Revista Cine

Escucha: the wire

Publicado el 21 julio 2010 por Alfonso

Existen dos modos de sentarse frente al televisor a ver una serie de ficción: semana tras semana, a la misma hora, en la misma emisora (bueno, esto no siempre ha de ser así), y esperar varios años a la conclusión de la misma (lo cual las más de las veces resulta cansado, difícil de cumplir e insatisfactorio), o hacerte con el pack de la edición completa una vez concluida y degustarla en dosis mínimas o de empacho, a diario o en festivos, en grupo o en soledad, sabiendo que las horas invertidas no serán muertas sino optadas por capricho, provechosas por tanto. Como en un mundo perfecto nuestros relojes marcarían el doble de tiempo libre tras los quehaceres, pues ya no se trata de divertirte, de cuidar y disfrutar de los tuyos tras las imposiciones, sino de crear imágenes digitales que nos promocionen, de mirar y mandar esemeses, de fotografiarlo todo, de viajar cada vez más lejos -e incómodamente- del hogar, ir al gimnasio, a la escuela de idiomas, cooperar con alguna oenege, ser infiel hasta la confusión, y un etcétera casi infinito, es por tanto la segunda opción la preferida por tan atribulada mayoría. Y, en este escoger, dar nuevas oportunidades a títulos que en el primer caso resultaron más bien poco atractivos es tarea que incluso suele reportar satisfacciones insospechadas, aunque no sea el caso que nos ocupa, pues un capítulo entrevisto de madrugada y firmado por HBO engancha sí o sí
Desde hace años HBO (Home Box Office), cadena por cable de Time Warner, se ha encargado de mostrar algunas de las más aclamadas series según los gourmets (Six feet under; Band of brothers; The Sopranos; Mad men; The Pacific; Deadwood -lástima de final interruptus-; Big love; Carnivàle; The wire), o las juventudes de largos colmillos (True blood), tan populares algunas que incluso pasaron de la pantalla pequeña a la grande (Sex and the city), o viceversa (Crash), todas con un tostado made in USA (con excepciones como Rome). A excepción de Lost y House, todos los grandes títulos de los últimos tiempos. Ir poco a poco pasando de una historia a otra, deglutir sus imágenes, intuir a sus personajes, se ha convertido, si no en una religión, si en una experiencia mística y enriquecedora: desde la intimidad del sofá nos dedicamos a crecer con sus dictados y a bendecir los capítulos en que competimos en una reputada oficina de publicistas en NYC, amortajamos cuerpos en LA o temblamos de frío en Bastogne. Son tan embriagadoras y adherentes todas ellas que resulta difícil recomendar un título a un amigo, pues siempre tenderemos a ensalzar el que nos roba el sueño en ese momento, o el recién terminado y llorado.
El caso particular es sugerir The wire: sus 5 temporadas (unas 60 horas de duración total), la gigantesca evolución de las intrigas policiales de las calles de San Francisco, Hawaii, la viciosa Miami. Cómo no hablar maravillas de Jimmy McNulty, Bubbles, Snoop, Omar -o la irracional simpatía hacia un asesino- y el resto de ciudadanos de Baltimore (Maryland) que se mueven con firmeza entre las drogas, la corrupción política, los muelles en manos de los mafiosos sindicatos de estibadores, los agentes que crean sus propias leyes y psicópatas, las clases experimentales de adaptación para jóvenes difíciles, los periodistas mentirosos. Unos personajes llenos de aristas (detectives mujeriegos y borrachos que brindan por sus colegas muertos a ritmo de The Pogues; camellos que tiran las drogas robadas por las alcantarillas o estudian economía; madres que mandan a sus hijos a la infecta oscuridad) y unas frases inmortales (“en este país solíamos fabricar cosas, construir; ahora metemos la mano en el bolsillo del vecino”; “nunca empieces una guerra con quien compra la tinta por barriles”) con quienes se hace más fácil sobrellevar el verano, el paro, el trabajo, la enfermedad, la rutina.
Y por si no hubiese atrapado la recomendación siempre se puede añadir el placer que supone ver al gran Steve Earle haciendo casi de él mismo (ojo: no es el único músico que tiene un papel) o que los créditos se acompañen de Way down in the hole (en la voz de su autor, Tom Waits, o en espléndidas versiones, según la temporada). Lo de menos es decir que las pesquisas y acusaciones nacen y se basan en las escuchas telefónicas, y que los casos duran meses antes de resolverse, si la justicia no lo impide. Lo de más, hablar maravillas del elenco, de la realización, de los escenario, es algo que se da por hecho: it's not tv, it's HBO.
The wire es grandiosa, real, punzante. The wire es lo que ocurre en las calles mientras tú ves la televisión.
ESCUCHA: THE WIRE
Omar

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas