La medicina tradicional china gira en torno al concepto de energía. Según sus preceptos, su mala circulación desequilibra la armonía del cuerpo y para sanar hay que recuperar su flujo habitual. Para lograrlo se usan diversos recursos terapéuticos, como la acupuntura.
La enfermedad es consecuencia de los desequilibrios de la energía de una persona, conocida como ‘chi’. Todos los conocimientos médicos tradicionales de la China se centran en restablecerla y para ello recurren a cinco disciplinas concretas: fitoterapia, acupuntura, terapias manuales, dietética y gimnasia energética. Cada médico se especializa en una de estas ramas.
Según la tradición la acupuntura permite que las personas recarguen su energía de manera efectiva clavando las agujas en un punto preciso que necesitamos estimular o inhibir. Por su parte la fitoterapia trabaja con más de 400 plantas para tratar el 80 por ciento de las enfermedades que existen a partir del estado energético del paciente que las sufre.
La medicina tradicional china también recurre como hemos dicho antes a las terapias manuales como los masajes para tratar ciertos problemas de salud, incluyendo las perturbaciones internas que se manifiestan en tensiones y bloqueos del cuerpo. Un buen ejemplo de estas teorías es el shiatsu. La dieta también es uno de los factores que diferencian la medicina occidental de la china ya que en su caso no se plantea como un régimen cualquiera sino que se adapta a la edad, constitución, estado de salud y condiciones de vida de cada individuo.
Finalmente destacamos el papel del Qi-gong en la medicina china. Esta técnica hace posible que se alcance el equilibrio cuerpo-mente a través de una serie de posturas que acaban con el estrés porque en oriente el concepto ‘gimnasia’ se asocia con relajación y no con actividad aeróbica.