Revista Cultura y Ocio

«Entrevista a Carla Montero por su novela El viñedo de la luna»

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«Carla Montero le ha cogido el gusto a escribir sobre la Segunda Guerra Mundial, en la que es una experta, como demuestran sus últimas novelas. EL VIÑEDO DE LA LUNA, publicada por Plaza &Janés, no es una novela bélica. Es una novela de personajes, afirma su autora.»

«Entrevista a Carla Montero por su novela El viñedo de la luna»Entrevista realizada por Maudy Ventosa.

«Entrevista a Carla Montero por su novela El viñedo de la luna»

Mis novelas, no son novelas de guerra, son novelas de personajes. Son historias de amor, y el amor es el hilo conductor de la novela; en torno a la historia de amor se van añadiendo otras cositas, pero la novela, y en general todas las mías, suelen narrar una historia de amor y suelen terminar con el desenlace. Nos cuenta Carla Montero, que habla deprisa y con entusiasmo de su última obra, que va camino de convertirse en una de las más vendidas este año.

Y de mujeres fuertes, añado yo. La respuesta no tarda. Cuando tienes que elegir una protagonista, esperas que sea especial. Son heroínas, sí, pero heroínas auténticas. No me gusta el cliché de la heroína superfantástica que no tiene ni un defecto, que es una superwoman; son reales, y al final, más próximas al lector.Todos, en un momento de nuestra vida somos héroes anónimos, cuando las circunstancias nos obligan a ello. Las mías son heroínas anónimas, heroínas que, muchas veces, se ven forzadas por la situación, y más si estamos hablando de contextos bélicos o contextos complicados, se ven forzadas por la situación a sacar pecho. Yo, a lo largo ya de siete novelas, y cuatro de ellas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, me he dado cuenta de que el mundo está lleno de héroes y heroínas que desconocemos, y es que, al final, cuando se dan estas situaciones tan complicadas hay dos opciones: o escondes la cabeza debajo del ala y dices, que pase lo antes posible, yo no quiero saber nada, o sacas pecho y tiras para adelante y sacas fuerza de donde no la tienes. Ese es el tipo de personaje que a mí me interesa.

El viñedo de la luna transcurre en una de las tres regiones vitivinícolas más importantes de Francia: Borgoña y, en efecto, a Carla Montero le encanta no solo el vino como bebida, sino todo lo que le rodea; se ha documentado a fondo para escribir su obra, para dar credibilidad a la trama. Cuando llegas allí, tienes que olvidar todo lo que sabes de vinos y empezar de cero para entender cómo ellos se aproximan al vino.

Los alemanes estaban empeñados en llevarse el vino de Borgoña, digo. Los alemanes querían llevarse todo el vino de Francia, afirma la autora con rotundidad. Les daba lo mismo que fuera vino peleón o que fuera de los mejores…Hay mucha mitología en esa relación entre los viticultores, los bodegueros franceses y los alemanes. El relato que se construye después de la Segunda Guerra Mundial, es un relato de resistencia. He leído todo tipo de anécdotas, como ¡cubro las botellas de polvo, de telarañas y les vendo el vino más malo y se lo hago pasar por bueno, y se lo cobro el doble, o construyo muros en las bodegas para esconder las grandes botellas!… Todo tipo de subterfugios que tienen su parte de realidad, pero realmente no fue tal cual. Si envejezco las botellas, podría engañar a un soldado o a un oficial que pasaba por allí, pero no se la colabas al sistema ¿Por qué? Porque los alemanes no eran tontos. Llevaban años comerciando con los franceses. Los delegados comerciales que enviaron a las zonas vinícolas más importantes de Francia eran auténticos expertos, no les podías colar una botella mala por una buena.

En toda Francia se hace vino, un poco como en España, pero las grandes zonas son Borgoña, Champagne y Burdeos. Ahí envían a tres delegados, que cubren diferentes zonas desde donde están. El delegado de Borgoña había tenido un château en Burdeos, sabía de vinos; a él no le colaban una botella mala. ¿Tapiaron bodegas? Sí lo hicieron, pero por otro motivo. Las escondían de los delegados comerciales, las escondías del mercado oficial para poder sacarlas a un precio mucho más alto en el mercado negro. Luego se vende como, ¡las escondíamos para que no nos las vieran, para que no se las vendiésemos!, y esa es una historia que se ha mantenido a lo largo de los años y que los bodegueros siguen contando.

Carla Montero ha realizado una gran labor de documentación, pero ha encontrado dificultades, nos cuenta. Una de las cosas que más me ha sorprendido, es la poquita documentación que hay. Encontré solo dos libros; uno escrito por unos americanos, aficionados al vino que llevan muchos años viviendo en Francia y lo que hicieron es ir entrevistando a los herederos, hijos y nietos de los que habían vivido en esta época y les transmitían todas estas historias tan épicas, de resistencia… Curioso, interesante, divertido y pensé, que cantidad de material tengo aquí. Luego encuentro otro libro, el de un historiador francés, que además es alcalde de un pueblecito de Borgoña. Ahí es donde tenemos el auténtico libro riguroso ¡Uno! En todo el panorama de la historiografía francesa hay un libro verdaderamente riguroso sobre el tema. Lo primero que dice es que ha tenido dificultades para hacer un estudio serio porque en cuanto termina la Segunda Guerra Mundial empiezan a destruir toda la documentación que acredita las compara masivas que hubo de vino.

«Entrevista a Carla Montero por su novela El viñedo de la luna»

Una de las principales cosas que yo quiero hacer con esta novela
es desmontar los mitos
.

Claro que hubo resistencia, pero fue aislada. Se hicieron auténticas fortunas; hubo bodegueros que se hicieron inmensamente ricos vendiendo vino a los alemanes. También tiene su explicación, venían de unos años de crisis brutal, después de la Primera Guerra Mundial, gran parte de los viñedos, sobre todo en la zona de Borgoña y de Champagne, porque como eran zonas que estaban cerca el frente, habían sido bombardeadas y muchos de los viñedos habían quedado arrasados. Siguen años de cosechas malísimas por culpa del clima, y a eso se suma el crack del 29 que los destroza, porque gran parte de las exportaciones, sobre todo los vinos buenos, se hacían a Estados Unidos. Tenían las bodegas llenas de botellas que no sabían por dónde sacar. Llegan los alemanes y las empiezan a comprar sin preguntar. De todo, desde el vino peleón hasta las grandes joyas. Sin preguntar.

Hubo casos de gente que se enfrentó, pero eran los menos. Un dato curioso es que, cuando termina la guerra, un grupo de bodegueros de Borgoña deciden hacer una especie de asociación para etiquetar sus bodegas diciendo algo así como, este vino no se vendió a los alemanes, o estas bodegas no comerciaron con los alemanes. Pues creo que había tres asociados y encima dos de ellos no habían vendido vino a los alemanes, pero se lo habían vendido a comerciantes que comerciaban con los alemanes.

Todas las bodegas tienen una historia y Carla Montero sabe como contarlas, sin olvidar que ésta es su cuarta novela ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Ritmo ágil, bien escrita, personajes bien perfilados, unidos a la realidad, trama que reúne ingredientes interesantes, amor como hilo conductor… Como dice la autora, es una novela coctelera, echas un poquito de historia, otro de amor, añades envidias, ambición… y lo agitas fuertemente. ¡Voila! ¡El viñedo de la luna! No se la pierdan.

«Entrevista a Carla Montero por su novela El viñedo de la luna»


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