Revista Cultura y Ocio

En la cubierta del Potemkin

Por Calvodemora
Fernando Oliva, hombre renacentista
Las noches invitan a veces a un desmayo.
Usted, déjeme este tratamiento protocolario,
Que es profesor en humanidades, no lo ignora.
Sabrá que el tiempo es memoria
Y una sensación enorme de turgencia
En las palabras. Que la vida a golpes
Se escora a la muerte sin remedio.
Usted y yo veremos un día sin aviso,
En la cubierta del Potemkin,
El ojo con grúa de Eisenstein, el gran Ojo
Limpio de un dios en su alta atalaya.
Hablaremos probablemente entonces
De la impertinencia de ciertos olvidos
O sobre Bakunin, vaya usted a saber,
O esa elegante costumbre suya de calentar
Cognac en copas como peceras
Y regalar con fotografías con el alma dentro,
Negativos mismos del corazón transido.

Toda esta turbación preciosa del sentimiento

Produce
Aéreos palacios de gozo, palabras sentidas
Al borde mismo del poema.
Ubrique, invierno 1993Poemas que encuentra uno 25 años después de haber sido escrito. Ganas me han dado de cambiar un par de versos. O cinco. No suelo releer, por fortuna, lo que escribo. Va como se alumbró, regresa como fue sentido. Aquel año fue bueno, Fernando. Quedan recuerdos que perdurarán con absoluta limpieza. No los han zarandeado los años, como a veces con los recuerdos suelen.

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