Revista Cultura y Ocio

¿En qué cree Tyler Durden? (I)

Publicado el 05 enero 2015 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Vamos a acabar con la civilización para hacer del mundo algo mejor, dice Tyler Durden. La cabeza del proyecto Mayhem; o proyecto Caos, o proyecto Estragos. Depende dónde y cuándo lo hayas oído.

Rechazo los puntales básicos de la civilización, especialmente las posesiones materiales. Lo que posees acabará poseyéndote. No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones. ¿Te suena?

¿Quién es Tyler Durden?

Tyler Durden es el álter ego de Tyler Durden en El club de la lucha; y Chuck Palahniuk (autor) y David Fincher (director) crean, a través de la insatisfacción vital, un personaje que rompe los cánones del hombre moderno. Donde Brad Pitt cae, y resurge con una filosofía totalmente antagónica a la del personaje que interpreta Edward Norton.

Tyler Durden (Bradd Pitt, El club de la lucha, 1999) en la bañera.

¿Pero qué se está forjando en la mente de Tyler a lo largo de la obra? La película, fiel reflejo de la novela, nos ofrece citas y diálogos  suficientes para hacernos una idea de las principales ideas que movilizan al personaje; las cuales, a menudo, se han definido por la negación de conceptos (anticonsumista, anticapitalista, etcétera), pero bien pueden entenderse como teorías propias. Por ello, primero, os recomiendo el siguiente artículo: La filosofía de Tyler Durden: del nihilismo al anarcoprimitivismo (del cual he cogido varias frases para ejemplificar la entrada) y, a continuación, empezamos a diseccionar a ese a quien todo el mundo conoce…

Tyler Durden y el nihilismo

Nihil novum sub sole.

Proverbio latino

Tyler es, ante todo, nihilista. Cree en la idea que defendían los cínicos griegos (Diógenes de Sinope) y la corriente de pensamiento ruso de mediados del siglo XIX (posterior a la Guerra de Crimea) a la que podemos acercarnos a través de filósofos y, sobre todo, escritores que surgen dentro del imperio a partir de 1860. Pero sobre todo cree en la idea que expone Nietzsche en La Gaya ciencia y en Así hablo Zaratustra sobre la muerte de Dios.

Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?

Su solución ante este mundo sin objetivos, más allá de aquellos que nosotros mismos nos imponemos, es paralela a la que ofrece el pensador alemán: convertirnos en Superhombre; sin embargo, mientras Nietzsche veía en la destrucción de los valores existentes su camino de tres pasos entre el hombre y el Superhombre; Tyler Durden ve una destrucción moral necesaria y previa a la destrucción social.

La autodestrucción es la respuesta que necesitamos.

Si bien algunas personas suelen leer aquí la destrucción del individuo como un fin en sí mismo, lo más lógico sería ver esa autodestrucción como un nuevo proceso de creación, muy relacionadas con ciertas corrientes orientales del pensamiento de las que bebieron pensadores como Schopenhauer, y más tarde, Friedrich Nietzsche.

Escena de El club de la lucha (David Fincher, 1999)

El personaje de Tyler Durden ve en cualquier tipo de enseñanza las mismas creencias que Zaratustra descubre que son falsas a finales del siglo XIX, pero que han hecho funcionar a la humanidad durante miles de años. Esas creencias sustentaban el concepto de familia, la vida diaria, el trabajo, el mundo…

Tus padres fueron modelos de Dios, y si nos abandonaron… ¿qué puedes pensar sobre Dios? Escúchame bien, sobre todo tienes que tener en cuenta el no caerle bien a Dios; él nunca quiso tenerte, con toda probabilidad él te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte. No le necesitamos, que se jodan la maldición y la redención. Somos hijos no deseados de Dios. Así sea.

De un modo u otro, se aglutinan aquí creencias que beben de la tradición, de los padres, y que nos dicen que existe un Cielo y un Infierno, el bien y el mal y, por encima de todo, que somos especiales. Durante décadas se nos ha dicho que somos únicos; por el contrario, Tyler tiene una respuesta diferente; una respuesta que sabemos que es más acorde con lo real:

Prestad atención muchachos, no sois especiales, no sois un copo de nieve único y hermoso, sois de la misma materia orgánica en descomposición que todo lo demás. Todos formamos parte del mismo montón de estiércol.

Al igual que la conversión hacia el Superhombre, el camino se mueve en tres pasos: primero, aceptar que estábamos equivocados (camello); segundo, olvidar los conceptos adquiridos (león). Tercero, adquirir los nuevos conceptos que te definirán a partir de ahora (niño).

Tienes que olvidarlo todo: ese es tu problema. Olvídate de todo lo que crees saber de la vida.

La última fase, descrita como la experiencia vital del niño, era para Nietzsche la perfecta: vivir como si no hubiera mañana, saberse igual de poco que el resto, disfrutar aprendiendo, no estresarse, no pasar la vida haciendo cosas que no queremos hacer y, por encima, de todo, aceptar que moriremos.

Yo digo: evolucionemos, no intentemos cambiar el futuro.


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