Revista Coaching

Es hora de empezar de nuevo

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

startTal vez esperamos, demasiadas veces, que todo cambie a lo largo del año. Pero pocos nos planteamos cómo debemos cambiar nosotros.

Sería excelente que en este tiempo distinto pudiésemos hacer balance. Una columna para el debe y otra para el haber.

Recopilar y extraer de nuestra memoria qué hemos hecho este año de provecho y qué ha quedado por hacer. Qué nos habíamos propuesto conseguir y qué no conseguimos nunca a pesar de nuestra batalla. Igual conviene detenerse un poco y volver la vista atrás para lanzarla más lejos al poner los ojos al frente.

O tal vez, debamos confesarnos con nosotros mismos en un acto de sinceridad improvisada que nos coloque firmes junto a lo que pretendimos alcanzar y ni siquiera hemos intentado. O por el contrario, seamos capaces de reconocer que caímos muchas veces pero otras tantas nos levantamos con el ánimo de continuar trepando en la escala hacia nuestra mejora.

Podemos comenzar en cualquier momento. Incluso debemos alegrarnos si cuando iniciamos las propuestas de reforma, para el año próximo, vemos que estamos deprimidos, angustiados, iracundos o infelices. Es un buen punto de partida. Posiblemente el mejor.

Porque estamos en la situación perfecta para conectar con lo que nos daña, con aquello a lo que tememos, con lo que nos produce sentimientos negativos y entonces… en contacto con el dolor puro, rasgar las vestiduras de su textura gruesa y densa para aligerar la carga transformándola en paso ligero y fresco hacia el bienestar.

No podemos empezar el nuevo tiempo donde estamos. Algo habrá que mejorar, algo que cambiar, algo que convertir… aunque todo nos vaya genial porque si es así, deberíamos trabajar la genialidad que les corresponde a los demás e invertir nuestro amoroso empeño en el resto de los que conviven junto a nosotros y también sufren.

Estamos conectados, todos pertenecemos a un gran mecano cuyo engranaje delicadísimo y exacto depende de la individualidad… de una, de muchas, de todas. Aportemos el aceite oloroso que mantenga suaves las relaciones, seamos amables, comprendamos y ejecutemos la vivencia del día a día con la necesaria compasión capaz de permitirnos entrar despacito en el corazón del otro.

Sólo así sabremos el color de su pena y la soledad de su alma; solo así podremos ofrecer una sonrisa abierta al extender la mano para apretar la suya.

Fuente : http://mirarloquenoseve.blogspot.com/

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