Revista América Latina

Ese balcón que a veces olvido

Por Goyitoparana
A veces tengo la impresión de mirar la vida como desde un balcón. Me da la sensación de que estoy en una posición geográfica elevada, mirando los recuerdos y todo lo que ha acontecido o acontece en mi vida. De golpe es como que entro en un trance y adopto una mirada instropectiva... y todo se transforma.
Lo bueno de este balcón-diván imaginario es que allí puedo escaparme cuando quiera. No importa si afuera llueve o a hay mucho sol. Tampoco tiene horario. Lo bueno, incluso, es que cuando no es del todo agradable lo que a veces visualizo, siempre es productivo. Puedo sentarme en una plaza, en un jardín, en la playa y mirar hacia ninguna parte e imaginar que estoy en ese balcón mirando la vida. Me cuelgo, sólo eso. Puedo pasar horas en esa burbuja observándolo y percibiéndolo todo, super sensible y delicado.
Hay momentos en los que me olvido de él por largos períodos hasta que desesperado busco la manera de acercarme nuevamente para analizarme. También hay momentos en los que tengo la sensación que me llama sin que yo lo necesite en el momento menos oportuno. No importa si es una reunión, una comida con amigos, mientras conduzco, estoy en el trabajo o mirando una película. Me voy, me abstraigo, hago un paréntesis y me voy. A veces lo necesito y a veces lo detesto; pero al fin y al cabo amo ese momento porque estoy con mi "yo" más interno -o no sé si llamarlo alma, o muerte, o es mi alter ego -no me interesa buscarle una etiqueta, una razón-. Ni siquiera una cura.
Yo supongo que hay gente que le sucede lo mismo y se asusta, pero yo convivo con "esto" desde niño cuando viajaba o escuchaba alguna canción y los pensamientos se concatenaban vaya a saber uno con qué lógica; que hasta a veces un recuerdo me transportaba a otro y así, infinitamente, saltaba de pensamiento en pensamiento sin saber a veces ni cuál había sido el punto de partida o disparador. Ha sido, desde que tengo memoria, mi diván, mi consejero, mi espejo y hasta es una gran compañía cuando me encuentro solo o en ciertos momentos donde no quiero ver ni oír a nadie más que a mí mismo....
De a ratos me veo sonriendo para mí mismo. Y a veces me río de mí mismo. Otras me lamento y me pongo triste también. Es un continuo observar. Hacia adentro y hacia afuera. Al pasado y al futuro. A los errores y a los aciertos. En algunos casos hasta pareciera que puedo viajar en el tiempo y situarme en un preciso momento en un determinado lugar y sentir la atmósfera perfecta tal cual lo fue en aquel momento que estoy recordando. Ahí es todo placer y cosquillas. El tiempo allí no tiene sentido, pierde su esencia y su concepto.
He descubierto también que este balcón de sensaciones, pensamientos y reflexiones se ve potenciado cuando el entorno es un paisaje que además de natural es bello. Por eso disfruto mucho cuando el entorno es la naturaleza y me siento pequeño. Además, he descubierto que este balcón tiene piloto automático y puede hacerme imaginar pinceladas de mi vida, como versiones de mí multiplicadas y distribuidas en diversos lugares y situaciones generando en algunas ocasiones que me pierda en laberintos ezquizofrénicos, haciéndome creer de a ratos que he perdido dulcemente la cordura.
Es algo que nunca se lo dije a nadie, pero hace un tiempo que estoy pensando que de a ratos ya estoy hilando fino, caminando de puntillas, sobre la delgada línea que me separa de la locura. O de la verdad. O quizás esto es algo que les pasa a todos los hombres del planeta en algún momento de sus vidas. O quizás los acontecimientos que me han sucedido últimamente me han hecho reaccionar y despertar de muchas cosas que pasaban desapercibidas antes para mí, aclarándome la mente dejando de ser tan rudo conmigo mismo, mostrándome natural y transparente y escuchando más mi corazón. O quizás sea solo vanidad de mi parte decir todo esto... O quizás...
Y así estamos... estos dos meses, a pesar de la inmovilidad física, me he mantenido activo y super conciente y todo ese tiempo me ha llevado a observar más seguido mi vida y con más detenimiento. Observando, lo que yo creía por entonces que eran cosas malas, con una sonrisa y deleitándome con los buenos momentos vividos y revivirlo lleno de emociones. Ese balcón lleno de flores que a veces olvido. Ese balcón que es mi alma y que no acostumbraba a mirar seguido.

Fui perro en otra vida...


Fui perro en otra vida... "Puedo sentarme en una plaza, en un jardín, en la playa y mirar hacia ninguna parte e imaginar que estoy en ese balcón mirando la vida. Me cuelgo, sólo eso. Puedo pasar horas en esa burbuja observándolo y percibiéndolo todo, super sensible y delicado"




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