Revista España

España se moviliza de nuevo

Publicado el 13 noviembre 2012 por Santiagomiro

14-N: todos a la huelga.
Frente a la huelga general que mañana se llevará a cabo en toda España, estas son algunas de las excusas que el Gobierno ha empleado para no secundar la protesta: no sirve de nada, los sindicatos son unos vendidos, a mí no me afecta y, en mi empresa, la mayoría trabajará. Dice que las protestas y las huelgas son casi siempre inútiles e ineficaces, pero, mientras no se demuestre lo contrario, son las únicas armas con las que se puede combatir la situación a la que el Gobierno del PP nos ha llevado. Los sindicatos mayoritarios añaden que nunca ha habido tantos motivos para hacer huelga y que los motivos para no hacerla son tan simples que no se aguantan por sí solos.

Se refieren a lo aludido por la patronal –tengo derecho a ir a trabajar– para recordar que dicho derecho sólo existe el día en que se convoca la huelga general. El resto del año, la patronal se olvida de él y de los seis millones de parados que han perdido el derecho a trabajar. Otros argumentos que suelen sacar los defensores del trabajo en el día de huelga es que, con la que está cayendo, no es el mejor momento para hacer huelga. Dicen que no es la mejor ayuda a la buena imagen de España, pero se olvidan de que hay otras imágenes más dañinas como las largas colas de parados ante las oficinas del INEM, las salvajadas de la Policía, los 500 desahucios diarios, al apetito desmesurado de los banqueros,  las amnistías fiscales… Además de las medidas que dañan directamente el pequeño comercio, como la subida del IVA, la libertad de horarios, etcétera.  Recuerdan que esas y no otras son las imágenes que dañanla reputación.           

El pasado día 5 de noviembre, la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT) anunciaba que los efectos de la crisis en nuestro país están siendo devastadores. Decía que el brutal retroceso no se relaciona con el origen y las causas de la crisis, sino más bien “con políticas que se han venido adoptando para hacerle frente”. Sostenía que la llamada “austeridad” no es sino la renuncia al papel regulador y redistribuidor del Estado, poniéndolo al servicio de los intereses privados. “Supone el abandono del carácter social del Estado que nuestra Constitución consagra y cuyo desarrollo, con todas sus limitaciones, ha permitido avances económicos y sociales durante treinta años. Y ello, cuando el origen de la crisis está precisamente en la renuncia por parte de los poderes públicos a regular y controlar las actividades financieras, que acabaron desbordando todos los límites de la especulación, estallando y arrastrando a toda la economía”.  

La UPIT nos recordaba que cuando se nos dice que no hay dinero para todos, que los sacrificios hay que repartirlos y que seremos recompensados en el futuro por nuestros esfuerzos de ahora, se nos pretende engañar clamorosamente. “No hay dinero para los servicios públicos, pero sí para tapar los enormes agujeros de los bancos (malos y menos malos), de las autopistas privadas o de las eléctricas. Se nos oculta que la desigualdad ha crecido en España más que en ningún otro país de la UE, que el peso de los salarios en la renta nacional pierde peso un año tras otro frente a las rentas del capital. Cualquier cosa antes que una real distribución de los esfuerzos, todo menos exigir más a quien más puede. Y el resultado está a la vista: ni la economía se recupera ni desciende el desempleo, sino todo lo contrario”. Por estas y otras razones minuciosamente descritas por la UPIT, cree necesaria esta huelga convocada por los sindicatos de clase que reclaman un cambio de orientación en las políticas económicas y sociales.


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