Revista Opinión

En la muerte de Emilio Botín

Publicado el 18 septiembre 2014 por Romanas
En la muerte de Emilio Botín INMANENCIA. Se dice de una actividad que es inmanente a un agente cuando «permanece* dentro del agente en el sentido de que tiene en el agente su propio fin. El ser inmanente se contrapone, pues, al ser trascendente —o «transitivo*— y, en general, la inmanencia se contrapone a la trascendencia .... En el artfculo Acto nos hemos referido ya a dos tipos de actividades de que habla Aristóeles en Metafísica: las actividades en que la acción pasa del agente al objeto (como «cortar*, «separar*, etc.) y las actividades en que la acción revierte sobre el agente y se completa en si (como «pensar»). Puede llamarse a estas últimas propiamente «actividades*, a diferencia de las primeras, que son «movimientos». Muchos escolásticos han tornado pie en esta idea aristotélica para distinguir entre una actio immanens (o permanens) y una actio transiens. Asi, por ejemplo, Santo Tomas en Summa theologica., I, q. XIV (et al. loc.). Este sentido de 'inmanente' e Inmanencia' fue adoptado por Spinoza, Wolff y otros autores, aunque no siempre dentro de los limites establecidos por Aristóteles y los escolásticos. En todo caso, el concepto de inmanencia desempeña en Spinoza un papel capital por cuanto Dios es definido en su sistema del modo siguiente: «Deus est omnium reerum causa inmanens, non ver tansiens”.De aquí a la afirmación de Shubert-Solden: “lo que existe soy yo y yo soy todo lo que existe” hay una distancia casi infinita. (Diccionario de Filosofía, José Ferrater Mora, Alianza Editorial, Madrid, 1988, págs. 1.704 y 1.705). He escrito ya muchas páginas, quizá demasiadas, sobre el poder porque es un tema que me apasiona. En aquel ensayo que, ahora,  ya sabemos que nunca acabaré, traté de demostrar que el hombre, todo hombre, incluso ése que nos parece tan insignificante,  no es sino una especie de flecha, un vector, disparado hacia el infinito de sus propias posibilidades, cuanto más un tipo como este de Emilio Botín. Él no era el más preparado de todos, no hay más que analizar su aspecto, rudo, tan rudo como ese tractorista que apenas si ha acabado de bajarse de la máquina, pero tan voluntarioso, con tantas ganas de vencer que no dudó un minuto en echarle mano al, éste, sí, más preparado de todos los banqueros del mundo, tanto que estuvo a punto de ir a l a cárcel y que indisscutiblemente hubiera ido sino hubiera sido por él, por Botín. El mundo como voluntad y representación. El era un hijo más en una larga familia de folladores. Y era también plenamente consciente de no haber sido tampoco el más agraciado en el reparto de inteligencia. Pero tenía la suficiente, siemprela tuvo, para saber dónde coño estaba ésta y en saber que a ésta siempre se la puede comprar. Y no dejó nunca de hacerlo. La perversión de las palabras. Poder y democracia. Mi maestro dice, alguna vez había de equivocarse, que hay también poderes buenos. La intrínseca naturaleza del mal, el ser desfalleciente de Aquino , el homo homini lupus de Hobbes y la jodida mierda seca pinchada en un palo de Palazon, todos ellos superados por el poeta me llamo barro aunque miguel me llame. El caso es que en todas aquella tribus, familias, primitivas, el macho alfa imponía simplemente su pura fuerza bruta hasta que los demás impusieron la ley del numero. Fue, sin duda, la primera democracia que no es políticamente otra cosa que el triunfo de los numeros, la ley de la mayoría pero en seguida, los machos alfa echaron mano de los números también para ellos. Y, desde entonces, viene sucediéndose ese turno de las mayorías en el poder a lo que se reduce la jodida Historia, que tan bien plasmó ya  para siempre Aristóteles cuando expuso su doctrina/teoría de de la sucesión de las formas de gobierno a través de la Historia. De modo que un pedazo de bruto como Botín, la cara es el espejo del alma, pudo hacerse, iba a escribir limpliamente pero no lo hago, porque no fue así, con el jodido poder en esta parte del oeste del sacro imperio washingtoniano. Él se hizo con la plaza de gran hechicero porque un día su padre, que no tenía ese terrible aspecto sino todo lo contrario le contó el gran secreto de la tribu: en este asqueroso mundo, todo se puede comprar, de modo que el quid de la cuestión es tener siempre dinero para hacerlo, como sea, porque el procedimiento es lo que menos importa. Y, por ahí, entraron en la pequeña historia de la Banca, Alfredo Saenz, el auténtico mago, el único que realmente sabía porque en este asqueroso mundo de las finanzas y el dinero suceden siempre las cosas, de modo que Botín, lo compró para siempre con una tentación que seguramente superó a la famosa tentación diabólica: todo eso que ves ante ti te pertenecerá si te pones de rodillas ante mi y me adoras y Alfredo Saenz se arrodilló tanto que acabó siendo condenado a unos pocos días o meses de cárcel cuando tantos merecía porque el jodido Botín no se cansaba de pedir cada día más y no siempre fue todo tan fácil como lo de hacerse con Banesto al que precisamente ahora acaban de destruir del todo. Y el Amusátegui del Hispano que abandonó la pelea llevándose, eso, sí, tantos millones que yo ahora no me atrevo a escribir la cifra, pero al tandém Sanz-Botín, le daba todo igual porque el dinero es como levadura de la masa con la que se hace el pan se multiplica solo y exponencialmente. De modo que cuando aquella masa comenzó a crecer, el proceso se hizo imparable y así como a otros que ponen un circoy le crecen los enanos, al Botín en cuestión, le crecía todo aquello en el que él, como un cristo cualquiera, pusiera la mano. El caso fue o es que pronto no hubo un solo lugar de España en donde no estuviera la mano del de Santander. Y por uno de esos caprichos de esta gente al gran fascista liberal capitalista no se le ocurrió otra idea que elegir como su color el rojo. Rojas eran siempre sus corbatas y rojos también eran sus tirantes, quien sabe, a lo peor era una especie de provocación. El caso es que por estos lares el rojo dejó de ser el color de la rebelión, del ansia de justicia y paso a ser el de la busqueda a todo trance de la esclavitud y de la injusticia. Injusticia, coño, la palabra clave. Si Saenz le decía “Emilio, es que para eso, que te propongo y que nos haría los mejores,  necesitamos no sé cuántos millones”, “coño, Alfredo, no me digas sólo cuál es el problema dime también cuál es la solución, joder, no te hagas el intereseante conmigo”. Y fue así como surgió aquel genial invento de las primas únicas que fue efectivamente el principio de todo. FINANZAS JUNTO CON OTROS TRES DIRECTIVOS La Audiencia Nacional juzgará a Emilio Botín por el caso de las cesiones de crédito El presidente del Grupo Santander, Emilio Botín, deberá sentarse en el banquillo por un segundo caso, el de las cesiones de crédito. La Audiencia Nacional ha decidido juzgar a Botín y a otros tres ex directivos, así como a 28 compradores de las también llamadas "primas únicas", que el banco comenzó a comercializar en los años ochenta y que fueron declarados como un producto financiero fiscalmente opaco a Hacienda. Este asunto se suma al de las jubilaciones millonarias del que fuera copresidente de la entidad, José María Amusátegui y el ex vicepresidente Ángel Corcóstegui, en el que se le acusa de administración desleal y sobre el que Teresa Palacios impuso el pasado 26 de abril en el auto de apertura de juicio oral. Responsabilidad conjunta de 84,9 millones Así lo ha comunicado la juez Teresa Palacios en un auto, contra el que no cabe recurso y en el que acuerda la apertura de juicio oral contra Botín, el ex consejero Rodrigo Echenique, así como a los directivos José Ignacio Uclés y Ricardo Alonso Clavel, a los que reclama una responsabilidad conjunta de 84,9 millones de euros. La juez les acusa de un delito continuado de falsedad en documento oficial, tres delitos continuados de falsedad en documento mercantil y otros 30 contra la Hacienda Pública. El caso terminará en juicio pese a que el Ministerio Fiscal y el abogado del Estado han solicitado su sobreseimiento en innumerables ocasiones. Mientras, la juez Palacios, por el contrario, deniega la apertura de juicio oral respecto a Joaquín Varón Teres, Jesús María Güell, Martín Coll, Juan Enseñat, Mariano Martín Valencia y José Antonio Menéndez Suárez. El origen del conflicto En concreto este caso empezó a finales de los años 80, cuando medio centenar de entidades se lanzaron a la comercialización de productos fiscalmente opacos a Hacienda, como fueron las cesiones de crédito, y también las llamadas "primas únicas". En 1990 Hacienda inició una intensa campaña inspectora, para detectar las operaciones defraudatorias, ante la constancia de que estos productos ocultaban dinero negro. El Santander no fue la única entidad a la que se abrieron inspecciones, entre ellas La Caixa y Bankinter, pero sí la única en la que prosperó la investigación, al decidir en solitario no recurrir el requerimiento que le hizo la Hacienda Pública. Elevado fraude El 28 de junio de 2002 la juez Teresa Palacios concluyó la investigación de las cesiones de crédito y apuntó un elevado fraude para la Hacienda Pública entre los años 1987 y 1991. Según su investigación, las cesiones de crédito fueron un producto financiero puesto en marcha por el banco para captar fondos fiscalmente opacos, garantizando este extremo a los clientes, que se evitaban así el pago de las retenciones de Hacienda. En su resolución, Teresa Palacios afirmaba que existen indicios de la actuación presuntamente delictiva de la entidad en la comisión de 138 delitos fiscales con las cesiones de crédito, en relación con las personas que suscribieron estos productos. Se la conoce como "doctrina Botín" porque fueron los abogados del banquero los que ganaron dicho recurso cuando a su defendido sólo le acusaba la acusación popular. En 2007 el Tribunal Supremo dictaminó que el presidente del Banco Santander no podía ser acusado por una única acusación popular cuando ésta no era perjudicada directa. Se trataba del caso de las cesiones de crédito en el que estaban acusados Emilio Botín, otros tres ejecutivos del banco y 21 clientes. Botin recordó a tiempo el consejo de su padre, aquel cuyo aspecto físico se hallaba enlas antípodas del de su propio hijo: no hay nada, hijo mío, que no se pueda comprar con dinero, haz lo que sea para tener siempre el dinero suficiente para ello, desde entonces ningún juez ha dejado de tener una ayuda indemostrable del hombre de los tirantes rojos". Pero si los jueces no lo pudieron alcanzar nunca, su propia inmanencia ha acabado con él: todo lo que ha sufrido con tanto trabajo, esfuerzo y riesgo ha concluido haciendo estallar su loco corazón.

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