Revista Cultura y Ocio

En órbita – @tearsinrain_

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Incluso así, a oscuras, muerto, es bonito. Desde aquí, envuelto su esfera en un círculo de luz, parece un enorme anillo en llamas, esperando a la fiera que saltando pasará en medio sin chamuscarse y oirá luego los aplausos de un público entusiasmado. A su alrededor, millones de estrellas albergan quizá billones de planetas como este, con sus maravillas y sus mierdas, como este.

Los efectos del Cristal empiezan a desvanecerse. Pronto todo será real de nuevo y no tengo ganas de ello. Pero no me queda suficiente droga para morir con ella. Lo he intentado, pero lo único que he logrado es pillar un globo épico y perder el conocimiento para recuperarlo después, aún sin buscarlo, perdido estaba mejor. Es lo malo de esta droga permitida para viajes largos: que no mata ni queriendo. Y he vuelto a ver lo que una vez fue un planeta lleno de vida, y he pensado: no puede ser real, es demasiado estúpido, ni el peor guionista sería capaz de escribir algo así. Pero no, y joder.


“Despierta, ¿lo estás viendo? Tienes que ver esto, tío, tienes que verlo.”

Y abrí los ojos y vi como la Tierra era una preciosa canica azul con dibujos pintados en marrón y verde y salpicado de pinceladas blancas aquí y allí, nubes moviéndose despacio. Nada de especial, salvo el hecho de que yo estaba a 360 kilómetros de ahí, cumpliendo mí sueño infantil de ser astronauta. Iba a responder a la última voz que oí preguntándole porqué molestaba mi letargia de yonqui cuando lo vi. Sobre Europa y Asia aparecían pequeños destellos, como flashes de una cámara muy lejana. Al principio parecían muy pocos, pero a medida que mi visión se iba aclarando, vi que eran muchos. Flashes como en un campo de futbol en el momento en que la estrella chuta esa falta decisiva, decenas, cientos, miles. Entonces la Tierra se volvió oscura y el marrón y verde fueron substituidos por manchas plomizas que se escampaban lentamente pero, en realidad, a una velocidad de vértigo. ¿Qué coño? Pensé. No tuve tiempo de responderme, la ISS, a la que veía claramente y lo más cercano a humanidad que tenía, empezó a perder altitud, pareciendo un objeto que cae a cámara lenta en dirección al planeta. Intenté comunicarme con ellos y no lo logré. Intenté establecer conexión con el puesto de mando y no respondió nadie.


Hace días que perdí la esperanza. Tardé, porque tenemos esa jodida cosa llamada instinto de supervivencia que nos hace mantener ilusiones de qué algo pasará y nos salvaremos, que nos hace aferrarnos a un clavo ardiendo antes que caer. Llevo seis días vagando errático alrededor de un planeta que ha perdido frente al cáncer que le invadía desde que apareció durante el Mioceno. No había más misiones tripuladas que la nuestra, la de la ISS, que acabó ardiendo en la atmosfera mientras yo miraba su lenta caída. La nube de polvo y radiación que ha vuelto la Tierra una enorme y fea canica sombría me hace pensar que no ha quedado nada ni nadie vivo. Debe de hacer un frío de cojones allí abajo, casi tanto como fuera de esta pequeña sonda que me mantiene vivo, flotando alrededor del planeta muerto.

“This is Ground Control to Major Tom

You’ve really made the grade

And the papers want to know whose shirts you wear

Now it’s time to leave the capsule if you dare”.

De pequeño escuchaba a David Bowie cantar eso y me emocionaba. Y puse esta canción para seducir a Sara el día que vino a cenar. Y la tengo aquí, en este archivo de memoria inmenso junto a millones de canciones, cientos de miles de libros, decenas de miles de películas y series… todo un paraíso si no fuera porque no tengo donde volver. Y el paraíso ahora me parece algo triste y sórdido. Les contaba a mis padres que sería el primer hombre en encontrar vida extraterrestre o en hallar un exoplaneta habitable. Y el sueño infantil se convirtió en juvenil, creció conmigo y con mis granos de acné y mis pelos en los sobacos y en los huevos. Amigos míos pasaron a querer ser médicos o arquitectos o actores… Yo continué con mi idea. Astronauta. Nada me parecía tan fascinante como viajar a las estrellas. Si tuviera una nave potente lo intentaría, pero estoy en una puta sonda en la que apenas puedo estirar las piernas. Ni siquiera tengo un robot simpático con el que hablar, no hay una madre como en el Nostromo, no hay un Hal9000 o un TARS. Ni siquiera un jodido R2D2 que silbe. Yo y mis pensamientos. Y se me ha acabado la droga. Creo que a pesar de tener alimentos por algunos días, no me queda más remedio.

“This is Major Tom to Ground Control

I’m stepping through the door

And I’m floating in the most peculiar way

And the stars look very different today.”

La sonda está dotada con un traje espacial para salir a hacer reparaciones o por si el acoplamiento de regreso al ISS salía mal. No hubo acoplamiento. Mi trabajo era sencillo: subir a la sonda, alejarme del ISS hasta que la señal de radio fallase y volver. Pero la señal falló antes, la humanidad decidió suicidarse sin mí. Una vez con el traje calzado, se me niegan los ojos de lágrimas. Me acuerdo de algunos paisajes preciosos, del sonido de un río, del danzar de los árboles con el viento, de algunas canciones, de algunos pasajes y versos. Me acuerdo de Sara, sonriendo, de los amigos, de mis padres y mi hermano pequeño… qué hijos de puta dejar que todo termine así.

For here am I sitting in my tin can

Far above the world

Planet Earth is blue

And there’s nothing I can do.

No me molesto en hacer caso a las señales, simplemente desactivo los controles automáticos y abro la escotilla. Un ligero empujón y salgo de la sonda. Floto alejándome lentamente de mi lata. La humanidad decidió suicidarse sin mí, pero voy a imitarles, el peor destino es no tener destino. David Bowie se equivocaba, si bien es cierto que no hay nada que pueda hacer, el Planeta Tierra no es azul, es gris.

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