Revista Cultura y Ocio

En órbita – @PabloBenigni1

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Acto I: No soy Rust Cohle.
Hace tiempo que descubrí que el amor no mueve el mundo, que lo hace el dinero, pero nunca lo viví en mis carnes, como hasta ahora, el dinero es la obsesión de todos, ¿Cómo no serlo? Todo cuesta dinero, todo en esta vida lo cuesta, los que no tienen quieren dinero y los que tienen quieren más dinero, todo se mueve alrededor del dinero, yo traicioné una promesa que me hice por dinero.
Si, el dinero lo mueve todo amigos, el dinero que hace se investigue como llegar a Marte antes de curar el hambre en el mundo, el dinero invertido en guerras que nunca verá la gente que pasa hambre o frío, ese dinero, pero no, este es un relato metafísico, no tengo a Woody Harrelson al lado, esto no es True Detective y desde luego, yo no soy Rust Cohle. Esta es una historia sobre la peor paja de mi vida.
Acto II: La decisión.
Yo siempre quise tener hijos, mi madre dice que cuando tenía doce años ya decía que a los veintisiete quería tener mi primer hijo o hija, siempre he pensado que tengo un instinto protector dentro, y siempre me negué a masturbarme y donar semen, no porque piense que esté mal, lo contrario, simplemente era muy egoísta, y quería que el soldado que ganará la batalla una vez salido de mi uretra, fuera mi hijo o hija y protegerlo tanto que me odiara. Pero estaba sin dinero, cero, literalmente cero, algo de comida en la nevera, sí, pero no sé cuánto iba a durar, y no quería volver a casa de mis padres mendigando más dinero y comida como el hijo vago cabronazo que soy, por lo que decidí remangarme y si, hacerme una paja que me diera dinero.
Acto III: La llamada.
En su momento pensé que sería lo más difícil, lo demás era ir allí, y hacer lo que hago una vez al día, dos si me aburro, tres si me aburro mucho, ¡Dejad de juzgarme! Precisamente eso es lo que pensaba que sería lo más duro, como me juzgaría la persona que me cogiera el teléfono, pensando, míralo, otro mono que quiere ganar pasta masturbándose, y yo todo nervioso al otro lado del teléfono, como si tuviera que ir a un callejón oscuro a traficar con algo ilegal.
-Y bueno, entonces yo voy allí…
-Y le hacemos una pequeña entrevista, y luego le damos cita, tiene que estar tres días sin eyaculaciones
¡Tres días! Voy a salir de esa sala al minuto…
Acto IV: El viaje.
Iba hacía allí tranquilo, lo más difícil había pasado, una entrevista donde solo me preguntó sobre mí familia, hecho, tres días con las manos atadas, hecho, tanto el primer día que fui como ahora, iba hacía allí con miedo de que alguien me viera, se me da peor mentir de lo que me creo.
-Ey hola ¿A dónde vas?
-A donar semen. ¿Y tú?
-Pues iba a comprar leche condensada…
-Vaya por Dios…
Y por eso iba hacía el sitio en concreto por los callejones como si huyera de los paparazzi, el primer día había dos chavales esperando como yo, la cara llena de acné aún, acabarían de cumplir dieciocho, pero ahí estaban, uno de ellos le explicaba al otro como iba, no era la primera vez, le faltaba saludarse con el personal como si fuera otro día en la oficina, supongo que así se pagan los botellones los niños de hoy en día, no está mal.
Acto: V: La masturbación.
Bueno, esto es lo más fácil, después de tres días evitando excitarme, sin prácticamente ver nada, sin hablar con nadie, y evitando a las madres escotadas que van a comprar a la tienda al lado de mi casa, ya todo era coser y correrse, y luego cuando tuviera el dinero, cantar, una chica guapa me acompaña a la sala, traspasamos una puerta, luego otra, se ve que la gente se emociona y se puede oír, lo más curioso, es que yo oía a las chicas, porque en ese jodido sitio todo eran chicas, chicas que me daba miedo encontrarme alguna vez en un bar cotilleando con sus amigas mientras me señala, “Mira, ese vino a mi consulta a pelársela, no duró nada por cierto” y todas ríen.
Ahí estaba yo, en una habitación con baño, la chica me enseñó la tele con miles de películas porno, me señaló las revistas y me dijo que abriera el bote antes del clímax, porque hay gente que se emociona y lo echa fuera, otra norma, nada, nada puede caer fuera, o los tres días de abstinencia ni la paja valdrían de nada, bueno, nunca vale de nada, eh.
Puse porno, nunca me ha ido para tocarme, soy más de potenciar la imaginación o desempolvar recuerdos, si chicas, recuerdos, (Risa malvada).
Pero me notaba frío, había una silla envuelta en papel, y yo ahí de pie con los pantalones quitados, porque por los tobillos ya me parecía demasiado cutre que añadir a la situación ya de por sí cutre. Y puse algo de porno duro, pero el porno me hace gracia, es un problema, pero ver las caras de follar de desconocidos follando me hace gracia, y la sala era fría y no había manera, yo frotaba y frotaba la lámpara, pero el genio no salía, estaba a punto de salir humo, yo empezando a sudar y ponerme nervioso, venga cabrón, piensa en las mayores perversiones de todas, las que te gusta hacer, las que te gustaría hacer, a quien te gustaría hacérselas, venga cabrón, pero no, ninguna imagen se quedaba estable en mi cabeza, todo se difuminaba, mi espíritu se iba y me miraba desde arriba y me señalaba y reía, el muy cabrón.
Había pasado media hora, la película porno seguía en marcha y escuchaba a las trabajadoras de la consulta ahí, “Oh pobre estará nervioso, o es impotente, quien sabe” me senté y me intenté relajarme, no meterme presión, venga tío, una vez te masturbarte en un autobús, si, iba vació, pero lo hiciste, cerdo, no me digas que ahora no puedes con esto, has follado en mitad de un parque en Dublín, en jardines de vecinos, en la playa con gente cerca, en balcones de hoteles, en las escaleras de un edificio, se te ha puesto dura en los baños de un bar y en el salón de tus ex suegros, ¿Y aquí no?
Vale, tendré que hacerlo, hay algo que no falla, no quería recurrir a esto porque es demasiado doloroso, pero la verdad es que cuanto más cursi me pongo, más dura se me pone, tendré que pensar en mi mexicana, en cómo me decía te quiero después de correrse y se daba la vuelta, tan mona ella, en sus largas piernas y en cómo me miraba, nadie me ha mirado como ella, nadie me ha valorado como ella, si, así funcionó, ahí estaba, preciosa, imperiosa, majestuosa, mi erección, y entonces sí que no duré ni un minuto pensando en ella, pero luego vino lo que me temía, el desazón de no tenerla a mi lado. Dejé el bote y me fui esperando la llamada que dijera que mis pequeños valían, ya no me importaba que alguien me viera salir de allí ni lo que pensaran las trabajadoras de ese lugar, ya solo quería darme la vuelta y dormir.
Acto VI: En órbita.
No miento si digo que después del mal rato que pasé en aquella habitación me masturbe tres veces más ese día, lo sé, me estáis juzgando alto, no habrá retweet a mi historia, pero tenía que contarla, porque para eso pasan las cosas traumáticas, y esa sala lo fue para mí.
Ahora solo tenía que esperar una semana después la llamada, y esperar a que me dieran el dinero, como sobreviví hasta entonces es algo que ni Iker Jiménez podría averiguar, pero lo hice.
Suena el móvil, venga joder, enséñame la pasta.
-Verá, sus espermatozoides no son lo suficientemente numerosos y además… Digamos que usted tendría problemas para tener hijos, no digo que sea imposible, pero digamos que para que me entiendas, van un poco dando vueltas en vez de en la dirección correcta, como si fueran en órbita.
Maldita sea, que bajón, no sé qué me afecta, si lo de que sea difícil que tenga hijos o lo del dinero, puto dinero, todo esto no hubiera pasado si hubiera tenido dinero, yo seguiría viviendo en mi ignorancia, y no hubiera pasado un rato tan malo, el dinero es la peste negra de nuestra era, arrasa con todo.

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