Revista Opinión

España: callejones sin salida

Publicado el 11 febrero 2017 por Franky
España: callejones sin salida La baja calidad y nula fiabilidad de la clase política sitúa a España en muchos callejones sin salida y frente a numerosas contradiciones y dilemas sin solución. España vive inmersa en un gran caos frustrante y decepcionante donde nadie se siente a gusto, salvo dos especies dañinas: los políticos y los corruptos.

Un callejón sin salida es el de la Constitución. La actual no es democrática porque ha sido redactada para beneficio de los partidos políticos y margina al ciudadano. Es obvio que necesitamos una nueva Constitución, pero no es recomendable poner a los actuales políticos a redactarla porque no son dignos de confianza. Hay que dejar esa labor a futuras generaciones, cuando los políticos sean decentes, pero entonces, con políticos éticos y demócratas, es probable que la Constitución no sea ya necesaria y que el país pueda gobernarse conforme a las leyes de la misma democracia, que son ricas y sabias.

Otro callejón sin salida es el de la solidaridad ciudadana y el pago de impuestos. Muchos españoles que conserva el trabajo e ingresos suficientes se sienten impulsados a pagar más impuestos para ayudar a los más desposeídos y necesitados, pero no se fían de los políticos como administradores de esos fondos y temen que en lugar de ser utilizados para financiar servicios sociales y de protección de los débiles sean utilizados para enriquecer a corruptos y a canallas con carné de partido. Entonce ¿Que hacer? La mayoría opta por no hacer nada o por defraudar al sospechoso fisco.

La economía empresarial es otro conducto sin salida y cargado de contradicciones y dramas. Los impuestos y la burocracia asfixian a las empresas y, para colmo de males, muchos clientes no pagan, siguiendo el ejemplo de las administraciones públicas, que son las que peor pagan en el país. A muchas empresas, debilitadas, le quedan dos opciones: cerrar o pasar a la clandestinidad y funcionar en la economía sumergida, eludiendo impuestos e incumpliendo la ley. Entonces llega la represión y el miedo a ser descubiertos y pagar esa opción de supervivencia con multas terribles y cárcel. Hay una tercera opción que cada día cobra más fuerza: escapar de la sucia e injusta España, salir del área de influencia de los insaciables y avarientos políticos españoles y establecerse como empresarios en otros paises mas justos y menos codiciosos.

Mención especial merece el callejón sin salida del nacionalismo catalán, contra el que millones de españoles se alzan hoy, indignados, cuando descubren que detrás del independentismo se esconden la corrupción, la mentira, el odio a España, el desprecio a la Constitución, a los derechos humanos fundamentales y a las sentencias de los grandes tribunales. Pero, tras reflexionar, uno se pregunta: ¿Merece la pena oponerse cuando nuestros grandes partidos nacionales son los culpables principales del drama por haber pactado con los nacionalistas cuando necesitaban sus votos y haber permitido todos sus abusos, cerrando los ojos a la ignominia y prevaricando, permitiendo incluso el acoso y marginación de los que empleaban el idioma español común y el adoctrinamiento en la mentira y el odio antiespañol de generaciones enteras?

El país está lleno de caminos sin salida y de trampas para seres honrados, colocadas por una clase dirigente injusta y carcomida por la avaricia, que antepone sus intereses al bien común y que no duda en destruir derechos y aplicar recortes a servicios vitales antes que cerrar una televisión pública o renunciar a las vergonzosas subvenciones que reciben partidos políticos y sindicatos, rechazadas por una inmensa mayoría de ciudadanos cuya opinión nunca es tenida en cuenta por los sátrapas gobernantes. Mientras los políticos españoles no emprendan, con decisión, la tarea de adelgazar rotundamente el Estado que han creado, multiplicando por 17 las estructuras de gobierno necesarias, España no tendrá solución y vivirá lastrada por el rechazo de los ciudadanos a sus políticos y por déficits democráticos insufribles y castrantes.

¿Si la Justicia no funciona, para que denunciar? ¿Te tomas la Justicia por tu mano? ¿Me presento a unas oposiciones oficiales o me doy por vencido antes, sabiendo que los enchufados van a recibir ayuda extra, quizás conociendo previamente las preguntas o beneficiados por un tribunal arbitrario? ¿Pido o no pido subvenciones, a las que tengo derecho, a pesar de que sé que no me las darán porque no tengo amigos en el partido? ¿Exijo que mis hijos estudien en idioma español o renuncio a ese derecho constitucional para no señalarme y sufrir las represalias del inmoral y fascista nacionalismo catalán? ¿Ejerzo mi derecho al voto o, consciente de que ningún partido lo merece, voto en blanco, deposito un voto nulo o me abstengo? ¿Puedo fiarme de lo que prometen los líderes de este o de aquel partido o harán como ha hecho Rajoy, que ha incumplido sus promesas electorales? ¿Recurro una multa o renuncio a ese derecho, consciente de que la palabra de un guardia tiene más fuerza y poder en este país que la misma verdad?

En fin, que la mejor y única opción que nos va quedando es emigrar en busca de un país como el que en España no hemos sabido construir, por permitir que una manada de egoístas ineptos, incapaces de ser decentes y justos, controlen el poder.

Claro que la otra opción, quizás la más digna, sea incorporarse a la resistencia, convertirse en un disidente y plantar cara a la indecencia mediante la protesta, la defensa de la verdad y el más profundo y lícito rechazo a un poder que, ajeno al bien común, no cabe duda que es inocuo y antidemocrático.

Francisco Rubiales


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