Es más sencillo apoderarse de una idea ajena que fabricarla uno mismo

Tener ideas no es nada corriente. Y menos, que sean buenas. De hecho, lo que se busca hoy más que nada, incluso el agua o el petróleo, son las ideas. Pululan por ahí, pero hay que encontrarlas. A veces están en lo más profundo de la selva, o incluso, en lo más hondo de una mente perturbada. O hay que resbuscarlas en la basura. No hay lugar donde no se escondan ideas, muchísimas de las cuales terminarán con sus dueños sin ser apercibidas. Muchas estarán latentes durante siglos. Y otras tendrán un "revival". Algunos se ofuscan cuando le roban una idea, y con razón, pero al mismo tiempo, si ha sido reconocida, ha sido una especie de rescate de los abisales océanos de las ideas. Platón las situó un plano inancanzable imaginario. Aristóteles las sumergió en los sentidos. Descartes, en el pensamiento. El cristianismo en Dios. El islamismo en Alá. Oriente en Buda...Pero las ideas están aquí dentro (me señalo la cabeza). Y hay quien ha aprendido a abrir un agujero, pequeño o grande, para que salgan a la luz y cambien el mundo de alguna forma, o al menos que les alivie el peso de la desesperanza. Hay algunos que tienen el talento, porque es un talento, de detectar las ideas con su olfato a miles de leguas para aprovecharse de ellas. Es más sencillo. Es más sencillo apoderarse de una idea ajena que fabricarla uno mismo. Pero así nacen las ideas, rescatándola del olvido a las que las sometemos a diario. Subestimamos nuestras propias ideas hasta que alguien te la quita. Algunos se quejan, pero, que te la quiten es igualmente un placer. Siempre será tu idea. Y además, sabrás que tienes un agujero, ¿dios? sabrá por qué, por donde fluyen a la superficie. Todos queremos reconocimientos por nuestras ideas. ¡Ay, queremos tantas cosas! Pero todo no puede ser.