Revista Opinión

Espionaje gubernamental

Publicado el 29 junio 2017 por Jamedina @medinaloera

Espionaje gubernamental

El espionaje contra políticos y comunicadores no es nuevo en Jalisco, en México, ni en el mundo; seguramente se ha practicado desde tiempos inmemoriales en muy diversas latitudes, aunque en los últimos tiempos ha cobrado especial actualidad debido al uso de sistemas sofisticados, el digital entre ellos, para averiguar lo que al gobierno le interesa saber sobre determinadas personas y organizaciones.

Un testimonio de los años 80
A mediados de los años 80 trabajaba yo una tarde en el área de Redacción del periódico “El Informador” cuando recibí una llamada telefónica del licenciado Jesús González Gortázar, líder de la pequeña propiedad agrícola, quien de buenas a primeras empezó a lanzar pestes contra el entonces gobernador de Jalisco, Enrique Álvarez del Castillo, acusándolo de ser un hombre falto de palabra y de pantalones.

–“Usted sabe que yo no puedo publicar esto”, le contesté sorprendido.

–“No, no se lo digo para que lo publique, sino para que se escuche en Palacio Gobierno”, afirmó quien por aquellos días había tenido un serio altercado con el gobernador como consecuencia de unas candidaturas municipales que éste le había prometido y que al fin de cuentas no pudo cumplirle.

Ya desde entonces era del dominio público que en un local improvisado en la azotea del Palacio de Gobierno funcionaba una agencia de investigaciones que se encargaba de averiguar por vías “discretas” lo que al gobierno interesaba.

Veinte años después, durante el régimen de Emilio González, el colega periodista Ildefonso Loza Márquez le preguntó en una ocasión al cardenal arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, si era cierto que él y el gobernador se comunicaban con frecuencia por teléfono para tratar algún asunto. El prelado respondió que sí, pero sólo para concertar alguna entrevista personal, no para tratar por teléfono asunto alguno, “porque hay arañas en el alambre” (sic).

La nota del “The New York Times”
Por lo tanto, no hay gran novedad en el espionaje de Estado que recién dio a conocer el periódico “The New York Times” contra defensores de derechos humanos, activistas y periodistas mexicanos por parte de diversas agencias gubernamentales, no sólo de la Federación, sino también de los estados.

Obviamente, el gobierno se apresuró a desmentir la noticia, diciendo que no hay prueba alguna de que esto ocurra. Sin embargo, el hecho de que sea difícil probar algo como esto, no demuestra su inexistencia.

Lo cierto es que desde hace mucho tiempo se habla de sistemas sofisticados para espiar a personas consideradas peligrosas por grupos gobernantes.

Acciones mal enfocadas
Desde todos los puntos de vista es condenable utilizar medios ilegales para obtener información de índole privada, pero peor todavía es que se utilicen estos métodos contra activistas de derechos humanos y comunicadores que sólo buscan el bien común.

Si el gobierno dispone de los recursos humanos, técnicos y jurídicos necesarios para realizar investigaciones que conduzcan a la prevención del delito, lo deseable sería que los utilizara para detectar a los verdaderos delincuentes y no contra quienes sólo hacen uso de libertades constitucionales en beneficio de la sociedad.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 25 de junio de 2017.


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