Revista Opinión

Esta Constitución no nos sirve

Publicado el 06 diciembre 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Han pasado treinta y tres años desde que se aprobó la Constitución española. Desde entonces ha llovido mucho. Y sin embargo ahí sigue la Carta Magna, sobre nuestras cabezas, sin inmutarse.

Esta ley de leyes nació en un momento difícil, durante la transición de un Estado totalitario a uno democrático, y se aprobó a sabiendas de que era una Constitución de un momento dado, donde lo importante era salir de aquella oscuridad y ver el final del túnel.

Desde entonces sólo se ha corregido por dos cuestiones. Una, por imperativo europeo, para que los residentes europeos no españoles pudieran votar en las elecciones municipales. La segunda, este mismo año, ha sido para que no se pueda aumentar el déficit. Una decisión del gobierno saliente y que ha significado el principio de claudicación del Estado del Bienestar.

Sin embargo, ahí quedan cuestiones pendientes. Por ejemplo, la forma de Estado. La Monarquía entró a capón, y fue una cesión de los demócratas para que una parte de los franquistas se incorporaran a la democracia. Recordemos que el rey actual, Juan Carlos, fue nombrado por el mismo Franco. Pasó el examen dentro de todo el paquete constitucional, como si la forma de Estado pudiera entrar por la puerta falsa, y no debiera votarse en referendo.

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Otra cuestión que merece ser reformada, es la segunda cámara, o sea el Senado. No cumple con las funciones territoriales para las que fue creado y hoy en día es un parlamento inútil, ineficaz e innecesario. O se corrige y se le da competencias, o simplemente se elimina. Hoy sólo sirve como cámara de premio de los grandes partidos a su gente, bien por servicios prestados o porque no entran en las listas del Congreso.

Y qué decir de la ley electoral. Una ley injusta y caprichosa que sirve para beneficiar a los grandes partidos y perjudica a los pequeños con implantación estatal. Llegando a extremos democráticos intolerables. Un escaño a un partido le puede costar diez veces más votos que a otro. Es la hora de corregir esta anomalía democrática. No tiene ningún sentido que la circunscripción sea la provincia, como viene marcado en la Constitución.

También habría que dar un claro impulso a la participación ciudadana. No es posible que el ciudadano tenga que conformarse con votar cada cuatro años. Como también es muy grande el número de firmas que se requieren para las ILP (iniciativas legislativas populares: “referendos”). Hay que buscar cauces de participación, hoy en día, más fácil con la ayuda de Internet. Es  importante que los ciudadanos nos sintamos involucrados y no utilizados sólo cada cuatro años.

Estas cuestiones anteriores y seguramente otras son suficientemente importantes como para reformar la Constitución. Hoy necesita actualizarse, las Constituciones no son libros sagrados, han de responder a las necesidades del momento y de los ciudadanos. Y cualquier modificación, sea la que sea, ha de pasar un referéndum popular, que no ocurra como con la última reforma, la reforma de Los Mercados, la que nos marca un déficit máximo, que ha sido aprobada por la puerta de atrás.

Salud y República


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