Revista Educación

Enseñándole a superar sus frustraciones

Por Mónica Soldevila @mosolvi

No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas.

Louis Pasteur

niño que llora

- Mónica Soldevila -

Se entiende por frustración el estado de decepción creado emocionalmente cuando alguien espera realizar un deseo y no lo consigue. Algunas personas no son capaces de tolerar la más mínima molestia o contratiempo en la satisfacción de sus deseos; no soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable; se sienten víctimas; se quejan continuamente; ponen malas caras; culpan a los demás de sus problemas…

En los bebés, éste es un comportamiento natural ya que sus deseos están relacionados con necesidades fisiológicas básicas, como alimentarse o dormir. El único modo que tienen de pedir ayuda o atención es el llanto. Si satisfacemos sus deseos de forma inmediata les proporcionamos una sensación de seguridad y estabilidad muy importante para su desarrollo emocional.

Cuando el niño crece, también aumentan sus demandas, y somos los padres quienes debemos poner límites a sus constantes peticiones ya que el niño no sabe distinguir entre lo que son necesidades y lo que son deseos o caprichos. Tiene que aprender a pedir las cosas con palabras y no con lloros. No todo lo que pide ha de ser concedido inmediatamente ni todo lo que se le antoja debe serle proporcionado al instante. Debemos dejar que viva las pequeñas frustraciones de cada día y evitarle una sobreprotección excesiva. Igual que en la vida real, en la que se encontrará con situaciones que tendrá que resolver por sí mismo.

Enseñar a tolerar la frustración es una tarea difícil, que requiere su tiempo pero que preparará al niño para la vida puesto que le ayudará a enfrentarse a sus problemas y limitaciones de forma creativa, sin dar demasiada importancia a las molestias o incomodidades que puedan surgir. La tolerancia a la frustración debe empezar a aprenderse en la infancia.

La baja tolerancia a la frustración nos hace magnificar el lado malo de las situaciones desagradables, reaccionando de manera exagerada, como si el malestar o el sufrimiento pudieran acabar con nosotros, provocándonos enfado, e incluso, depresión. Sin embargo, el problema no está en ese dolor o esa frustración sino en nuestra actitud ante ellos y esto viene determinado por la personalidad, entre otras variables.

La gente con poca tolerancia a la frustración no tiene paciencia ni constancia, tiende a desmotivarse y a abandonar sus proyectos fácilmente.

Para enseñar a nuestros hijos a ser tolerantes debemos, ante todo, servirles de ejemplo, puesto que ellos aprenden de lo que ven. Especialmente cuando los padres actuamos de manera espontánea nos convertimos en modelos que el niño imitará en el futuro. Debemos, por lo tanto, cuidar los adjetivos que utilizamos delante de ellos para no magnificar las situaciones negativas: lo malo no es horrible, lo difícil no es imposible, lo molesto no es insoportable. Cada situación nos afectará según el adjetivo que le pongamos delante.

Debemos también controlar nuestra ira delante de los pequeños para no reaccionar exageradamente ante las situaciones desagradables. Por ejemplo: cuando vamos en coche, no podemos ir gritando e insultando a los demás conductores, por muy mal que conduzcan. Eso no sirve de nada, ni si quiera pueden oírte, pero tu hijo sí, y creerá que los problemas con las demás personas se solucionan con gritos e insultos.

Los niños necesitan que les enseñemos a aceptar sus errores y sus fracasos como algo inherente al ser humano. Nadie es perfecto y rectificar es de sabios. Poco a poco debe descubrir que tendrá que tomar decisiones y aplicarlas a sus pequeños -aunque no menos importantes- problemas de niño. Para ello podéis:

- observar situaciones en las que otras personas no consigan lo que desean: perder el autobús, no tener la comida deseada, no poder abrir una puerta.

- comentar las reacciones de las personas y lo que hacen para superar sus problemas, valorando cuál sería la mejor opción y la importancia de tener varias alternativas por si algo no sale bien.

- contarles situaciones personales que hayáis tenido que superar: no comprarte los pantalones que querías porque había que ahorrar para las vacaciones, no poder ir a una fiesta por estar enfermo, no ganar un partido para el que habías entrenado mucho, no poder ver una película porque papá estaba viendo su programa favorito…

- animarle a jugar con otros amigos, en vez de lamentarse si los primeros no le aceptan, enseñándole el valor de la amistad y la necesidad de cuidar las relaciones interpersonales puesto que no se puede obligar a alguien a ser tu amigo; la amistad hay que ganársela.

- insístele en que hay que terminar las tareas que se empiezan aunque suponga un esfuerzo.

- acostúmbrale a reconocer sus propias limitaciones y a pedir ayuda cuando la necesite.

Lo importante es hacerles comprender que todos los deseos no son posibles y que las situaciones de frustración no deben bloquearnos. Hay que seguir adelante a pesar de las dificultades.

DECÁLOGO PARA FORMAR UN DELINCUENTE (extraído del libro: Reflexiones de un juez de menores, de Emilio Calatayud) Basado en la experiencia de la policía.

1: Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2: No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3: Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4: No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6: Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7: Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8: Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9: Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.

10: Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

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