Revista Historia

¿Es Hobbes actual?

Por Nesbana

La palabra “clásico” puede ser empleada de forma muy variada e indistinta, y ser aplicada en contextos diversos. Un clásico, de acuerdo con la definición básica de diccionario, es aquel que permanece en el tiempo y se toma como modelo válido en una determinada disciplina, refiriéndonos a un autor o a una obra. ¿Es Hobbes un clásico? ¿Se puede considerar actual este pensador inglés del siglo XVII? En cierto modo lo es y conviene reparar en él, más allá de que sea considerado una figura clave en el pensamiento político occidental.

Hobbes realizó un análisis magistral y original acerca de la condición humana, inspirándose en la ciencia moderna del siglo XVII que conoció. Usó un método analítico descomponiendo la sociedad en sus múltiples partes para comprender su modo de funcionamiento. El ser humano era la última parte; divisible también. Caracterizó al ser humano como un ente movido por estímulos primarios y básicos, basados en el rechazo a la muerte y la atracción por la auto conservación. El hombre hobbesiano desea mantenerse con vida, conseguir un poder ilimitado, superar sus necesidades inacabables y calmar esa ansiedad perpetua. Es un ser humano que tiende hacia el estado de guerra permanente y que necesita, por tanto, una soberanía absoluta que lo detenga y que lo someta para vivir de forma “pacífica”. Necesita de un “Leviatán” que evite el “Behemond”: la guerra y la prevalencia de los instintos primarios.

Tristemente, observo que ese ser humano hobbesiano es más actual de lo que sería deseable. Algunas de las series de ficción que actualmente están en la parrilla lo demuestran. ¿Qué son las series sino una manifestación de la condición humana, de nuestros gustos, de nuestra naturaleza, y de nuestro comportamiento? Son tres las historias que me llaman la atención sobre la actualidad de este pensamiento: Dexter (Michael C. Hall, 2006), Breaking Bad (V. Gilligan, 2008) y The Walking Dead (F. Darabont, 2010).

Dexter
Dexter Morgan es un personaje que, a través de las siete temporadas emitidas, ofrece una imagen completa de su personalidad. Lo hace a través de un formato muy original, combinando el monólogo interior con la voz de su padre fallecido, a modo de conciencia. La impresión que da en las primeras temporadas de ser una serie llana y eternamente repetitiva, se rompe pronto ofreciendo una evolución del personaje más allá del “código de Harry”. El personaje de Dexter se independiza del marco en que ha sido creado y rompe este código, evolucionando hacia una naturaleza realmente hobbesiana, del mismo modo que su hermanastra Debra. El gusto por matar de las primeras temporadas —enmarcadas en el “código”— suple los instintos básicos; pero el cambio de las últimas temporadas hace entrar de lleno a la serie en una espiral vertiginosa de violencia y auto conservación hasta el último extremo. El último capítulo emitido demuestra esta gran evolución en el personaje de Debra, caracterizado ahora por estar imbuido de ese universo de la necesidad, e incluso del amor hacia su hermanastro.

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Lo mismo ocurre con Breaking Bad donde lo hobbesiano reluce por doquier desde el primer capítulo. No es así del todo en Walter White, el personaje principal, que entra en el mundo de la droga con fines incluso lícitos: proveer a su familia de dinero ante su inminente muerte. No obstante, el coqueteo de Walter con el reino de la necesidad se va haciendo palpable conforme pasan las temporadas; y el profesor de química abúlico y recto de los primeros momentos evoluciona hacia un capo de la droga sin escrúpulos. El Walter White de los últimos episodios de la quinta temporada es un ser rapaz, sin miedo y sin límites por ganar más y más; poniendo a prueba las simpatías del público hacia él. El director juega con la audiencia —del mismo modo que se hace con Dexter— cuestionando la aceptación y la legitimidad que otorgamos a los personajes. Desde luego, los magistrales personajes de Gustavo Fring, Mike Ehrmantraut y Saul Goodman en Breaking Bad son ejemplos redondos y arquetípicos, desde el principio, de este tipo de personaje del que hablamos.

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Por último, si nos referimos a The Walking Dead, el estado de guerra del Behemond se puede observar en las primeras escenas a través del viaje apocalíptico a Atlanta. La humanidad parece estar extinguiéndose ante la amenaza de un virus fatal; y ante este “estado de naturaleza” que se impone, se busca construir un nuevo orden social dentro de las comunidades supervivientes, a partir de los desechos de algo destruido. El principio de auto conservación guía a los personajes durante toda la serie, dentro y fuera del grupo conformado y de los propios individuos.

En un momento de parada y descanso a la espera de nuevas temporadas cabe preguntarse sobre estos fenómenos televisivos. ¿Qué tratan de mostrar? ¿Son reflejos de nuestra humanidad? ¿Son respuestas a las dificultades que vivimos? Y, ¿es esta naturaleza la causa de desastres y destrucciones que vive nuestro mundo, la causa de nuestra crisis? En definitiva, intentan reflejar cómo somos los seres humanos, o cómo podemos llegar a ser. Porque ésta es una de las preguntas básicas a las que se han enfrentado los clásicos como Hobbes: definir la naturaleza humana.


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