Revista Opinión

España, país de cobardes y pusilánimes, necesita rebeldía

Publicado el 24 julio 2015 por Franky
Hartos de soportar a cobardes, quejicas y lloronas. Los demócratas y la gente decente de España se siente rodeada de cadáveres ambulantes y de alguna gente valiosa que se limita a lamentarse y a quejarse inútilmente de España, derramando lágrimas cobardes, pero sin poner músculos y neuronas al servicio del bien. Hay cientos de miles de personas inquietas que sienten y critican los males de España, pero no somos lo bastante rebeldes, ni avanzamos con la fuerza y velocidad que España demanda. Hay que aprender con urgencia a transformar la inquietud en fuerza, la indignación en protesta temible y las neuronas en dardos que derroten a la legión de los miserables y corruptos que tienen a España anegada y asfixiada en lodo pestilente. --- España, país de cobardes y pusilánimes, necesita rebeldía España necesita la rebeldía ciudadana mas que el aire que respira. Muchos creen que el mayor problema de la nación es su nefasta clase política, pero en realidad el gran drama de España es su escasez de ciudadanos y de gente capaz de rebelarse contra lo injusto y lo indecente. La cobardía de los millones de borregos españoles hace posible que el país sea mal gobernado y maltratado por una clase política que no merece ni reconocimiento, ni respeto, ni ser tratada como democrática.

Hay miles de ejemplos que ilustran la inmensa cobardía española. Uno de ellos, quizás el mas sangrante, es el silencio de los que en Cataluña no quieren la independencia, un silencio cobarde que permite que el mundo perciba la falsa imagen de que en tierras catalanas sólo hay independentistas cargados de odio a España.

Pero hay mas silencios hirientes, como el de los que llaman democracia al sistema político español, a pesar de que no cumple ni una sola de las exigencias fundamentales de esa doctrina: ni separación de poderes, ni Justicia igual para todos, ni elecciones realmente libres, ni una sociedad civil fuerte que sirva de contrapeso al poder, ni defensa de los grandes valores, ni controles suficientes para el poder y los partidos políticos, ni democracia interna en el funcionamiento de los partidos, ni una prensa libre capaz de fiscalizar a los poderosos y un largo etcétera de carencias que hacen de España un territorio dominado por la corrupción, el abuso de poder y la caída de los valores.

La cobardía española es rotunda y vergonzosa al permitir que los políticos gobiernen sin tener en cuenta los deseos del pueblo. Las encuestas reflejan claramente que los ciudadanos no quieren financiar con sus impuestos a los partidos, pero los políticos siguen repartiendo entre sus partidos cuantiosas subvenciones. Tampoco quieren los ciudadanos que los delincuentes que roban dinero público salgan de la cárcel hasta que no devuelvan el botín, pero los políticos cierran los oídos a esa demanda masiva del pueblo, demostrando que mas que demócratas son sátrapas sin decencia. Los españoles claman masivamente por adelgazar el obeso y enfermo Estado español, tal plagado de parásitos políticos inútiles e innecesarios, y por reformar las administraciones públicas y la estructura del poder, donde hay demasiados gobiernos, parlamentos, instituciones duplicadas y triplicadas, inservibles para la democracia, que no cumplen otra misión que satisfacer el ego y el lujo de una clase política que soporta sin sentir vergüenza el desprecio y el rechazo de su propio pueblo, reflejado reiteradamente en las encuestas.

Si la democracia es el "gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo", la falsa democracia española es el "gobierno de las élites, para las élites y por las élites", toda una desvergüenza que la ciudadanía nunca debería consentir.

España necesita dosis de rebeldía con urgencia, una rebeldía ciudadana indignada que provoque miedo y respeto en una clase política que desconoce la democracia y que se comporta como dictadora.

La pasividad de los españoles ante el cúmulo de estragos que causan sus políticos es incomprensible en un pueblo que fue mundialmente reconocido por su valor, tesón y sentido del honor. Parece evidente que el primer gran logro de la falsa democracia ha sido cambiar el alma de los españoles, eliminando la decencia, la rebeldía y el sentido de la libertad y del honor, envileciéndola y convirtiéndola en manada de esclavos.

Los grandes dramas del país, como la amenaza independentista de una parte de Cataluña, el endeudamiento incontrolado, el despilfarro, la corrupción masiva, el asesinato de los grandes valores, la marginación de los ciudadanos, la perversión del poder, la mentira institucionalizada y las violaciones continuas a la democracia y la decencia, no las van a solucionar nuestros políticos, creadores de ese obsceno caldo de cultivo, sino la rebeldía popular, un pueblo que diga ¡Basta! al mal gobierno y a la sucia e inmoral actividad de los partidos, los políticos y sus aliados financieros, mediáticos, miembros del poder judicial y de las fuerzas de represión policial.



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