Revista Cine

Escobar: Paraiso perdido

Publicado el 14 noviembre 2014 por Alvaromoral

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Andrea Di Stefano se enfrenta con Escobar: paraiso perdido al duro trabajo de retratar el ambiente que rodea la figura del traficante colombiano Pablo Escobar. Para ello ha contado con el magnético Benicio del Toro en el papel de Escobar que merecidamente se llevó su premio en el último Festival de San Sebastián. Sin embargo, la historia no se centra en él sino en Nick, un joven surfero canadiense,  que se enamora de María, la sobrina de Escobar. La película cuenta con este decisivo punto de vista para adentrarnos en el mundo corrupto y populista de tío Pablo.

Todo son esfuerzos en recrear desde el primer momento un clima de malestar y de sospecha que contrasta con el mundo de naturaleza exuberante y vida tranquila que esperaba encontrar Nick. Constantemente Di Stefano nos lo recuerda: Colombia no es solo sus paisajes sino que son pueblos pobres. María es una chica que dada su belleza irresistible no puede mas que dedicarse a los más necesitados. Y sin embargo, no se sabe si está más ciega a la realidad por la fortuna de su inocente tío Pablito o por el flechazo de amor a primera vista que siente por Nick. Y un ejemplo actual viene al caso: esta María bien se la podría comparar con la Infanta Elena que, según dicen, por su amor hacia su marido Urdangarín no pudo ver las irregularidades en las que participaba. En fin, Claudia Traisac cumple bien su cometido de novia fiel y servidora. Mientras Josh Hutcherson que da ¿vida? a Nick parece absorbido por su papel en Los Juegos del Hambre: mirada descolocada y sufridora que pretende en cada plano recordarnos que el no era más que un buen chico que al igual que María sospechaba de su futuro suegro pero las circunstancias pudieron con él.

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La figura de Escobar recuerda mucho a la de El Padrino pero desgraciadamente Andre Di Stefano no está a la altura de las circunstancias. Toda la historia está impregnada por ese tufillo llamado Josh Hutcherson que bien vale para Los juegos del hambre pero que en una historia que se empeña en recordarnos que se basa en hechos reales no me convence. La cámara al hombro e inestable le juega una mala pasada al sentimentalismo rancio que recorre la película. Es curioso que en una historia centrada en el sanguinario mundo de Escobar no veamos apenas matar a nadie y si acontece escuchemos siempre el disparo de fondo o veamos el cuerpo ya cadáver. Quizá la mayor crítica que se le puede hacer a Escobar: paraiso perdido sea que hablar sobre un mundo escabroso que significa miedo no es lo mismo que conseguir el miedo a través de la cara sufriente de Josh Hutcherson ni de los matones de Escobar al más puro estilo televisivo. Mostrar en el cine inocentes muertos no es sinónimo de sentimiento de compasión en el espectador. Si ni el protagonista ni la historia convence por su naif tratamiento, no se puede lograr que el espectador se compadezca o sienta pena.

 


Escobar: Paraiso perdido

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