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¿Es 007 Operación Skyfall (Skyfall, EU-GB, 2012) la avent...

Publicado el 22 noviembre 2012 por Diezmartinez

¿Es 007 Operación Skyfall (Skyfall, EU-GB, 2012) la avent... ¿Es 007 Operación Skyfall (Skyfall, EU-GB, 2012) la aventura número 23 de “Bond, James Bond”, la mejor de toda la saga, como algunos han escrito por ahí y por allá? Caray, no lo creo: aunque he visto todas y cada una de las películas jamesbondescas –incluyendo las no oficiales-, no podría afirmar que la tercera cinta protagonizada por el inglés Daniel Craig es la mejor de todos los tiempos. En todo caso, creo que sí resiste la comparación con algunas de las películas de la era Connery, con la injustamente olvidada Al Servicio Secreto de su Majestad (Hunt, 1969) y con el primer filme de la época Craig, 007 Casino Royale (Campbell, 2006) que, para algunos, es aun más logrado que 007 Operación Skyfall. Skyfall explota al máximo una situación ya explorada en la exageradamente solemne cinta anterior 007 Quantum (Forster, 2008): la relación de Bond con su maternal jefa de carácter de hierro, “M” (Dame Judi Dench). De hecho, el centro del filme es una suerte de triángulo amoroso freudiano en el que dos hijos luchan por la atención de su distante y fría mamá. Vea si no: el villano de 007 Operación Skyfallno es cualquier megalómano cerebro del mal, sino el exespía renegado Raoul Silva (formidable Javier Bardem) que, después de haber sido abandonado y entregado a los chinos por “M”, ha regresado a poner en jaque a todo el M.I.6 en general y a su jefecita chula en particular. Parafraseando al Padrino pero al revés, “no son negocios, el asunto es estrictamente personal”. Así pues, para defender a la Mamá Grande del Hijo Desobediente, entra en escena el Hijo Pródigo Bond, quien regresa a Londres después de haber sido dado por muerto en una operación que salió mal. Aunque 007 Operación Skyfall sufre del mismo problema de las dos cintas anteriores protagonizadas por Craig –una inclinación hacia una solemnidad exagerada-, creo que esta tercera película de la era Craig podría ser la transición hacia un Bond más cercano al original: el rudo, el violento, el mujeriego, el bebedor, el jugador, el ingenioso –que no chistoso, aclaro. Es decir, en esta película aparece ya más claramente el espía bon vivant al que todos nos habíamos acostumbrado: el que sabe degustar vinos, que gana fortunas en la ruleta, que pide su trago “shaken, not stirred”, que cabe a la perfección en su tuxedo, que se escabecha a cuanto malandro se le pone enfrente y que, ahí nomás pa’l gasto, se lleva a la cama a las mujeres más bellas que tiene a la vista. La última línea del filme apunta hacia esa dirección precisamente: hacia un Bond que mira sus próximas aventuras “con placer”. Curiosamente, 007 Operación Skyfall parece la primera película de una nueva serie: hay una transición fundamental –que no diré, aunque supongo que a estas alturas del juego ya todo mundo sabe de qué se trata-, aparece el nuevo Q (un eficaz Ben Whishaw), recuperamos a la extrañada Moneypenny y hasta sale del baúl de trebejos el Aston Martin con la música emblemática orquestada por John Barry como telón de fondo. Lo que nos lleva a preguntarnos: si esta cinta tiene el formato de la presentación de un nuevo James Bond, ¿para qué sirvieron las dos cintas anteriores de Craig? En fin. Lo cierto es que Sam Mendes dirige con prestancia las escenas de acción –la secuencia inicial pre-créditos es digna de lo mejor de la serie, la persecución en las entrañas del metro londinense es emocionante- y se luce aún más manejando un reparto que parece sobrado para una cinta de Bond, pues a los actores ya mencionados hay que sumarle a Ralph Fiennes en un papel que será clave en los filmes que siguen, y al siempre bienvenido Albert Finney en una suerte de cameo extendido. Entonces, ¿Skyfall es la mejor cinta jamesbondesca de la historia? No, no lo creo: le falta más “placer”, como diría el propio Bond al final. En todo caso, sí se trata de una de las mejores películas de la serie y, acaso, la más redonda de la era Craig. Y conste que digo acaso. Con el canon Bond hay que irse con cuidado. Merece respeto. Mucho. 

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