Revista Cultura y Ocio

«Entrevista a Juan Ramón Lucas por su novela ‘Melina'»

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«Juan Ramón Lucas posa sonriente con su última novela, MELINA, basada en la infancia y juventud de su madre. Publicada por CONTRALUZ.»

AUTOR CUBIERTA

«Entrevista a Juan Ramón Lucas por su novela ‘Melina'»Entrevista realizada por Maudy Ventosa.

Maudy.-Melina es un libro que se lee rápido, que no puedes dejar…
Lucas.A mí me importa mucho que la literatura emocione; y la emoción la consigues manteniendo la atención y el ritmo y provocando sensaciones, que pueden ser gratas, aunque relaten lo más sórdido. ¿Por qué? Porque utilizas la poesía. Yo me he esforzado mucho en el lenguaje de esta novela, mucho más que en las otras y he recortado mucho y he buscado ritmo, incluso párrafos de una sola línea, más cortos, porque eso lleva al lector a una velocidad que es la que a mí me interesa.

M.- La portada es preciosa, dice mucho
L.- La portada es perfectamente, describe la novela… la Negrona, es una mujer y todas las mujeres. Es una mujer anónima, que te da la sensación de tener poder. Eso es Melina.

M.- ¿Le ha costado mucho separar la imagen de la madre de la imagen de Melina?
L.- No, porque yo he creado un personaje de ficción. Melina es un personaje de ficción que se basa en la historia de mi madre, igual que mi abuelo Pepín es mi abuelo, pero no es él exactamente; Chayo es mi abuela, pero no es ella exactamente. Me ha costado y no me ha costado. Melina es un personaje de ficción que se basa en su infancia.

M.- ¿Pero ella se reconoce en el personaje?
L.- Sí, en la niña sí. Se reconoce mucho. La mujer sí, pero ella no ha vivido todas esas cosas. A partir del momento en que Melina abandona Mieres, todo eso es ficción, y parte de lo que sucede en la infancia de Melina, también. Melina es un personaje de ficción basado en mi madre que ella reconoce en su infancia. Le parece simpático que la lleve por allí, le hubiera gustado hacer ese viaje, pero cuando conoce a mi padre se vienen a Madrid y su vida ya es otra cosa. Su curiosidad, por qué los chicos estaban en un sitio y las chicas en otra, esa maestra, doña Lucrecia, que le dice cómo tienen que ser las cosas, existió, aunque también tiene mucho de metafórico…, es una manera de decir, ¡se puede desde dentro!, pero ella sí se reconoce en esa infancia y evoca algunos momentos duros que la han emocionado. Me lo ha dicho. La novela le ha gustado, lo que más, la dedicatoria. La primera.

«Entrevista a Juan Ramón Lucas por su novela ‘Melina'»

M.- Además de la infancia de su madre, trata momentos históricos como la república… ¿desde una mirada indulgente?
L.- No, porque yo lo cuento desde una mirada muy particular, muy propia, que es la que tienen, la que comparte un núcleo familiar que vive esa situación, es decir, Largo Caballero estuvo en el desembarco de aquellas armas… el partido socialista estuvo en aquella revuelta en toda España; solo funcionó en Asturias y parte en Cataluña, en el resto no. Entonces, yo cuento todo aquello desde una perspectiva que tampoco es amable, pero es la que vivieron ellos. ¿Por qué? Chaves Nogales o Pla cuentan muy bien, y me he inspirado en ellos para ese relato de la entrada de aquellos 30.000 mineros en Oviedo a explosiones, boom, boom, reventándolo todo. Yo lo que he contado es eso basado en testimonios de ellos, pero también en algunos testimonios que evoca mi madre según le contaba su madre y los ha escrito… cómo eran aquellas columnas, cómo entraron a sangre y fuego, cómo se enfrentaron a todo lo que había que enfrentarse y cómo, en algunos casos, disparaban a los que salían con bandera blanca. Lo que me interesa es la historia de la niña.

M.- Los hombres que luchan por la democracia, la igualdad, la libertad, ¿Qué hace que en su hogar no imperen los mismos derechos? ¿Tiene que ver con el sentido de utilidad de las mujeres? Servir y parir…
L.- Yo creo que tiene que ver con una mentalidad que entonces se mantenía, que era real. Yo soy socialista, de izquierdas progresista, quiero la igualdad, pero en mi casa, mi mujer tiene que hacer las cosas que tiene que hacer porque es mujer y es lo que le toca y mi hija tiene que hacer eso también… … Era un machismo que estaba tan arraigado que a la gente que luchaba por la igualdad y los derechos de la mujer, era, vale, tú puedes votar, pero en casa haces tú la cama… Clara Campoamor y Victoria Kent tenían en sus propias filas …

M.- La Pasionaria, por ejemplo, no quería que votasen las mujeres porque estaban influenciadas por la iglesia, decía… Incluso ese machismo no solamente estaba en parte de los fascistas de la derecha, sino por la izquierda, comunistas…
L.- Y todavía se mantiene en muchos casos, más acusado en núcleos rurales, en zonas pobres o… la Asturias minera de entonces y revolucionaria y combativa vivía ese machismo que se relata en la novela. Efectivamente, si tu conoces bien aquella época era claro. ¿Cómo se resolvía esa contradicción? Con toda tranquilidad, progreso para las mujeres, pero ellas tienen que estar ahí.

M.- Pero es algo que sigue ocurriendo hoy en día, quiero decir, las mujeres son siempre las que sufren las guerras que provocan los hombres. Eso no ha cambiado tampoco.
L.- Eso sí, ellos provocan las guerras y nosotras las sufrimos.

M.- ¿Se quiere a los demás cuando uno es capaz de quererse a sí mismo? ¿Eso se puede aprender?
L.- Yo creo que sí, se puede querer… no es fácil, a mí me ha costado mucho tiempo y todavía me cuesta, pero se puede aprender a querer a los demás, pero primero te tienes que querer a ti mismo. Después de eso, una idea de ese cariño, ese amor propio mal entendido, puedes quererte a ti mismo y creerte maravilloso y ser un cabrón, pero se puede querer a los demás primero aprendiendo a quererse a uno mismo. Además, es lo que quiere hacer Melina.

M.- Aprendió a quererse. ¿Y lo de resignarnos a vivir sin permiso?
L.- Eso se me ocurrió escribiendo porque me parece una magnífica idea. Vivir sin permiso, que es el nombre de una serie que protagoniza Pepe Coronado sobre las mafias, el contrabando gallego, vivir sin permiso, pero que siempre me ha parecido una forma muy inteligente y muy valiente de enfrentarse a la vida. Y Melina lo que quería hacer era vivir sin permiso-

M.- Su madre acabó aprendiendo un poco al final.
L.- Su madre era mucho más corajuda. El personaje en que se inspira, que aparece Chayo ahí, está en un segundo plano, mi abuela era la hostia. Muy fuerte, muy fuerte. Pero aceptaba resignada la autoridad del marido. Es ficción, porque hay rasgos de personalidad de los protagonistas, que se basan en perfiles reales, que no están presentes. Mi abuelo era tremendamente divertido, un tipo muy ingenioso. Pepín Fernández era muy ingenioso.

M.- No le pega al personaje…
L.- No le pega porque tenía esa otra faceta que es la que he destacado y es la que más recuerda mi madre de la infancia.

M.- El amor, las caricias, son importantes para crecer. ¿Su ausencia nos hace más fuertes o crea un resquemor difícil de olvidad? ¿Cómo se supera el desafecto? Melina vivió sin caricias de su padre. ¿Eso es verdad?
L.- Si. Porque quería un hombre y porque es muy negrona para ser mía. El afecto y el desafecto en la infancia te condicionan, lo sabes perfectamente. ¿Cómo puedes volverlo a tu favor? Trabajándotelo mucho y aprendiendo a quererte, aprendiendo a aceptarte. Es un trabajo en el que mucha gente se gasta mucho dinero en psicoanálisis, pero se puede conseguir. En el caso de Melina, lo consigue rebelándose contra un destino que es el que le habían impuesto y aprendiendo de la propia vida, de la propia experiencia. Cuando tiene 15 años ya ha aprendido cosas de personajes como la guisandera, como la tratanta, ya ha visto algo que le ha contado su tía también, pero luego aparecen personajes como Ana, la actriz que se convierte en amiga suya, o toda la gente que se encuentra en su periplo. El ejemplo de Doña Lucrecia que se encuentra ahí, el de Clara Campoamor… ella va encontrando. La forma de superar todo eso, es dar un paso en la dirección de las cosas que asustan o que te dan miedo para creer en ti misma.

M.- Lo que hace es sustituir los afectos.
L.- Si, podríamos entrar en un análisis psicoanalítico, o psicológico de la novela, pero ella lo que hace es salir adelante, irse a vivir sola y en un mundo que conoce solo de referencias porque así va a ser capaz de encontrarse a sí misma, de aprender a quererse. Solo si sale de ese ámbito en el que ella tiene una expectativa, una esperanza que no se cumple, puede conseguir algo. Y eso es lo que busca en la novela, y al final ella lo consigue. No todo el mundo lo consigue. Porque no es tan fácil.

M.- Otro de los temas que trata el libro es el de la emigración…

L.- Muchos chicos van para fuera, pero antes incluso de la guerra civil. El abuelo de mi madre mandaba a sus hijos a América para ahorrarse la manutención y para no ir a la guerra. La emigración es económica y política en Asturias. La que pilla a Melina es más bien económica; la política ya ha sido antes en los años 30 y ella se va a mediados de los 50. Y hay una emigración que todavía sigue produciéndose en Asturias, que en aquella época todavía está muy viva. A mí me interesaba contar aquello, aunque solo fuera de pasada, como escenario, como decorado, cómo viajaban y cómo vivían toda esa gente que iba a un destino incierto, que no sabían dónde iban a ir. Me interesa que ella tenga el encuentro con Ana y por eso la pongo en segunda y no en tercera como todos los demás. Y tengo la excusa perfecta de que le paga el billete el tío Ludivino. El camino de vuelta de los inmigrantes no está contado como tal, porque, además, es posterior a la época en que ella está allí. Luego llegamos con la novela hasta mediados de los 70, hasta poco antes de la muerte de Franco y ahí los emigrantes empezaban a volver, pero todavía quedaban muchos, y todavía siguen quedando muchos.

De aquella época lo que recojo solamente es la ida, porque me interesaba retratar aquello, juegas con escenarios, con personajes, con tramas que te interesan para lo que quieres contar. ¿Qué quiero contar? Pues en principio una historia y poner en valor lo que hacen una serie de mujeres que son independientes y que trabajaron por el intrafeminismo; practicaban ese feminismo cotidiano que ahora parece que no se valora, que no tiene ninguna relevancia, si no sigues determinado orden o abrazas determinadas causas. El feminismo de entonces ese feminismo en el que había dudas entre dos partes, si podían votar o no las mujeres, si tenían influencia o no, tal… es el feminismo del que parte esta historia y que, a mí, me parece que sigue siendo ejemplar con respecto a gran parte del feminismo, sobre todo el feminismo oficial que se ha vivido hasta hace nada, que es de otra pasta y que parece negar todo esto.

M.- Hablando de la emigración económica, ¿la miseria derrota más que la guerra?
L.- Sin duda. La miseria es algo con lo que convives sin posibilidad de salir, cuando estás ahí entiendo que no ves cómo puedes salir. De la guerra siempre tienes esperanzas, aunque lo que estoy diciendo suena a barbaridad en estos tiempos que estamos viviendo, siempre hay esperanzas de que eso acabe en algún momento. La miseria te come antes de que puedas acabar con ella. O por lo menos eso es lo que yo creo sin haber pasado por la miseria ni por la guerra. Lo dice Pepín, que es un perdedor, pero que puede recuperarse de perder la revolución, perder la guerra, pero no de tener a su familia en la miseria. De hecho, lo que más me afecta y me hace empatizar con los refugiados de guerra, con la gente que huye, son las familias que no pueden alimentar a sus hijos. Mejor eso, que mueran, ciertamente, pero en la guerra, si eres capaz de mantenerte vivo siempre hay una esperanza. En la miseria yo creo que no.

M.- Introduces palabras en asturiano, en guaraní y en argentino. ¿Por qué?
L.-Quería ser fiel también a eso. A mí, me obsesiona la palabra; me obsesiona que las cosas estén bien escritas, que las palabras sean adecuadas. Yo no tengo el talento de los grandes escritores… joder, tú lees a Borges y dices, pero ¡qué bestia! ¡cómo es capaz de escribir esto con esa brillantez! Yo nunca conseguiré eso, pero admiro esa capacidad. Para mí la palaba tiene mucho valor. Yo aquí, lo que he querido, es respetar la palabra en el origen. Procurar utilizar palabras justas, adecuadas y hasta hermosas cuando soy capaz de encontrarlas, y luego, las del idioma natural de quien habla, por respeto y por mostrar también otra manera de contar las cosas, las expresiones… Yo tengo un glosario, pero lo tengo yo, de palabras en guaraní. Forma parte del juego, del respeto a la palabra, del deseo de aportar palabras.

M.- Te salió bonito, si… Cuándo sientes que las canciones hablan de ti, ¿es porque estás en manos de la melancolía?
L.- Esa frase no es mía; está inspirada en una cosa que dice muchas veces mi mujer… cuando las canciones que siempre te gustaban te hacen llorar, es que estás curado… no me acuerdo, pero tirando de esa raíz… sí, se inspira en aquello, pero va más allá; va con una emoción que yo siento muy a menudo, y es que, cuando estoy bajo de ánimo, cualquier cosa me afecta y escucho canciones que, en condiciones normales no me afectan, y me hacen llorar o me conmueven. Ese es el sentido, pero es una experiencia personal.

En esta novela todo gira en torno al personaje, la trama está hecha ya desde el principio y está al servicio de contar la historia del personaje y su evolución, de viajar con él, de acompañarlo en ese camino. Es el personaje, porque, ahora, pensando en alto, todo gira alrededor del personaje y yo tenía cuidado siempre de que fuera todo verosímil, que no fuera un simple decorado sino algo que arrastre la historia, pero es en torno al personaje, en torno a Melina.

Yo manejo mejor el ritmo y más libre me siento cuando me voy de Mieres. Cuando empiezo a crear. En la otra parte hay un respeto, a mi madre que, en cierta forma, me perjudica, y eso que, de la primera parte, quito mucho. Pero luego, cuando empieza a trabajar en un escenario inventado, todo fluye más y voy mejor de ritmo y… no escribo a más velocidad porque soy muy lento escribiendo.

Esta novela es la que menos documentación tiene de todas, porque tiene una fuente esencial y cuando tengo alguna duda llamo y pregunto. La última paste es simplemente documentación de cómo eran los barcos, de dónde estaba el café Iberia de Buenos Aires, de dónde se reunían los exiliados, e incluso, un libro muy interesante sobre el papel del partido socialista, de SOMA UGT en la época de Primo de Rivera, que es lo que me permite recordar que mi abuelo cuestionaba a Llaneza, y en la novela cuestionan a Llaneza.

Soy de corregir mucho, mucho. Y de no encontrarme satisfecho con todo…He reescrito muchas veces. Procuro escribir como me sale y luego ya le doy vueltas y corrijo, y voy puliendo, y si encuentro metáforas, me detengo mucho en las metáforas. Cuando quieres introducir algún elemento poético y tú no tienes la habilidad de la poesía, tienes que pensar mucho y repetir mucho y buscar muchas cosas.Y una de las cosas que yo sí me propongo es meter frases contundentes y consistentes, porque eso, creo, que le da a la novela un ritmo poético y una contundencia que está muy bien. Esta novela tiene mucho de trabajo de detalle, pero tiene ritmo porque está escrito con esa intención y de esa forma. Lo que pasa es que nunca doy por bueno lo que he escrito, a la primera.

M.- Pues a disfrutar con Melina. Todo un personaje adelantado a su tiempo.

«Entrevista a Juan Ramón Lucas por su novela ‘Melina'»

Juan Ramón Lucas con Maudy Ventosa

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Juan Ramón Lucas con Maudy Ventosa


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