Revista Cine

Especial ‘Expediente X’ – Tercera Parte

Publicado el 19 febrero 2012 por Cinefagos

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Consolidada frente al público y con una trama que había encontrado un buen equilibrio, Expediente X se posicionaba como una de las series de más éxito en la televisión. Era en ese momento cuando sabían más o menos lo que querían, y cuando llegaron a la conclusión de que Mulder y Scully podrían tener un salto al cine y trasladar sus aventuras e investigaciones a la pantalla grande. La película marcaría el final de una época, e iniciaría otra nueva, pero para llegar hasta ella habría que pasar por uno de los momentos más apasionantes, el instante en que la serie descubre su entidad propia y deja atrás las influencias. Ya no es una nueva Twin Peaks, ya tiene nombre propio y una serie de elementos característicos. Las raíces cinematográficas dejan paso a los guiños cinéfilos, y saldremos de los Estados Unidos para descubrir que la trama de la invasión extraterrestre abarca el mundo entero a la vez que descubrimos que la Guerra Fría realmente no ha terminado, y que rusos y americanos compiten por ser los primeros en encontrar una forma de sobrevivir a un inminente holocausto mundial.

 

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Antes de entrar en la cuarta temporada, tenemos que hablar del final de la tercera y que dejé sin comentar porque al ser un capítulo doble, era más fácil de comprender si lo veíamos ahora. En mitad de un atraco a una cafetería, un misterioso y calmado hombre conocido como Jeremiah Smith cura las heridas de bala de varios rehenes, despertando el interés de Mulder y Scully por ello. Además, parece que el tal Jeremiah es capaz de cambiar de forma, algo que ya hizo el Cazarrecompensas extraterrestre en su momento.

Jeremiah parece desaparecer del mapa cuando El Fumador lo captura y encierra en una prisión. Por lo que sabemos, Jeremiah es un extraterrestre, un rebelde, alguien que se opone al Proyecto de invasión, y El Fumador lo critica duramente, ya que él no cree en los milagros como las sanaciones espontáneas, y piensa que no hay que dar esperanzas a la humanidad ya que “la fecha está fijada”. El Fumador, a quien conoceremos muy a fondo dentro de poco, se nos muestra no como un hombre poderoso y concentrado en su trabajo, sino como alguien que ya llegado a la conclusión de que no hay nada que se pueda hacer por cambiar la situación en la que él vive, y que eso le ha destrozado por dentro. Está resignado, es como un gran pozo melancólico que hace su trabajo porque alguien tiene que hacerlo. Sin embargo, como cualquier otro, aprecia su vida. Es por eso que libera a Jeremiah cuando éste le comunica que se está muriendo de cáncer de pulmón, ya que aunque Jeremiah esté lanzándose un farol, no quiere arriesgarse. Así, el rebelde extraterrestre abandona la cárcel antes de que el Cazarrecompensas lo elimine, como hizo antes con los Gregor y como hace con todo lo que amenaza los planes de los extraterrestres.

Además, El Fumador es el responsable de un colapso que sufre la madre de Mulder, a quien presionó para que recordase algo. Fox recibe un mensaje de su madre, y acude a su casa de verano en la que empieza a buscar lo que ella le pidió. Es entonces cuando descubre un arma, un afilado punzón que se utiliza para acabar con estos seres metamórficos. Mulder entonces tiene la idea de que si Jeremiah es capaz de curar, tal vez sea capaz de sanar a su madre, lo único que le queda. Pero para ello, tendrán que evitar al Cazarrecompensas, que llega hasta ellos listo para acabar el trabajo.

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Tras ese corte brusco, empieza la cuarta temporada. Scully es apartada de un manotazo (Cómo se la quitaron de encima los guionistas…) y persigue a Mulder y Jeremiah, pero logran escapársele una vez más. Es entonces cuando Jeremiah le dice que puede mostrarle algo importante acerca de La Verdad, y traspasan la frontera hasta llegar a Canadá, donde encuentran una plantación que parece estar cuidada por varias parejas de chicos y chicas clónicos entre los cuales Mulder descubre a una copia muy joven de su hermana. Aunque no se trata de su verdadera hermana, Mulder desea llevársela, pero aparte de ser un clon, esta chica no puede hablar porque es una obrera, como las abejas modificadas genéticamente que tienen su colmena en algún lugar entre la plantación y que, como vemos al principio del capítulo, son capaces de matar con sus picaduras.

Mientras tanto, Scully y otro agente del FBI (el agente Pendrell, el pagafantas oficial de la serie), descubren que Jeremiah Smith, del que también existen otros clones idénticos, trabajaba en un programa de la Seguridad Social y que tiene como objetivo elaborar un censo sobre todas las personas que han sido vacunadas contra la viruela. En teoría, cada vez que una persona es vacunada, una proteína se inoculaba en el cuerpo, lo que era una forma de etiquetarlas e inventariarlas, como si fuera mercancía. Quizá pocos se acuerden de que entre los documentos escritos en el idioma navajo que Krycek robaba, el padre de Fox Mulder hablaba de “mercancía” y “vacunación”. Esto queda un poco en el aire, pero tendrá sentido más adelante.

Mulder intenta sacar de la plantación a un clon de su hermana, pero el Cazarrecompensas aparece y no sólo acaba con ella, sino también con Jeremiah Smith. Mulder no puede obtener ninguna prueba de lo que ha visto, ya que los niños y la plantación han sido destruidos, y su madre, agoniza en la cama de un hospital. Además, el segundo informador, el Señor X, también es asesinado, poco después de dar una pista que pueda guiar a Mulder hacia su próxima fuente y que por primera vez será una mujer: Marita Covarrubias.

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Al final de estos capítulos en los que hemos descubierto bastante, pero nos hemos quedado sin nada, el cazarrecompensas llega al hospital donde está la madre de Mulder. Allí se encuentra El Fumador, de quien ya hemos sabido que mantuvo una relación con la madre de Mulder, y le pide que la cure. No por nada en especial, o eso quiere hacer creer a todos los demás, sino porque con ella muerta, Fox Mulder no tendría nada que perder y sería mucho más peligroso. Con ella viva, siempre podrán volver a ejercer presión donde más le duele. Sin embargo, nosotros empezamos a pensar que El Fumador tiene un pequeño y negro corazoncito, pero que eso no le hace más humano de lo que ya pensábamos que era. Sigue siendo, como bien dicen Mulder y Scully en repetidas ocasiones, un hijo de puta.

Como vemos, los guiones de la serie no se caracterizan precisamente por su simplicidad, y a menos que estés pendiente, puedes pasar por alto detalles importantes. Y por supuesto luego están los huecos propios de una serie de televisión, como qué narices hace un extraterrestre metamórfico en un restaurante, exponiéndose a sí mismo y a su trabajo al curar a las víctimas del atraco.

Estamos a punto de llegar a uno de los arcos más traumáticos de la serie, el cáncer de Dana Scully. Sin embargo, hasta llegar a eso hay muchos y grandísimos capítulos autoconclusivos, como Home, uno de los más crudos y que nos cuenta la historia de una incestuosa familia, o Teliko, un hombre que absorbe la melanina de la piel, convirtiendo a hombres de raza negra en estatuas de mármol. Sanguinarium nos muestra rituales de magia negra (y por qué no puedes fiarte de los cirujanos). Paper Hearts hace que Mulder busque a su hermana en sitios más prosaicos, como entre las víctimas de un asesino en serie, mientras que El Mundo Gira habla del famoso Chupacabras.

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Y es entonces cuando por fin sabemos (aunque no con certeza) quién es El Fumador. Dejamos de verle como un hombre opaco para conocer hasta dónde llega su control sobre la historia de los Estados Unidos. Se trata de ‘Reflexiones de un Fumador’. Un capítulo escrito en parte por el propio actor que interpretaba a este personaje y que cuenta con un montón de guiños cinéfilos claramente identificables.

Según Frohike, uno de los amigos Freaks de Mulder miembro de los llamados Pistoleros Solitarios, El Fumador  nació en 1940  (lo que le daría siete años cuando el incidente OVNI de Roswell, sólo por apuntar), huérfano, como todos los héroes y antihéroes de la literatura y el cine, se alistó al ejército, donde coincidió con un tal Bill Mulder, quien le cuenta ilusionado la primera palabra de su hijo: J.F.K. (Fox Mulder ya despuntaba desde pequeño). Spender es llamado por los altos mandos del ejército, quienes le proponen una misión en una escena que nos recuerda mucho a la que Martin Sheen protagoniza al comienzo de Apocalipsis Now. Sin decir nombres, le informan de que su misión consistiría en asesinar a un ciudadano estadounidense, bastante importante al parecer y padre de dos hijos.

Pronto descubrimos que él es el Coco favorito de América, el verdadero asesino del presidente Kennedy, y que, como dicen muchísimas leyendas urbanas, Lee Harvey Oswald sólo era un cabeza de turco. Esto también hace referencia a la peli J.F.K. de Oliver Stone, en quien Expediente X se basa muchísimo. Pero Kennedy no sería el único cadáver que El Fumador dejaría por el camino, ya que cuando Martin Luther King, con su voz de predicador, empezó a arrastrar masas, el FBI, mediante órdenes directas de J. Edgard Hoover, buscó una forma de desprestigiarle. Fue el propio Fumador quien dio la idea de asesinarlo, de buscar a un nuevo culpable que cargase con las culpas y se ofreció a hacerlo personalmente ya que apreciaba demasiado a ese hombre.

El asesinato se llevó a cabo, y un hombre llamado James Earl Ray fue encontrado culpable por el crimen. Como curiosidad, la familia de King siempre defendió a James Earl Ray convencidos de que él no fue más que la víctima de un complot contra el predicador.

Lo que este capítulo viene a decirnos es que existe un gran poder en la sombra, en las altas esferas políticas, que controla todo, que busca mantener un status quo y que no tiene reparos en pasar por encima de seres humanos para conseguirlo. Las muertes de JKF o Martin Luther King no fueron aleatorias, sino que tenían un objetivo. Hombres que prometían una revolución y que pudieron marcar la diferencia fueron espiados por su propio gobierno, tal y como le ocurrió a John Lennon años más tarde, y como le ocurrirá a cualquier persona que destaque y que pueda convertirse o en un líder popular o en alguien a tener en cuenta. El Fumador no es más que una metáfora de que cada vez que se ha recurrido a la sangre, cada vez que se ha disparado un arma y que el mundo se ha vuelto un poco más oscuro, ha habido alguien como él detrás de ello, y que es probable que en el camino le haya devorado por dentro hasta dejar un ser cínico, frío y sin sentimientos. Como parte de la ficción, exploramos que nuestro villano tenía vocaciones frustradas de escritor y volvemos a los guiños al cine con un monólogo sacado de Forrest Gump, solo que muchísimo más deprimente, diciendo que la vida es como una caja de bombones, “algo barato, anodino y superficial que nadie desea que le regalen, y que si la devuelves te dan a cambio otra completamente igual. Te ves atrapado con esas porquerías rellenas de crema de menta que engulles cuando no tienes otra cosa que comer… Bueno, de vez en cuando, encuentras alguno relleno de almendra o de toffe, pero se acaban pronto y su sabor es efímero. Al final solo tienes bombones mordisqueados rellenos de nueces que te destrozan la dentadura. Si tu desesperación te lleva a comerte esos también, te quedas con una caja vacía repleta de inútiles envoltorios de papel marrón.”

En otras palabras, su vida no es más que una serie de actos sin sentido y que amargarían a cualquiera, aunque vemos quizá un pequeño poso de esperanza en él (y algo un poco trágico y patético), cuando en una Navidad, en plena reunión con los servicios de inteligencia, obsequia a los presentes con unas corbatas. Sin embargo, el peso de la realidad es muy grande. Mientras los demás cenan él tiene que reunirse con su compañero (a quien nosotros conocemos como Garganta Profunda) para acabar con un extraterrestre que se ha estrellado en nuestro planeta. Ellos son los hombres en la sombra, los que presencian grandes acontecimientos históricos, pero que permanecerán en el olvido. Se echan a suerte quién apretará el gatillo para cumplir con el Pacto de Silencio que supimos que existía en E.B.E., y descubrimos también que el acto de fumar, aparte de un extraordinario atrezzo que es capaz de decir mucho son la mera presencia de un cenicero en la escena, es también su marca personal, su símbolo de autodescrucción y desencanto con la caja de bombones que le ha tocado vivir.

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Tras eso, ha llegado el momento de conocer mucho más sobre el aceite negro. Se trata de los capítulos Tunguska y Terma, donde volvemos a ver a Alex Krycek. Al parecer, logró escapar del silo de misiles donde le dejaron encerrado y ahora busca venganza contra El Fumador y sus compañeros. Para construir el guión, los creadores de la serie se basaron en otros dos acontecimientos históricos reales a tener en cuenta, y que sirvieron para crear un origen del aceite negro y servir como pilar de esta Guerra Fría silenciosa en busca de una posible vacuna contra sus efectos.

Uno de los elementos principales es el descubrimiento del ALH84001, un fragmento de meteorito que se recuperó en la Antártida y que podría arrojar luz sobre el origen de la vida en la Tierra. Esa roca en cuestión procedería de Marte, de donde salió disparada cuando un gran asteroide impactó contra el planeta rojo, enviándolo al espacio. El ALH84001 vagó a la deriva por el espacio junto con centenares de pequeños fragmentos más hasta que al final fueron atraídos por la gravedad terrestre y se precipitaron sobre nuestro planeta. Lo interesante viene ahora, ya que se descubrió la presencia de pequeños microorganismos en la roca y que podrían  proceder también de Marte, dando una clara prueba de que la vida en La Tierra pudo provenir desde fuera como indica la teoría de la Panspermia. Aunque por supuesto también es posible que los microorganismos fueran de aquí y contaminasen la roca, no estaría mal echarle un vistazo a la foto que un microscopio sacó a los supuestos organismos para darnos cuenta de que su forma de pequeños gusanos es idéntica a la que adopta el cáncer negro. Sumando ese punto de partida (que el aceite negro llegase a nuestro planeta encerrado en un meteorito) a la historia del posible impacto de un asteroide en la región rusa de Tunguska en 1908 y que derribó árboles en un radio de más de dos mil kilómetros cuadrados, sirve para dar a entender que otro asteroide se estrelló en Rusia también conteniendo aceite negro y que es el principal yacimiento de esta sustancia junto con lo que Krycek y Mulder descubrieron en el fondo del mar.

Mulder y Krycek viajan a Rusia siguiendo el contenido de una bolsa diplomática que contiene el aceite negro y que ha salpicado a un científico que trataba de descubrir la procedencia del meteorito que la contenía. Allí, ambos son apresados y enviados a un GULAG, una prisión rusa de trabajos forzados donde Mulder es expuesto al aceite negro junto con otras decenas de prisioneros. El líquido les entra por los ojos, la nariz y la boca, y muchos mueren durante el proceso. Lo que logran sacar en claro es que los rusos trabajan en una vacuna, tal vez al mismo tiempo que los americanos, que ven cómo su trabajo está siendo saboteado. Por supuesto, los rusos son mucho más rudos, cutres y tercermundistas que los americanos, y eso es, al margen de porque a los americanos les gusta retratarlos así, porque su superpotencia cayó en desgracia y fueron ellos quienes perdieron la Guerra Fría. Sin embargo, esta confrontación de relaciones públicas y carreras tecnológicas y científicas parece no haber terminado, y los experimentos continúan. Mulder consigue escapar llevándose a Krycek, pero éste último es apresado por unos prisioneros fugados que se amputan a sí mismos los brazos con la esperanza de que no puedan experimentar con la vacuna en ellos, y le mutilan la extremidad.

Por otra parte, descubrimos que Krycek es en realidad un agente ruso (lo digo por si su apellido no bastaba para que sospechásemos) y que su misión era sabotear los experimentos americanos, dejando así a los rusos como los primeros en esta carrera.

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Leonard Betts es un hombre más, salvo que se alimenta de tumores cancerígenos, y es capaz de regenerarse. Esa idea para un capítulo autoconclusivo nos lleva a un descubrimiento que se dejó un poco en el aire, pero que horas después de la emisión del capítulo generó un aluvión de comentarios en Internet sobre qué significaba eso. Al final, cuando Betts, que se siente atraído por personas con tumores, corre huyendo de los agentes del FBI, se abalanza sobre Scully y le susurra: Usted tiene lo que necesito. De inmediato todos se preguntaban si sería posible que Dana Scully empezase a desarrollar un cáncer, tal y como le sucedió a las otras mujeres abducidas. No creo que exista nada peor en el mundo que la enfermedad, y más una que no se puede curar y que te lleve a un destino final imposible de eludir. Quizá por eso estos capítulos me hacen sentir, y no sólo a mí, un poco incómodo.

El cáncer de Scully es importante, pero no primordial al principio. Tenemos tiempo para recuperar a otro personaje icónico de la serie, el freak Max Fening, un tipo algo loco que estaba convencido de que los extraterrestres nos visitaban, experimentaban con él,  que el gobierno lo sabía y eran cómplices de esas abducciones. Max acaba de fallecer en un accidente aéreo y pronto Mulder empezará a buscar una explicación de por qué Max Fenning querría verle, ya que al parecer también pensaba que no llegaría a salvo a su destino. Aquí vemos un gran despliegue técnico cuando encontramos los restos del avión entre los árboles, y la larga fila de cadáveres dispuesta en línea dentro de bolsas amarillas.

Aunque los militares traten de encubrir todo el asunto, como siempre, Mulder descubre lo que pudo ocurrir a bordo del avión segundos antes de que se estrellara. Al parecer, desde tierra pudieron comprobar cómo el aparato perdía altura. Sin embargo, los relojes de los cadáveres parecen haber estado funcionando durante nueve minutos más. Nueve minutos perdidos que el espectador sabe que son uno de los indicios de una posible abducción extraterrestre. Al parecer, las naves espaciales podrían manipular el espacio y el tiempo, y una de ellas habría interceptado el vuelo de Max Fenning. Max llevaba algo consigo, tal vez una prueba, robada de un lugar donde había encontrado trabajo, de que los alienígenas existían, y el plan de estos seres hubiera sido muy sencillo: abordar la nave, abrirla y sacar a Max a diez mil metros de altura, para más tarde devolverle a bordo, sin que nadie conservara recuerdos de lo ocurrido. El proceso se alargaría durante nueve angustiosos minutos en el que los pasajeros no sabrían qué estaba pasando y aguardarían en silencio y sin atreverse a mover, pero antes de que el proceso estuviera completado, una nave militar interceptó el OVNI, derribándolo también y haciendo que perdiera el control sobre el avión de pasajeros, provocando que se estrellara y matara a sus ocupantes. Lo que Max llevara no es importante para la trama, pero sí lo es para él como personaje, y nos da un poco de lástima saber que si alguien como él existiera realmente y estuviera en lo cierto, se le trataría como a un loco.

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En Small Potatoes, vemos que varios niños del mismo pueblo han nacido con una particularidad física: tienen cola. Y el culpable resulta ser un solo hombre capaz de cambiar de forma ya que puede mover todos los músculos de su cuerpo, y aprovecha que es un negado para las mujeres para hacerse pasar por sus maridos, de ahí que sea el padre de todos los niños. Incluso, se transforma en Mulder y trata de ligar con Scully, estando a punto de conseguir el primer beso de la serie para desesperación de los fans, aunque el auténtico Mulder los interrumpe oportunamente. Zero Sum nos pone a Skinner como protagonista absoluto, de hecho, el capítulo está dedicado en memoria del padre del actor Mitch Pileggi. En teoría, cuando Mulder descubrió el cáncer de Scully, supo al igual que ella que el Fumador estaba detrás, y concertó una cita con él. Skinner le persuadió, diciendo que hacer un trato con El Fumador era como firmar un trato con el diablo, pero lo que no le dijo es que él mismo se ofreció a trabajar para él a cambio de una cura, lo que le obliga a eliminar pruebas sobre experimentos con las abejas que tienen lugar en una escuela pública. Experimentos que parecen ser una evaluación de cómo van sus trabajos hasta el momento en relación a esas intrigantes abejas. Además, el capítulo sirve también para darnos a entender que prácticamente todo el reparto que pase por Expediente X (hombres y mujeres) sentirán una gran atracción sexual hacia Scully, y el lampiño director adjunto Skinner no es una excepción.

El final de la cuarta temporada sería un punto de inflexión en la vida de nuestros agentes. Hasta ahora, Mulder ha sido el creyente y Scully la escéptica, pero estamos a punto de hacerlos cambiar. El descubrimiento de un supuesto cuerpo alienígena enterrado en el hielo en las montañas de Canadá puede ser una prueba concluyente que demuestre que hay vida más allá de nuestro planeta. Mulder acude a buscarlo, pero un agente del gobierno llamado Michael Kritschgau se pone en contacto con él para contarle algo que a Scully le parece muchísimo más razonable. Según él, Mulder ha sido la víctima de un trabajo de propaganda que buscaba evitar que la gente se preocupara por los asuntos del gobierno. Aviones experimentales que el público creía que eran OVNIS, fotos trucadas, cuerpos alienígenas creados en laboratorios como Quimeras, seres que son una amalgama de distintos animales, (esto tiene una pequeña base real, es cierto, pero entra dentro de lo ufológico y no es del todo comprobable, así que lo pasaré por alto) todo para que él y otros como él se dejasen arrastrar por las fantasías desviándolos de la realidad. Incluso, llega a decirle que la enfermedad de Scully se la inocularon a propósito para hacerle creer. Todas estas revelaciones, sumadas al hecho de que Mulder ya ha perdido bastante en su lucha personal, hace que se suicide.

O no. Porque si lo pensamos bien, es una tontería como una catedral pensar que alguien se va a creer eso. Quiero decir que quizá funcione desde un punto de vista argumental, pero son ya cuatro temporadas viendo extraterrestres, así que Chris Carter y los demás nos disculparán si no nos lo tomamos en serio. Eso, sumándose a que David Duchovny era el protagonista, hacían poco creíble un final así, pero el suspense del suicidio sirvió para el alto entre temporadas. En Redux I y II descubriremos que Mulder se defendió de un agente del gobierno que les espiaba y que intentó matarlo, y que usó su tarjeta de identificación para infiltrarse en el Departamento de Defensa.

Allí, y gracias a un monólogo que parece haber sido firmado por los creadores de Metal Gear, Kritschgau, nos suelta un montón de información a bocajarro, explicándonos que la guerra es la principal fuente de ingresos de los Estados Unidos, y que los OVNIS y las historias sobre abduciones extraterrestres fueron un invento militar pensado como cortina de humo para desviar la atención sobre vuelos experimentales. Incluso, podemos llegar a acordarnos de cierto capítulo de tono humorístico donde unos pilotos militares simulaban abducciones disfrazados de extraterrestres, pero que luego eran abducidos por un supuesto alienígena real. Además, secuestros como los de Scully serían parte de ese mismo programa de investigación y desarrollo de armas bacteriológicas que implicaban la experimentación con ciudadanos estadounidenses.

Mientras estás viendo esto, sabes que todo es mentira. No sé si los guionistas esperaban que el público se creyera esta versión, o simplemente que asumiera que los militares y los invasores estaban confabulados. Pero es que a la vez que ocurre todo esto, con escenas en las que aparecen miembros del Sindicato, ya sabemos que los alienígenas existen. Eso no tiene ningún sentido más que hacer dudar a Mulder, o tal vez enredar innecesariamente la historia. Al margen de eso, el capítulo hace un claro homenaje al bautizo de la película El Padrino, mientras los conspiradores se preparan para ejecutar al Fumador, a quien ya vemos que une un vínculo muy fuerte no sólo con la madre de Fox Mulder, sino con él mismo, y los agentes del FBI se preparan para desenmascarar a un cómplice que ese grupo tiene infiltrado en la agencia. Con unas voces en off machaconas, reiterativas y empalagosas, Mulder y Scully nos van haciendo partícipes de sus descubrimientos, que incluyen un chip que insertado bajo la piel de la nuca de Scully, podría curar el cáncer que se adivina como Terminal.

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La quinta temporada también sirve para hablarnos de la formación no sólo de los Expedientes X, o de uno de los primeros trabajos de Bill Mulder en el terreno “paranormal”. También podemos conocer cómo se reunieron por primera vez Los Pistoleros Solitarios, distintos trabajadores del sector de la electrónica que conocen a una mujer llamada Sussane Modeski, que les utiliza para destapar una conspiración del gobierno. Aquí, el Señor X sigue vivo y es el responsable de alcanzarla, lo que deja a nuestros tres personajes unidos y determinados a sacar a la luz los oscuros asuntos del gobierno. Es curioso que Modeski les cuente de una forma bastante lógica todo lo que ella sabe sobre documentos secretos, técnicas de espionaje militar y demás, y que cuando ellos lo repiten, todo suene demasiado atropellado o incoherente, lo que les da algo de encanto. Además, también sabemos que el nombre de su grupo proviene por el nombre que se acuñó al asesino de Kennedy, “el tirador solitario”, y que la revista que imprimen se conoce como “La Bala Mágica”, debido a la teoría de que fue una sola bala quien acabó con la vida del presidente de los Estados Unidos y causó además heridas a sus acompañantes en una trayectoria que sólo se puede denominar, curiosamente, como “mágica”. Frohike, Langly y Byers serían secundarios adorables que darían apoyo a Mulder y Scully cuando sus investigaciones entrasen en un punto muerto, y que se acabarían ganando tal cariño por parte del público que acabarían incluso contando con su propia serie de televisión y que contó sólo con trece capítulos, alguno de ellos tan memorable como aquel en el que el trío protagonista descubría un plan llevado a cabo por el gobierno de los Estados Unidos para estrellar un avión contra las Torres Gemelas de Nueva York y así tener una excusa para acusar a un país extranjero y tener un motivo para declararles la guerra, beneficiándose así con la venta de armas. Este episodio se estrenó seis meses antes del 11 de Septiembre de 2001, y es, posiblemente, una muestra más de que la realidad puede superar a la ficción.

Una de las grandes diferencias entre los capítulos que afectan personalmente a Mulder y los que lo hacen a su compañera reside en que los primeros son técnicos y políticos, los segundos, puramente emocionales. Mientras que Redux ha hecho hincapié en todos los trapos sucios del gobierno, Christmas Carol y Emily son oníricos, abstractos y, sinceramente, parecen estar llenos de incoherencias. La historia se centra en que Dana Scully recibe una llamada de su hermana muerta, que le pide que proteja a una niña, lo que le lleva hasta Emily, que podría haber sido hija de Melissa y que se ha quedado huérfana. Sin embargo, tras hacerle unas pruebas de ADN queda claro que Emily es hija de Dana, cosa que no parece lógica ya que ella no ha dado a luz. Emily parece ser resultado de la investigación con los óvulos que se le extrajeron a Scully durante su abducción y que ha dado como resultado una niña enferma que quizá podría ser un híbrido entre humano y extraterrestre, pero que antes de arrojar luz sobre el motivo de su existencia acaba muriendo. En general, estos capítulos no aportan gran cosa a la trama, y acaban por resultar demasiado empalagosos, que no ñoños.

Los híbridos entre humano y extraterrestre han sido una constancia en la serie, pero hasta el momento todos han sido defectuosos. Podemos distinguir a un híbrido o un clon porque su sangre suele ser tóxica y verde, mientras que algunos extraterrestres como el Cazarrecompensas, tiene además la capacidad para cambiar su apariencia física. Esto es lo que sabemos de momento, pero pronto la historia comenzará a embrollarse cuando descubramos que no hay una, sino varias especies alienígenas disputándose el control del universo y, más concretamente, la de esta pequeña parcela que es nuestro planeta.

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La introducción de Cassandra Spender, y del tramo final de la temporada, nos desvela que ha estallado una guerra ahí fuera. Al parecer, un grupo de hombres sin rostro ha quemado vivos a varios hombres y mujeres que aseguraban haber sido abducidos. El suceso se repite en varias partes del mundo en lo que parece ser un suicidio colectivo perpetrado por una secta que adora a los OVNIS, pero Cassandra Spender, una mujer que se presenta a sí misma como embajadora de los alienígenas en nuestro planeta y que busca transmitir un mensaje positivo sobre su presencia, asegura que se trata de otra cosa.

Según ella, ha aparecido un grupo de rebeldes que se oponen a la colonización, y que se caracterizan por llevar el rostro desfigurado para evitar contagiarse con el virus del aceite negro. Ellos se están encargando de eliminar a grandes grupos de abducidos, que se sienten llamados a determinados lugares comunes de abducción, como al que fue Duane Barry, o al que la propia Scully acabará acudiendo como impulsada por algo que proviene de su implante. Estos “faros” son sitios de elevada actividad OVNI, portales donde los invasores recogían a sus víctimas, pero los rebeldes están tratando de eliminar todas las pruebas de su trabajo. El Sindicato descubre esto a través de Alex Krycek, que ha abandonado a sus compañeros rusos llevándose consigo una débil vacuna con la esperanza de poder venderla. Krycek y Marita Covarrubias planean dividirse los beneficios, pero ella le traiciona y acaba contagiándose por el virus.

El Sindicato, pues, con la vacuna en su poder, ha de pensar en los siguientes movimientos. Sus planes se nos descubren de la siguiente forma: cuando los invasores les dieron el feto alienígena para experimentar con él en busca de un híbrido que sobreviviese a la invasión (y así, seleccionar a varios humanos como esclavos), el Sindicato empezó a desarrollar en secreto una vacuna con la esperanza de destruir al invasor, un movimiento arriesgado que puede irse al traste ahora que los rebeldes amenazan con eliminarlos a todos.

Casandra y Scully se ven acorraladas por los rebeldes, pero son testigos de cómo los invasores entablan una batalla con ellos, lo que les acaba salvando la vida a ellas dos y a varios abducidos más. Mientras tanto, aparece el hijo de Casandra, un joven agente del FBI llamado Jeffrey Spender, bastante arrogante y que tiene una muy mala opinión de Mulder, y a quien responsabiliza de que su madre se encuentre en peligro. Sin embargo, la quinta temporada se caracteriza también por darnos la vuelta a los personajes y darnos a entender que Scully es la creyente en los alienígenas, mientras que Mulder está amargado y desencantado con su trabajo y rechaza de pleno todas las pruebas que se le presentan. Eso no evita que, cuando un joven niño llamado Gibson Praise, un maestro del ajedrez, sobrevive por poco a un asesinato, crea de inmediato en la posibilidad de que ese chico sea capaz de leer el pensamiento, y que tendría una parte muy especial de su ADN activo.

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La teoría sería que muchos seres humanos tenemos partes de nuestro cuerpo o nuestro material genético que se encuentran adormecidos (sin ir más lejos, tenemos músculos capaces de mover nuestras orejas pero se encuentran atrofiados) pero en el caso de Gibson, están activos. Gibson podría ser un salto evolutivo, la muestra de que podría ser medio alienígena y que, por consiguiente, todos podríamos serlo gracias a un rastro en nuestro ADN de esencia extraterrestre.

El Fumador, que logró escapar a sus asesinos y que es devuelto a la actividad por Krycek, se ve capaz de eliminar el problema del niño. Y eso hace con endiablada precisión. Pasando por encima de la presencia de la petarda de Diana Fowley, una agente del FBI que aparece de la nada y de la que descubrimos que tuvo una relación con Mulder antes de que Dana Scully entrase a trabajar en los Expedientes X (atentos a los celos de Scully, quizá la vez que más claramente veamos algo de sentimientos sexuales entre ellos), logra hacer que Jeffrey Spender haga quedar mal a Mulder por sus teorías conspiranoicas y además se lleva a Gibson para ponerlo en manos del Sindicato. Además, entra en los Expedientes X y prende fuego a todas las oficinas salvando únicamente el dossier sobre la hermana de Mulder. Una última revelación nos desvela que Jeffrey es en realidad, el hijo del Fumador, y que él se encarga de hacerle ascender en el seno del FBI sin que lo sepa.

Con los expedientes destruidos y el trabajo de cinco años perdido para siempre, sumándose a conversaciones con el director Skinner acerca de cuáles son los planes a largo plazo de Fox Mulder, la serie parecía encaminar lo que bien podría haber sido su final. Con un pico de creatividad que continuaba en ascenso gracias a capítulos como Post Modern Prometheus, Bad Blood o incluso Chinga (escrito por Stephen King y que aunque no es ninguna maravilla, al menos deja unas cuantas imágenes cómicas como son los lápices en el techo del despacho de Mulder o sus sutiles referencias a su afición a la pornografía o a que es al igual que Sherlock Holmes: un hombre que se aburre cuando no tiene nada que hacer) la idea de una película parecía pensada como colofón final de la serie, algo que respondería a todas las dudas y que tenía pinta de hacerlo de forma espectacular y sin concesiones. Fight The Future sería la primera incursión de los Expedientes X en las salas de cine, y dividiría al público no por su calidad, sino por su argumento y porque lejos de significar el final, marcaría un nuevo comienzo y un punto de inflexión que cambiaría desde la iluminación hasta las localizaciones y la forma de entender la mitología de la serie.

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