Por una memoria histórica del futuro.
Tal vez no las próximas generaciones, pero sí las siguientes, cuando el "diluvio" haya pasado y el recuerdo borrado, comprado, idealizado. Como hoy se alaba a los conquistadores. Porque no: no nos culparán, no nos odiarán. Incluso un nuevo clasicismo nacerá. El futuro, como el pasado, como el presente, es sinónimo de impunidad. ¿Hace falta decirlo? ¡Cuéntense, pues, todas las lágrimas! Si "ya no hay locos", que al menos haya contables.