Revista Opinión

España y el PP pierden su "Esperanza"

Publicado el 18 septiembre 2012 por Franky
España y el PP pierden su La dimisión de Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad de Madrid, deja a España y al PP sin uno de las pocos políticos que existían con ideas propias, capacidad para defenderlas y valentía suficiente para plantar cara a los adversarios con osadía y verdad, dos valores insólitos en esta España de cobardes y vividores. Su retirada, misteriosa y todavía incomprensible, podría estar motivada por el deterioro de su salud, por motivos estratégicos o por el asco que siente ante una política de la que ella forma parte. Cualquiera que sea la razón, su dimisión es tan ejemplar como lamentable, en los presentes momentos, cuando en España no dimiten ni los delincuentes pillados con las manos en la masa, pero su salida deja a la política española todavía con menos esperanza y dominada por una inmensa pandilla de mediocres y sinvergüenzas.

Ojalá la razón de su retirada sea estratégica, porque quiere reservarse para el futuro y reaparecer posteriormente como solución, después del gran desastre que amenaza a España bajo el mando de Rajoy y la debacle electoral que se avecina para su partido, por haber sido adalid y promotor de injusticias, arbitrariedades, mentiras y agresiones contra la ciudadanía y la democracia.

Sin embargo, a pesar del dolor que produce a los escasos demócratas que sobreviven en España que se marchen los menos malos, de la política y los menos cobardes, hay que otorgar a doña Esperanza Aguirre la parte de culpa que le corresponde por ser élite dirigente de su partido y por haber ocupado altos puestos en el desgraciado Estado español. Que sepamos, a pesar de su descaro y aparente valentía, nunca ha denunciado los abusos de la clase política, de la que ella formaba parte, ni los sufrimientos inmerecidos y los maltratos a los ciudadanos perpetrados por la clase política española, ni ha pedido perdón porque ella y los suyos (los políticos) han conducido a España hasta el matadero de la historia, destrozando la economía, el prestigio y la alegría de sus ciudadanos.

Todos estos pesados "pecados", cometidos por ella, por acción u omisión, como dirigente político, quizás sí expliquen su dimisión, consecuencia del hartazgo y del deseo de que los últimos años de su vida transcurran en la decencia y el amor de la familia, libre de la suciedad política en la que ha vivido durante décadas.



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