los bosques para intentar enfrentarse a los grupos del LRA que viven allí, pero sus acciones son muy limitadas. Los líderes locales se quejan de que el problema del LRA continuará mientras su propio gobierno y la comunidad internacional no se tomen en serio la amenaza que siguen padeciendo desde hace ya algo más de siete años.


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