Revista Psicología

Entrevista a Anna Raspall: Enfermera.

Por Jorjol

Anna es el reflejo de una mujer apacible, empática y comprensiva con el ser humano, cualidades imprescindibles para acompañar a nuestros pacientes durante los complejos tratamientos de Reproducción Asistida. Forma parte del Departamento de Enfermería del CIRH y la encontraréis en el turno de mañana.

Anna RaspallAnna Raspall

Hoy Anna toma la palabra:

H.P.: Explícanos cómo surgió tu interés por la Reproducción Asistida y cómo te introdujiste en este ámbito…

A.R.: Yo trabajaba como instrumentista en cirugía laparoscópica y un día un anestesista me ofreció la posibilidad de trabajar en Reproducción Asistida. Para mí era un mundo totalmente desconocido, pero decidí “probar”. Primero estuve en quirófano, donde siempre había estado, y en las transferencias embrionarias. Después estuve en consulta con las donantes de óvulos. Y en la actualidad sigo en consulta, pero con los pacientes. Cuando entré en el mundo de la reproducción, como te digo casi por casualidad, enseguida me gustó y decidí dejar mi trabajo anterior. Cambié completamente de especialidad y no me arrepiento de ello, pues la Reproducción Asistida es un campo que avanza y cambia continuamente y no te aburres nunca.

 H.P.: El personal de enfermería está presente antes, durante y después de los tratamientos, tanto para ayudar a nivel técnico como emocional. ¿Puedes explicarnos en qué consiste exactamente vuestro papel para los pacientes y para el equipo de especialistas?

A.R.: Nosotras nos encargamos de preparar todo el material necesario para las visitas y las inseminaciones en la consulta. Nunca puede faltar papel, grapas, fundas, tallas, papel camilla, catéteres, espéculos, etc. También revisamos las historias clínicas de los pacientes, las analíticas, avisamos al médico si falta algún consentimiento por firmar, damos horas de visita. Conjuntamente con el médico, nos encargamos de la asistencia dentro del consultorio, resolviendo dudas, explicando a las pacientes como administrarse la medicación, ayudando al médico a realizar ecografías e inseminaciones, etc. Hacemos analíticas, administramos intralípidos y pinchamos la vacuna linfocitaria. A nivel emocional, intentamos acompañar a nuestros pacientes en todo el proceso de diagnóstico y tratamiento, sin entrar en demasiados tecnicismos que son competencia del médico. Yo intento ser más como una amiga para las pacientes, una figura más cercana que las escucha. Intento transmitirles tranquilidad, haciéndoles ver que están haciendo todo lo posible para conseguir su objetivo, me ofrezco a que me llamen para consultar dudas, etc. Cuando logramos embarazos, aunque no siempre es posible que esté dentro de la consulta acompañándoles en la primera ecografía, siempre lo vivo de forma muy cercana. Me alegra, me ilusiona, les felicito. Pero a la vez, debo transmitirles una cierta prudencia que no siempre tienen y recordarles que no hemos “finalizado”, que ahora empieza una nueva aventura de nuevas pruebas, ecos, ciertos riesgos, puede ser que no se encuentran bien, que tengan náuseas, etc. Intento que sean positivos pero realistas.

H.P.: ¿Cómo crees que afecta la Infertilidad a nuestros pacientes a nivel emocional? ¿qué observaciones tienes de ellos?, ¿qué inquietudes y miedos suelen transmitirte?

A.R.: Creo que les afecta muchísimo, ya que vienen todos muy “tocados” a nivel emocional. Veo que muchos tienen un gran sentimiento de culpa, lamentándose de no haber empezado a buscar embarazo antes. Pero también observo que suelen estar bastante unidos como pareja e intentan cuidarse mucho mutuamente.  Las principales inquietudes que me transmiten las pacientes son referentes a la administración de la medicación. Tienen miedo a equivocarse con la dosis, a no saber pincharse bien, incluso a veces me preguntan si serán capaces de hacerlo correctamente ellas solas. Muchos también se sorprenden de lo pronto que desciende nuestra capacidad reproductiva y me preguntan: “¿Cómo puede ser que me cueste tanto quedarme embarazada con lo joven que soy?”. Otra fuente de angustia suele ser el tema de las pruebas médicas. A veces me preguntan si yo haría alguna prueba concreta o si cambiaría el tratamiento que están haciendo. Siempre intento aconsejarles lo mejor posible, pero con prudencia, transmitiéndoles confianza en su médico. Les hago ver que es el médico el que debe valorar cada caso y el que mejor les puede aconsejar.

H.P.: Sin duda, en esta especialidad el trato humano es de vital importancia. Tu ayuda como enfermera en el cuidado anímico de los pacientes es imprescindible dentro del equipo. ¿Qué habilidades crees que debe tener una enfermera especialista en RA para curar esas heridas que no sangran?

A.R.: Lo primero es saber escuchar. Escuchar y saber animarles, para que no tiren la toalla. Saber hacer estas dos cosas es lo más importante, siendo conscientes de que somos un pequeño refuerzo detrás de otros miembros del equipo profesional. También debemos conocer nuestros límites. Si, por ejemplo, ves a una paciente que tiene un sentimiento de culpa muy grande, hay que saber derivarla a la psicóloga. Si ves que unos pacientes tienen muchas dudas referentes a si están realizando el tratamiento adecuado o no, debes saber invitarles a hablarlo abiertamente con su médico. Y también veo muy importante que sepamos ponernos en la piel de los pacientes. Yo, por ejemplo, cuando las pacientes tienen miedo a pincharse la medicación, he llegado a pincharme a mí misma en la barriga delante de ellas para que vean que es fácil, que no duele, que no tiene que ser traumático. Todas pueden ser capaces de preparar la medicación y pincharse con un poco de ayuda. Es importante lograr que tengan confianza en ellas mismas, que se valoren a sí mismas.

H.P.: ¿Qué te gusta más de tu trabajo y por qué?

A.R.: Lo que más me gusta es que es un trabajo muy activo y que casi cada día puedo aprender cosas nuevas. Y no me gusta que a veces no dispongo del tiempo suficiente para cada una de las personas.

H.P.: Hombres y mujeres suelen llevar sus emociones de forma muy distinta ante un diagnóstico y un tratamiento de infertilidad. ¿Qué diferencias de género sueles observar en la consulta de reproducción?

A.R.: Los señores suelen llegar con actitud de “vengo a que me expliquen y ya decidiré”. Las señoras esperan recibir la pócima mágica que lo solucione todo. Ellas dicen “sí” a todo, vienen muy dispuestas a realizar todas las pruebas y tratamientos que hagan falta. A ellos les cuesta más, suelen pensarlo más. En el CIRH, realmente la parte de Andrología es un punto fuerte y, cuando se le dice a un paciente que tiene que pincharse o realizarse una biopsia testicular, no lo esperan y se angustian más que la mujer. Otra diferencia que acostumbro a observar se da en el momento de recibir la noticia de una prueba de embarazo negativa. Ellos se lo toman peor porque no suelen contemplar la posibilidad de que pueda ir mal un tratamiento, mientras que las mujeres (que tendemos a ser muy organizadas y a anticiparnos a todo) suelen llevarlo mejor enfocándose enseguida en el siguiente paso para llegar a la solución. También me doy cuenta de que ellas a menudo presentan un sentimiento de culpa muy profundo, mientras los hombres a veces relacionan equivocadamente la infertilidad con la falta de virilidad. Además, a ellos siempre les cuesta mucho más aceptar los tratamientos que requieren ayuda de un donante de semen.

H.P.: Cuéntanos alguna experiencia vivida en la clínica que nunca olvidarás…

A.R.: Recuerdo a una paciente que después de hacerse la Transferencia Embrionaria, cuando fui a avisarla para decirle que ya se podía ir, me dijo si podía hacerme una pregunta. Su pregunta fue: “¿Tú conoces a mi donante de óvulos? Sé que no puedes darme información y no necesito saber cómo es ni a qué se dedica. Solamente me gustaría saber cómo se encuentra la chica. ¿Se encuentra bien? ¿Ha ido todo bien?”. Su inquietud me impactó y me gustó que lo preguntara, su buen corazón. Rápidamente le contesté que sí, que había ido todo bien y que dejaría una nota en la historia clínica de la donante apuntando que su receptora se había interesado por ella para transmitírselo si volvía a la clínica.

H.P.: ¿Cómo ves el futuro de la Reproducción Asistida?

A.R.: Veo que la Reproducción Asistida evoluciona continuamente. Se está investigando mucho sobre medicaciones que sean más fáciles de administrar por parte de las pacientes y creo que en un futuro muy cercano alguien inventará la manera de que no tengan que pincharse, de que toda la medicación pueda administrarse por vía oral o con parches. Esto, sin duda, disminuiría su angustia. También me doy cuenta de que últimamente se están abriendo muchas clínicas nuevas pequeñitas y me da miedo que no tengan los medios para poder ofrecer el mejor servicio a los pacientes. La proliferación de clínicas “low cost” de infertilidad puede ser un riesgo para la salud de los pacientes y puede dañar la imagen de la profesión.


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