Revista Cultura y Ocio

Entorno, escenario y atmósfera

Publicado el 02 marzo 2015 por Escrilia @escrilia

Etiquetas

atmósfera, descripciones, entorno, escenario, escribir, escritura, literatura, novelas

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Todo lo que envuelve a los personajes en las novelas se suele ver como escenario, el sitio donde se desarrolla la acción, donde suceden las escenas. Pero no todo es lo mismo. Un mismo emplazamiento puede verse de muy distintas maneras según la intención que ponga usted como escritor a la hora de describirlo. Porque las descripciones literarias distan mucho de ser fotografías informativas y se acercan más a pinturas que intencionadamente colorean y moldean el espacio para adecuarlo a las necesidades de la escena.

Todo está en la emoción que quiere el escritor que rodee a los protagonistas. Porque el escenario literario se trata más de emociones que de cosas.

A veces nos encontramos con largas y detalladas descripciones de escenario y están bien, mientras tengan sentido en el argumento, mientras aporten algo a la trama o definan el personaje de forma clara. Si no hacen esto, sobran. Al lector poco le importa si la puerta de la casa del personaje es “roja, con unas pequeñas ventanas cuadradas con cristales biselados en la parte superior y un importante trabajo de ebanistería en los tableros, que dividen la puerta en seis partes distintas pero armoniosas y la hacen ver como una obra de arte digna de ser admirada” si esto no representa que se pueda identificar la casa en alguna otra escena gracias a esta singularidad.

En las descripciones que sitúan al personaje (y al lector) en el lugar donde transcurre la acción, el escritor debe procurar dar el marco necesario (y no más) para la escena. Para hacer esto bien hay unos conceptos que es bueno tener claros:

Entorno En una historia es todo lo que rodea a la trama en sí, el marco general. La ubicación física es sólo una parte, también cuentan el periodo histórico, la situación política, el nivel cultural, el marco social, en fin: todo dato que sirva como punto de partida para que, al momento de entrar en detalles específicos, el lector ya tenga una idea básica donde edificar un escenario concreto. El entorno se crea en los primeros capítulos de la novela y es bueno que el lector lo tenga claro: evita que se sienta perdido y lo implica en la historia.

Escenario Como en el teatro, es el lugar físico donde un evento o una escena se desarrollan. Es el contenedor, la caja. Puede ser diferente para cada escena y hasta puede ir mutando o evolucionando en el transcurso de la historia. En un mismo entorno puede haber muchos escenarios diferentes. Es la sección de fondo que captaría una cámara cuando tomamos una foto de los personajes. Usualmente acotado y limitado a lo inmediatamente cercano a los personajes. Si la escena es estática sirve como introducción y luego se hacen pocas referencias nuevas. Si es lo contario, se convierte en un recurso para demostrar que los personajes están en movimiento, describiendo la interacción con elementos de un escenario cambiante.

El escenario es donde se debe hacer patente el lema “muestra, no cuentes”. Significa exponer al lector a una escena apelando a sus sentidos por medio de la palabra. Les está transportando a un momento específico y colocándolos justo en el medio de ese lugar. Se trata de crear un sitio en tres dimensiones en lugar de sólo dar un resumen de lo que es visible.

Atmósfera Si bien refiere a las cosas que rodean la escena, tiene mucho más que ver con los personajes que con el escenario. La atmósfera pretende darnos el marco emocional de la escena. Se logra con una descripción deliberadamente intencionada, implicando sólo los aspectos que, como escritores, nos interesan que el lector conozca y dejando fuera todo aquello que interfiera.

No se puede crear atmósfera sin descripciones, pero no son necesarios varios párrafos para hacerlo: unas pocas líneas que muestren lo más importante es suficiente. El clima suele ser un aliado para establecer una atmósfera determinada. Un día con un sol glorioso llama al positivismo y la alegría, la lluvia siempre es triste y melancólica.

Descripciones efectivas

Hay algunos puntos que debemos tener en cuenta para asegurarnos conectar con el lector y que reciba lo que estamos transmitiendo en una descripción:

Sea específico. No es bueno andarse con rodeos o florituras que reduzcan la posibilidad de que nuestro mensaje llegue claro al receptor. Si puede utilizar lenguaje poético, por supuesto, pero asegúrese que se alcanza el objetivo de comunicar las emociones que su historia necesita sin llegar a cansar o despistar al lector.

Evite los clichés. Todas esas frases hechas tiene un efecto negativo en los lectores y en realidad no definen su escena como usted quiere que sea: única y distinta. Los párrafos repletos de lugares comunes transmiten poco esmero en la creación y hacen ver su texto similar a muchos.

No se base en las apariencias. Éstas tienden a decepcionar, todos lo sabemos. Si bien cada sitio tiende a ser de una manera determinada, trate de hacer su versión de los escenarios un poco distinta y original. A diferencia de las películas, la literatura tiene muchas más armas para lograr una descripción sorprendente, metáforas, palabras significativas, recursos gramáticos, símiles, ritmos, musicalidad, etc.

No caiga en la ‘cámara lenta’. Si usted describe al detalle cada pequeño espacio, cada rincón, cada gesto, entonces los eventos importantes perderán peso específico en su novela, perdidos entre páginas y páginas de intrascendencia. Hay que elegir con cuidado qué es lo que vamos a describir detenidamente, lo que de verdad signifique algo en la historia.

No pierda conexión. No describa las cosas ‘rodeando’ los personajes y eventos. Recuerde hacer participar al actor y a la acción en la descripción. El lector no quiere saber qué hay de fondo, quiere conocer todo al mismo tiempo: Quién hace qué, dónde y por qué… y si puede intuir cuáles son las consecuencias.

Sea consistente. Tenga en mente lo que escribió antes y porque. Conozca bien el escenario antes de transmitirlo a sus lectores. Recuerde que ellos descubrirán la más mínima inconsistencia de inmediato y eso destruye la credibilidad en el resto de la historia.

Evite las partes aburridas. Una descripción debe ser necesaria, porque en cuanto sus lectores descubran párrafos que pueden saltar y la historia no cambia, lo harán. Si no es necesario para la cabal comprensión de su personaje, evite detenerse en la descripción de:

Tomar café, hacerse un café, cualquier monólogo interno sobre cafés y cualquiera de sus derivados de la carta de Starbucks. Me encanta el café, pero ya está muuuuy visto.

Comer fuera. Parece que si su personaje tiene entre 21 y 35 lo normal es comer fuera. Siempre. Cada día. Supongo que tendrá algo que ver con las series americanas como Friends o Sex and The City. No caiga en eso. Sus personajes pueden frecuentar muchos otros sitios como  parques, museos, tiendas vegetarianas… incluso campamentos, cine a la fresca o la luna, si quiere. No hay restricciones, por lo que puede escoger el lugar que más le guste, sólo debe ser interesante.

Preparaciones eternas. Parece que es un clásico detenerse a describir específicamente la preparación que el personaje hace para ir a trabajar o salir de juerga, cómo se acicala, cómo se viste, etc. Si no es indispensable pasa a ser aburrido.

Viajes en general. Si el desplazamiento que el personaje hace no involucra algún tipo de conflicto pertinente, elimínelo de la historia.

Para resumir: Sea específico, original, concreto, lo más breve posible y consistente. Si además puede deslumbrar con una prosa imaginativa y transmitir las emociones correctas, tiene en sus manos una descripción insuperable.


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