Entrevistamos a Paco Roca

Uno de los nombres más importantes del cómic nacional, este valenciano que no deja de cosechar premios por su trabajo, es el autor de algunos de los títulos más reconocidos de los últimos años: ‘El faro’, ‘El invierno del dibujante’, ‘Arrugas’… Ha recogido un testigo que le viene de antaño, de una época en blanco y negro, para representar un oficio en el que la pericia con la pluma infiere una doble condición creativa, la de viñetista y la de cuentacuentos.

- ¿Cómo surgió tu afición por la ilustración?

Desde que recuerdo que me gusta dibujar. Creo que surgió, y se mantiene, por una necesidad de comunicarme. Hacerlo por medio de dibujos es la forma más natural para mí.

- ¿Qué fue lo primero que dibujaste? No hablo de garabatos infantiles sino de primeros trazos de futuro dibujante…

Mi madre guarda una carpeta con muchos dibujos de mi infancia. Hay muchas copias de las láminas de los cursos de dibujo de Freixas. También hay muchos cómics de cuentos infantiles y de películas. Uno por ejemplo es mi versión tebeística de La guerra de las galaxias. Debía tener ocho o nueve años. En aquellos tiempos en los que no existía el vídeo, dibujar la película era para mí la única forma de revivirla de nuevo.

- ¿Un referente?

Los tebeos de la editorial Bruguera.

- ¿Qué recuerdos guardas de tu etapa en Kiss Comix? ¿El cómic erótico te deja más libertad o menos para crear?

No tenías una gran libertad creativa. La mayor parte de las páginas debían ser sexo explícito. Así que había poco margen para contar una historia. Aun así me lo pasé muy bien, aprendí mucho, sobre todo a entregar a tiempo y a darme cuenta de que una viñeta no es una ilustración. Conocí a muchos autores y gente de la editorial que con el tiempo han llegado a ser grandes amigos.

- Cuéntanos una anécdota “picante” de aquella época…

¿Nos leen niños? Bueno… recuerdo los consejos que me dio Berenguer, el director de la revista cuando lleve mi primera historia. Yo estaba muy avergonzado enseñando mis dibujos eróticos. Cuando acabo de verlos con detalle, se quitó sus gafas de vista y me dijo muy serio: “Tienes que dibujar los penes más venosos y las vaginas más húmedas”. Volví a la mesa de dibujo con esos consejos retumbando en mi cabeza.

- ¿Te has buscado algún “enemigo” entres tus amigos por autobiografiar demasiado sus vidas en ‘Memorias de un hombre…’

Sin ir más lejos, mi novia. Me dijo que ya estaba bien de contar ciertas intimidades. Cuando trabajas para la prensa y debes entregar todas las semanas, puede más la necesidad de contar cualquier cosa que la autocensura.

- ‘El invierno del dibujante’ es bastante ácido y crítico con la relación editorial-dibujante… ¿Es una forma de expiar demonios pasados?

¡Y presentes! En ciertas cosas ha cambiado poco el tema. Los autores seguimos siendo soñadores y los editores comerciantes despiadados. El mercado francés, por ejemplo, que parece el sueño idílico de los autores, se sustenta con editores que obligan a firmar contratos abusivos que harían hasta deseables a los que la editorial Bruguera hacía firmar a los dibujantes de El invierno del dibujante.

- Comenzaste trabajando en colaboración con un guionista. Después, has alternado proyectos individuales con binomios creativos. ¿Qué prefieres? ¿Qué formato te resulta más cómodo?

Prefiero trabajar solo. Como decïa, me gusta contar historias. Pero es bueno alternar trabajos con guionistas. Te sirve para aprender y no acomodarte con tu propia forma de contar las cosas.

- Cuando trabajas en solitario, ¿que te resulta más complejo, la viñeta o el guión?

Con las dos fases sufro. Cuando estoy escribiendo el guión tengo muy claro que estoy construyendo la base del cómic, si esta falla y cómic no funcionará. Pero llega un momento en que ves tus limitaciones y te engañas pensando que al dibujar arreglarás ciertas cosas.

Cuando llega el momento del dibujo eres consciente que la parte visual es lo que atrae al lector y que lo que no soluciones ahora ya no tendrá arreglo. Y de nuevo te das de morros con tus limitaciones como dibujante.

- Al principio tuviste más proyección en Europa, en mercados potentes del cómic como el francés. ¿Te has sentido “profeta en tu tierra” cuando se abrieron las puertas del mercado nacional?

Sí, he tenido mucha suerte en ese sentido. Aunque para empezar tuve que emigrar al extranjero, con el tiempo he podido ser reconocido en mi país y en mi ciudad. En una profesión en la que la mayoría de autores son más conocidos en el extranjero, mi situación es un privilegio.

- Como dibujante “emigrante”, ¿qué futuro le ves al cómic español?

Bueno, en cierta forma he dejado de ser emigrante. Ahora trabajo para una editorial española, Astiberri, y mis historias se dirigen principalmente a un público español.

Por eso soy optimista con el cómic español. De todos es sabido que vamos sobrados de grandes autores, pero nos faltaba una industria. Editoriales que arriesguen y produzcan obras pagando precios dignos. Pero esto sólo se puede conseguir teniendo lectores, y cada vez son más los que están descubriendo obras interesantes en este medio.

- ¿Y a Valencia como cuna de comiqueros?

Ahí no soy ta optimista. Aún a pesar de la gran tradición comiquera de esta ciudad, nunca ha llegado a arrancar un festival de cómic que se consolide.

- Tu hijo te dice mañana, que quiere ser dibujante (o diseñador gráfico, publicista, animador 3D…). ¿Qué le aconsejas?

Que se dedique a ello sólo si le apasiona por encima de cualquier otra cosa. Creo que son profesiones que debes disfrutar trabajando, sólo así le dedicas todo tu esfuerzo y todas las horas del día, ya sea trabajando o simplemente analizando lo que lees o ves.

- Tus obras han estado expuestas en el MuVIM. ¿Qué se siente al ser pieza de museo?

Es una experiencia bonita estar “colgado en un museo”. Pienso que el valor de una página de cómic es pertenecer a un conjunto. Por eso me planteé que la exposición debía ser algo más que páginas enmarcadas. Junto con MacDiego, el comisario de la exposición, nos planteamos que fuese algo didáctico que mostrase lo que se esconde detrás de las viñetas.

- ¿Qué opinas del webcómic como contrapartida para dibujantes sin editorial?

Es por fin la autoedición verdadera. Total libertad y todo el planeta como potenciales lectores. Pero hay que tener cuidado de que las grandes compañías tipo Amazon o Apple no lleven por el camino trillado de siempre la distribución del material.

- ¿Eres de horchata y fartons o no te tira tanto la tierra?

No soy de horchata y fartons, pero no viviría en otra ciudad que no fuera esta.

- Tanto ‘El faro’, como ‘El invierno del dibujante’ y ‘Arrugas’ tienen componentes de tu propia historia personal o cercana, detalles y vivencias de amigos y familiares. ¿Es imposible hacer una buena historia si no se le insertan pedacitos de uno mismo?

Siempre que haces cualquier obra le pones quieras o no pedacitos de ti mismo. Según para qué tipo de historias, es importante haber vivido muchas experiencias o cuanto menos ser capaz de empatizar con las de las personas que nos rodean. A la hora de hablar de sentimientos es difícil hacerlo si no volcamos nuestras experiencias. Pero no es imprescindible si cuentas otro tipo de historias. Borges decía que algo así como “mucho he leído, pero poco he vivido”. Ni falta que le hacía para hacer sus maravillosos relatos. Pero es evidente que son muy diferentes a los que puede contar Bukowsky, por ejemplo.

- ¿Para leer, prefieres el papel o el iPad?

Por el día leo en papel y por la noche en la cama con el Ipad. Incluso tengo libros en los dos formatos y los alterno.

- Recomiéndanos un cómic…

Uno de los últimos que he leído y me ha gustado es Cenizas, de Álvaro Ortiz. Otro podría ser la autobiografía de uno d elos grandes autores de manga, Tatsumi.

- Y te pedimos que te mojes… Una joven estrella del futuro?

Uff… Hay muchos. Tyto Alba me gusta mucho.