Revista Expatriados

¿Es Yudhoyono un bluff?

Por Tiburciosamsa
Uno de los mantras en el Sudeste Asiático en los últimos años ha sido el de lo bien que lo estaba haciendo el Presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono y cómo el país iba para arriba. Yo siempre lo escuché con un poco de escepticismo, acordándome de la presidencia de Fidel Ramos en Filipinas (1992-98). También aquellos fueron años de elogios para Filipinas y su Presidente. Luego se ha visto que tampoco fue para tanto. Sí, Fidel Ramos fue mucho mejor que su predecesora y que todo lo que vino después, pero muchas de las glorias que se cantaron entonces no pasaron de ser flor de un día. Ramos no pudo, por más que lo intentó, disfrutar de un segundo mandato para demostrar que no era un bluff. Yudhoyono sí que ha tenido la suerte (?) de disfrutar de un segundo mandato y… bueno, que ahora se oyen muchos menos comentarios sobre lo bien que lo está haciendo Yudhoyono. Yudhoyono ganó los primeros comicios presidenciales directos, que se celebraron en septiembre de 2004, con el 60% de los votos en la segunda vuelta, frente a la entonces Presidenta Megawati Sukarnoputri. Su victoria se interpretó como un mandato para corregir aquellos puntos en los que la presidencia de Megawati había sido más débil: control de la inflación y creación de empleo; seguridad interna, especialmente frente a la amenaza terrorista; lucha contra la corrupción; mejora en la educación y mantenimiento de la integridad del Estado. Por desgracia Yudhoyono tuvo que lidiar primero con un Parlamento donde estaba en minoría y luego con un Vicepresidente, Jusuf Kalla, que en diciembre de 2004 conquistó la presidencia del principal partido de oposición, el Golkar, y de pronto resultó que mandaba más que el Presidente. El sistema político indonesio a veces guarda esas curiosas sorpresas.A pesar de esas trabas, Yudhoyono dejó buen sabor de boca en su primer mandato. Gustó su estilo de liderazgo, siempre atento a buscar el consenso. Se sintió que se había esforzado, aunque no lo suficiente, para luchar contra la corrupción. Desde luego fue un puntazo que no impidiese que su consuegro fuese a la cárcel por corrupción, aunque, ¿quién sabe?, lo mismo hasta le satisfizo la condena, que lo de ver a tu familia política en apuros tiene su aquel. Indonesia consiguió unos resultados económicos notables y capeó el temporal de la crisis de 2008 muy bien. Tuvo tasas de crecimiento económico superiores al 5% durante ese período, entre 2004 y 2008 la renta per cápita se incrementó en torno al 40% y las finanzas públicas estuvieron bien gestionadas. El éxito fue tal que ya hubo quien dijo, - y no era indonesio-, que en lo sucesivo no había que hablar de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como locomotoras económicas emergentes, sino de los BRIICS (los anteriores más Indonesia.El segundo mandato de Yudhoyono, quien fue reelegido en julio de 2009, empezó con muy buen pie. Para empezar las elecciones legislativas celebradas en abril de ese año habían arrojado un avance espectacular de su partido, el Partido Democrático, que pasó de tener el 7’45% de los escaños del Parlamento a dominar el 20%. Yudhoyono tuvo además la sabiduría de escoger como compañero de tiquet electoral al Gobernador del Banco de Indonesia Boediono, un tecnócrata alejado de los politiqueos habituales en la clase política indonesia (sí, no somos nosotros los únicos que tenemos una clase política detestable). En su primera intervención tras su reelección dijo: “La reforma de la burocracia es una de mis principales prioridades como también lo es la lucha contra la corrupción. Si lo conseguimos, crearemos un clima favorable al crecimiento de nuestra economía y a la prosperidad del pueblo.” Y ya, para rematar, mantuvo a Sri Mulyani Indrawati al frente del Ministerio de Finanzas. Sri Mulyani había demostrado su disposición a poner orden en el caos regulatorio indonesio, para satisfacción de los inversores extranjeros y cabreo de muchos hombres de negocios locales que temieron que sus malas prácticas salieran a la luz. La primera decepción con Yudhoyono llegó en la primavera de 2010, cuando Sri Mulyani abandonó el Gobierno para irse al Banco Mundial. Muchos vieron su abandono como un “me voy antes de que me echen”. Por esas fechas a Sri Mulyani le caían pedradas de todos lados. Para empezar, se le acusó de intereses inconfesables en el rescate del Bank Century en 2008, en una acusación más dirigida a atacarla políticamente que a esclarecer la verdad. El Presidente del Golkar, el millonario Aburizal Bakrie, le puso la proa ya que, entre otras cosas, Sri Mulyani había tenido la osadía de investigar el inmenso fraude fiscal de sus empresas. El islámico Partido de la Justicia y el Bienestar (PKS), que sí que tenía cosas que ocultar sobre sus relaciones con el Bank Century, fue otro que le puso la proa. La impresión que dejó el asunto fue que el Presidente Yudhoyono no la había defendido y había preferido que se fuera a malquistarse con dos de sus socios en la coalición, el Golkar y el PKS. En lugar de reclutarlos en sus esfuerzos contra la corrupción, pareció que éstos le habían reclutado a él en sus esfuerzos para que nada cambiase en la política indonesia. Al menos Yudhoyono escogió a Agus Martowardojo para reemplazar a Sri Mulyani. Martowardojo es un tecnócrata con buenas credenciales para el puesto. La investigación del escándalo del Bank Century mostró que lo que Yudhoyono tenía entre las manos no era tanto una coalición de gobierno como una familia disfuncional. Yudhoyono tenía que pasarse casi más tiempo pensando cuál sería la siguiente perrería que su supuesto aliado Bakrie le haría, que enfrentándose a la oposición. Para su alivio todos, tanto en el gobierno como en la oposición, tenían algunos cadáveres en el armario de los que ocuparse, de manera que no tenían las manos tan libres como hubieran querido para darle estacazos. Estaba el caso de Gayus Tambunan, un oficial del fisco que había ayudado a las empresas de Bakrie a evadir impuestos. Estaba el caso de la carta de crédito ficticia que implicaba a un político del PKS. Estaba el caso de los sobornos en la elección del Vicegobernador del Banco de Indonesia, en el que estaban involucrados varios miembros del opositor PDI-P (Partido Democrático de Indonesia-Lucha)…En este ambiente en el que había mierda para dar, tomar y regalar, no es que el Partido Democrático de Yudhoyono se viese salpicado. Es que se vio hundido en la mierda hasta el corvejón. Todo empezó cuando se supo que el tesorero del partido, Muhammad Nazaruddin, había recibido sobornos para adjudicar las contratas para la organización de los Juegos del Sudeste Asiático, que tendrán lugar en noviembre en Sumatra. Eso no fue tan malo como el hecho de que cada vez que Nazaruddin abría la boca, el círculo de sospechosos de corrupción aumentase: el Presidente del Partido, Anas Urbaningrum; el Portavoz de la Cámara de Representantes, Marzuki Alie; el Ministro de Juventud y Deportes, Andi Mallarangeng; el Vicepresidente de la prestigiosa Comisión de Erradicación de la Corrupción, Chandra M. Hamzah; y hasta el propio hijo del Presidente, Eddie Baskoro Yudhoyono. Nazaruddin escapó del país, mientras la policía fue lo suficientemente considerada como para mirar hacia otro lado y no ver nada. Desgraciadamente, por más que se esforzaron en no encontrarlo, acabaron dándose de bruces con él en Colombia y ahora está de vuelta en Indonesia, calladito. Por el momento. Con estos antecedentes no extraña que los resultados de varios sondeos realizados en septiembre sean deprimentes. En uno, el 51% de los encuestados dijeron que los políticos indonesios están haciendo un trabajo malo o muy malo; un 25% de los encuestados ni se molestaron en responder. En otra encuesta, sólo el 12% afirmó que la clase política actual está haciéndolo mejor que la del tiempo de Suharto. El Presidente Yudhoyono aún mantiene tasas de aprobación del 53,2% (eso sí compárese con el 62% de votos con los que fue elegido hace dos años), pero ya empiezan a menudear las críticas a aspectos clave de su gestión: el fracaso en la lucha contra la corrupción y contra el terrorismo (aquí creo que las críticas no son justas y que no se puede decir que la política antiterrorista de Yudhoyono haya sido un fracaso). También la opinión pública va mostrando su preocupación por la falta de avances en la creación de empleo y en la lucha contra la pobreza. Por cierto, un pequeño dato que muestra que el crecimiento económico no lo es todo: aunque Indonesia tiene un PIB per cápita que casi triplica al de Vietnam, una madre indonesia tiene tres veces más posibilidades de morir al dar a luz que una vietnamita y un niño indonesio tiene tres veces más posibilidades de morir antes de los cinco años que uno vietnamita. En un intento de redorar sus blasones, Yudhoyono remodeló su gobierno hace unos días. Quiso hacer una remodelación en plan buen rollito y que satisficiera a todos. Mantuvo los equilibrios existentes dentro de la coalición de gobierno y recompensó a los leales, aunque ello supusiera conservar dentro del gobierno a alguien como el Ministro de Juventud y Deportes, Andi Mallarangeng, salpicado en el escándalo de los Juegos del Sudeste Asiático. Para compensar, nombró 13 Viceministros de carácter más tecnocrático, tal vez con la esperanza de que sean ellos quienes realmente impulsen las reformas en sus carteras. “The Jakarta Post” valoró la remodelación del Gobierno con un editorial que tituló sin ambages “La última oportunidad desaprovechada”. Espero que ése no sea algún día el título de un editorial para definir el segundo mandato de Yudhoyono.

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