Revista Opinión

Entre migueles

Publicado el 05 diciembre 2013 por Miguelmerino

Mi tio Miguel 1La fotografía de repente cobró vida en la pantalla. Al principio pensé que había activado algún efecto del photoshop. Acababa de escanear la vieja y desgastada fotografía y andaba de bronca con el programa para recortar y guardarla con el propósito de colgarla en mi blog. Cerré el programa sin guardar los cambios en la foto con la certeza de que desaparecería la foto y su animación. No fue así. El programa se cerró pero la imagen seguía ahí, en la pantalla, como si de un televisor se tratase, bajando con cuidado de la peña en la que se había tomado la instantánea.

- No, no intentes apagar la pantalla, no te va a servir de nada. Ni aunque la desenchufes. Tú me has llamado y aquí estoy. – Me dijo el muchacho, hombre ya.

- Yo no te he llamado. Simplemente estaba imaginando como hubiera sido el conocerte, no tuvimos la oportunidad. Igual que con “La Niña”, pero tú llevas mi nombre y mueves mas mi curiosidad.- Le respondí.

Se río con una risa sorprendente, no acorde con la de una persona de su edad. Parecía la risa de un anciano. Luego recordé que efectivamente era un anciano, la fotografía tenía muchísimos años.

- Yo no llevo tu nombre, en todo caso, ambos llevamos el de tu abuelo. En cuanto a la curiosidad, mató al gato, ya lo sabes.- Se burló.

Otro rasgo sorprendente era su voz. No tenía un acento extremeño bien definido, incluso podría pasar por un peninsular que llevara años en Canarias.

- La verdad es que no se que hago hablando contigo, no existes, son figuraciones mías. Llevas muchos años muertos y los muertos, muertos están.-

- Vale Perogrullo, acabas de descubrir la pólvora. Nadie ha dicho que no esté muerto y en cuanto a que soy una figuración tuya, te referirás a la conversación, porque yo he sido, soy y seré mientras alguien me recuerde.- Me contestó un poco amoscado mi tío Miguel, pues de él se trataba aunque no lo haya dicho antes.

- Pero yo no te puedo recordar, lo que sé de ti, lo sé por terceros.-

- Lo que sabes de mí, lo sabes por mis hermanos, pero tú sabes cosas de mí que ellos no saben, tus recuerdos también me hacen ser.- Me contestó con una medio sonrisa burlona.

- Eso es imposible, yo no he hablado de ti con nadie fuera de tus hermanos, difícilmente puedo saber nada que ellos ignoren.- Respondí algo confuso. – Me parece que estás queriendo jugar conmigo.

- En lo de jugar, creo que has empezado tú, por eso estoy aquí. Así que no me acuses de lo que tú eres culpable. Y en cuanto a que conoces cosas de mí que ellos ignoran, es cierto. Todas las cosas que has imaginado que yo podía haber hecho, todas las situaciones en las que tu imaginación me ha metido, yo las he vivido y tu madre y tus tíos nada saben de ellas. Así que ya ves que es cierto lo que te digo.-

- Es decir, que es verdad que esto es producto de mi imaginación y no está ocurriendo. Tú mismo te has delatado.-

- A veces eres de un infantilismo atroz. Puedes creer lo que quieras, es la ventaja de la fe, no necesita ser probada.

En ese momento Yaret llegó corriendo y gritando, lo mandé callar un momento y cuando regresé la vista a la pantalla, allí sólo estaba la fotografía otoñal de Windows llenándolo todo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas