Es que es un cuento

La realidad tiene brechas por donde la ficción se las ingenia para colarse. También sucede a la reversa. La ficción tiene trazas de realidad. A veces no tiene uno el discernimiento requerible y no sabe cuál es una y cuál otra. Una realidad excesivamente compacta no fascina. Tampoco una ficción absoluta. Lo idóneo es que se entremezclen, aunque a veces nos aturdan. Se vive mejor aturdido. Hay días en los que ambas discurren con plácida armonía. Otros son desquicio puro. Ves las costuras de lo real, percibes la voluntad infatigable de la ficción cobrando su sitio. En ocasiones, punzado por alguna inspiración extraterrena, traduces todo, lo entiendes todo. Esa certidumbre es volátil. Luego no te queda nada. Estás nuevamente solo y la realidad y la ficción juegan contigo, te confunden, te abrazan, te confortan, te hieren.