Revista Solidaridad

En la Cárcel

Por Enriquerichard

 

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Hoy nos han informado que Mohamed está en la cárcel.

Hace unos días unos mossos d’esquadra pidieron a un grupo de magrebíes que se identificasen. Lo hicieron con lo que tenían: algunos, enseñaron el pasaporte, otros, el carnet de identidad de Marruecos, de Argelia…, otros, la tarjeta de sanidad caducada, hubo, incluso, quienes presentaron un carnet identificativo de haber estado en la cárcel, otros,… ¿quién sabe?. Ninguno de los papeles mostrados les reconocía como “legales”, pues apenas nadie del grupo tenía el permiso de residencia. Pero a Mohamed se lo llevaron: estaba en busca y captura. Tenía pendiente una condena por algo que hizo algunos años atrás, le dijeron.

Hoy sus amigos nos lo comunicaban y Amir, musulmán, comentaba:

—Dios así lo ha querido para su bien. Ahora a Mohamed lo curarán de sus heridas en los pies que no tiene dedos —se los cortaron por falta de circulación— y lo mirarán para saber qué le pasa que vomita y depone sangre. Le darán las medicinas que necesite y, cuando salga, saldrá bien.

Mientras Amir hablaba, yo pensaba: ¡qué desolador es que haya personas para quienes la cárcel sea un buen lugar donde vivir! Y es que para estas personas, en la situación de Amir, en la cárcel, —cuentan los que han estado— se goza de unos derechos básicos que, luego, cuando vuelven a ser “libres”, dejan de tenerlos.

Ciertamente esta sociedad no se lo ponemos fácil a quienes están en la calle y sobretodo a quienes no tienen papeles. Pero es que además observas como que la sordidez de la vida en que se ven envueltos los paraliza. Y adviertes que, cuando están en la calle, se les hace muy difícil actuar y les cuesta luchar por recuperar esos mínimos beneficios que en la cárcel disfrutaban.

No; no es sencilla la relación y encontrar razones para levantarse…Todo un reto.

 


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