Eruelo Crianza 2016

Yo mismo me he asustado, en esta mañana calurosa de domingo, en la que parece que el fuego de la calle podría tener origen en la radiación, cuando al abrir mi libreta, veo que apenas tengo las notas de dos vinos pendientes, y compruebo así lo dañida que mi faringitis ha sido en las últimas semanas. Así que voy con dos entradas, casi seguidas en el tiempo, sobre una misma bodega, a la que, por motivos de la falta de fortuna, no pude acompañar a mi amigo Andrés Septién en su visita, quien, no obstante, tuvo a bien cumplir con lo prometido, y traerme varios vinos, que os paso a detallar. Un Lannister siempre paga sus deudas, y mi promesa de caer por Torquemada a su puerta, será cumplida debidamente.

Entrada a la bodega, foto extraída del Instagram de la propia bodega

Señorío de Valdesneros es una bodega que arranca en 1997, cuando varios auténticos #winelovers de la zona, deciden trabajar en común para recuperar el patrimonio vinícola que la Historia les había entregado en usufructo. Torquemada, como otras localidades del Cerrato Palentino, cuenta con un interesante barrio de bodegas, pero mucha de la viña, de la cual se surtían estas bodegas, hacía años que había pasado a ser cereal, previo arranque. Quizás estos locos de Torquemada no querían acabar como en las cercanas Astudillo o Baltanás, donde ya no queda restos de vid. Años después, en 2018, Rubén Montero, enólogo y ya alma mater del proyecto, se pone a capitanearlo, buscando mejorar y dar a conocer mucho más los vinos de la bodega, implantando cambios en los vinos de Valdesneros que hoy podemos disfrutar. La bodega cuenta con cinco hectáreas de viñedo propio, y controla otras tantas, mayoritariamente tempranillo, donde podemos encontrar viñedos de reciente plantación, con otros más viejos en vaso; también elaboran ya un vino blanco, Neros, del que pronto os hablaré, con viura y albillo. Vamos con el Eruelo.

El Eruelo Crianza 2016, está elaborado por la Bodega Señorío de Valdesneros, desde Torquemada y perteneciente a la D.O. Arlanza. Es un monovarietal de tempranillo, vendimiada a mano, con una crianza posterior de 12 meses en barrica de roble francés y americano. Una vez más, siempre mencionar que la uva tempranillo de la zona del Arlanza, necesita tiempo en botella, para sacar su mejor expresión, por lo que, para nada, una añada de hace siete años, puede considerarse cerca de caducar, sino todo lo contrario.

Presenta un color cereza picota de capa muy alta , ribete atejado, lágrima fina, con un grado alcohólico de 14,5 %. Tímida nariz, fruta roja madura, algo de mentolado; buena acidez, elegante entrada en boca, vino regio, que gana mucho con la oxigenación, y en mi opinión, la recomiendo vivamente, cuerpo medio, taninos muy finos, casi impropios de la zona palentina, apenas se marca la barrica, con una persistencia ligera. El vino llegó a estar tres días abierto, siendo al tercero cuando pegó el buen arreón, con lo que recomiendo abrirlo con tiempo. Un buen Arlanza al que seguro volveremos.

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