Revista Cultura y Ocio

Errores de los traductores noveles

Publicado el 07 mayo 2013 por Ismaelpardo @ismael_pardo
Siempre he pensado que hay que ir con pies de plomo cuando estás aprendiendo una profesión y no dar nada por sentado. Da igual que hayas hecho mil veces algo o creas que lo haces a la perfección: si no dudas de lo que haces, nunca podrás mejorar. Sin embargo, hay algunos momentos en los que, bien por inexperiencia, bien por ignorancia, los futuros traductores damos por sentado ciertos pasos del proceso traductor que no nos hacen crecer ni mejorar.
Tenemos la suerte de tener la profesión viva desde la universidad; es decir, desde que empezamos la carrera, estamos abordando textos de toda índole y dedicando mucho tiempo a otros asuntos que no son lingüísticos, como la contabilidad o las nociones básicas del trabajador autónomo. En este escenario controlado, irreal y no profesional, es normal que surjan varios errores que la mayoría de los traductores noveles comete (entre ellos, el que escribe estas líneas), así que no os desaniméis si os encontráis identificados en estos errores: ¡nos ha pasado a muchos!
El primer error que he visto en los futuros traductores —ya os digo que me incluyo— es el uso de las frases «es que se dice así» o «es que me suena mejor» para justificar su versión de la traducción. No solo son las frases que la generación que tiene todo a golpe de clic debería evitar, sino también porque hay que ir acostumbrándose. Mi gran amigo Sergio Núñez ilustró este error con un ejemplo una vez seamos traductores profesionales: imaginad que un cliente quiere saber por qué habéis traducido el texto como lo habéis traducido. Usar «es que me suena mejor» no funciona porque es una justificación subjetiva. Más bien, habría que intentar dar justificaciones objetivas, basándonos en corpus (para saber cuál es la opción más usada), en diccionarios o en manuales.
Hablando de diccionarios, manuales, enciclopedias y más material que podemos consultar, nos encontramos con el segundo error: la falta de documentación. Nos llevamos bien con los diccionarios bilingües, aunque no solemos ir más allá en los primeros textos que traducimos. No estamos acostumbrado a la búsqueda de documentación específica. Os voy a poner un caso; concretamente, el mío con un texto médico en clase. El texto si bien no estaba demasiado mal traducido, no era correcto porque no busqué textos paralelos, ni tampoco sabía que había ciertos automatismos y construcciones fijas que había que seguir en los textos especializados. Con el paso del tiempo, esto se convierte en algo automático (la búsqueda de documentación especializada), pero hay que tomar la costumbre.
La falta de costumbre también hace que no revisemos nuestras traducciones. No es que no queramos revisar, sino que, supuestamente, no conocemos el concepto de comprobar si una traducción está o no bien hecha, ya que se supone que lo hemos hecho lo mejor posible. Aun así, como la etapa de la documentación, la revisión acaba siendo casi automática, por lo que no hay de qué preocuparse, sino practicar.
La práctica de la traducción nos hace darnos cuenta de que traducir palabra por palabra, es decir, pegarnos demasiado al texto de origen, no nos sirve tanto como creemos. Hay que traducir el mensaje de la traducción, y no cada una de las palabras del texto. Aquí no me refiero a que nos lo inventemos, sino que, por ejemplo, no traduzcamos «he said» como «él dijo» cuando se sepa que quien habla es un chico. Son cosas que suelen darnos miedo cuando empezamos, pero que hay que eliminar de nuestras costumbres.
Y otra —la última ya— mala costumbre que tienen muchísimos estudiantes de traducción e interpretación es el no usar las herramientas de traducción asistida que existen, sino que trabajan con el texto directamente en un archivo del procesador de texto, ya sea Microsoft Word o similares. No digo que se compren, por ejemplo, el Trados 2011, porque es carísimo y sé que hay gente que no se lo puede permitir, pero hay herramientas TAO gratuitas, como lo es OmegaT. Hay que irse acostumbrando a usar este tipo de herramientas, pues en un futuro vamos a trabajar con ellas.
Y hasta aquí mi recopilación de errores que tenemos los traductores noveles. Evidentemente, no trato, ni mucho menos, de desprestigiar a los traductores novatos, sino, más bien, animar a aquellos que ven sus fallos. No sois los únicos, tranquilos. Todos hemos pasado y seguiremos pasando por estas etapas, que, con ganas de mejorar y mucha atención, acaban siendo cosas del pasado.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revista