Revista América Latina

Esta crisis debemos verla como una extraordinaria oportunidad de profundizar nuestro proceso revolucionario.

Publicado el 08 diciembre 2014 por Jmartoranoster
*JUAN MARTORANO. Negar la tragedia histórica que representa la ausencia del líder de nuestra Revoluciòn Bolivariana, sería una completa estupidez, y debemos reiterar que nuestro proceso revolucionario aún no termina de trascender a una nueva etapa, aún sin Chàvez, y todavía muchos no nos terminamos de reponen a su pérdida. Si nos aproximamos a un concepto de crisis, pues podemos entenderla como una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución ; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físico-químicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución. Las crisis pueden designar un cambio traumático en la vida o salud de una persona o una situación social inestable y peligrosa en lo político, económico, militar, etc. También puede ser la definición de un hecho medioambiental de gran escala, especialmente los que implican un cambio abrupto. De una manera menos propia, se refieren con el nombre de crisis las  o las épocas de dificultades de la crisis. Esto lo resalto, porque vaya lo que hemos tenido que atravesar en año y medio de este proceso sin Hugo Chávez. El primer peligro, el de las oleadas desestabilizadoras y fascistas que han querido dar al traste con nuestra Revolución Bolivariana, y el constante asedio y la conspiración permanente, más contra el Gobierno de Nicolás Maduro, contra la Patria de Bolívar y Hugo Chávez. El segundo peligro es sobre el rumbo como tal que sigue la Revolución. Algunos han señalado que la misma ha entrado en la vía de la Reforma, de la socialdemocracia, de hacer concesiones al enemigo de clase. A eso hay que sumarle un conjunto de decisiones que se toman desde el Alto Gobierno, pero que en la percepción de la gente, y en buena medida así lo creo yo, falta mayor contundencia, mano de hierro, y un verdadero seguimiento a esas decisiones. Por otro lado, también una mayor moralización en las filas que respaldan la Revolución, para acompañar las ejecutorias del Gobierno Bolivariano, además de que aún muchos no se reponen, como señalábamos en párrafos anteriores, a la pérdida del líder, más la decepción en la ejecución e implementación de políticas públicas.Además de ello, aplicar la “mano dura” que no es más que aplicar lo que disponen nuestras leyes para quienes las infringen, además de un riguroso seguimiento de las ejecutorias de las instrucciones que se dan, amén de una vigorosa contraloría social. Y ni hablar de la política comunicacional pésima de nuestro Gobierno. Como lo señaló Oscar Schemel, la gente más que los “Que” de los Decretos con Rango, Valor y Fuerza de Ley producto de la Ley Habilitante, quiere saber los “Como benefician en su cotidianidad estos instrumentos jurídicos, estas decisiones”. Sin duda, hay que mejorar nuestra política comunicacional en ese y en muchos aspectos. Pero, a todos estos elementos que pretenden sintetizar el momento que vive el país, hay que agregarle el agravamiento de las dificultades con la reducción en un 35% de los ingresos de nuestro país, producto de la caída de los precios del petróleo, por las explotaciones de petróleo de esquistos y lutitas, a través del fracking y super fracking implementado en los Estados Unidos. Afrontando el problema de un inexistente aparato productivo, ni público ni privado que satisfaga las necesidades de nuestro pueblo, más algunos maulas que se dicen llamar empresarios, que incursionan en política y que, conociendo los problemas estructurales de nuestro modelo económico, que aún siguen siendo rentístico petrolero, y empiezan a acaparar y especular con los productos, para originar desgaste y malestar contra la Revolución Bolivariana, es algo que no podemos pasar por debajo de la mesa, y señalarlo con todas sus letras, como una verdadera crisis en nuestro país bajo una razón profundamente económica. Por ello, cuando en algunas de sus intervenciones públicas, el Primer Mandatario Nacional, Nicolás Maduro, ha señalado que debemos trabajar mucho más, en el esfuerzo de una verdadera diversificación de la economía de nuestro país, en aras de contar con un modelo productivo socialista que satisfaga las necesidades de nuestra gente no es juego. Sin duda, esa transformación, en la que se tocaran muchos intereses, serán compleja, y no exenta de episodios y momentos verdaderamente duros para nuestro país, pero necesaria si verdaderamente queremos convertir a Venezuela en una Potencia de nuestro continente. Es sorprendente como muchos países han afrontado conflictos bèlicos, han afrontado terribles tragedias naturales, políticas, y sin contar con los recursos con los que si cuenta Venezuela, han sabido salir adelante, a punta de trabajo, de voluntad, de ingenio, de pundonor y de mucho coraje. Ahí esta el ejemplo de la Cuba Revolucionaria y Socialista. Más de sesenta (60) años de bloqueo, y ese país, pese a sus carencias y limitaciones ha logrado superar múltiples coyunturas y sobreponerse a innumerables dificultades. En una oportunidad, vi como un televisor que no tenía buena recepción de señal, un hermano cubano, a punta de mucho ingenio y creatividad con un gancho para guindar ropa, no sólo logró que la tv tuviera señal sino con una calidad de imagen que nada tenía que envidiarle a cualquier televisor plasma de última generación. Debemos trascender en nuestro país la cultura de que papá Estado nos lo dé todo, de que hayan verdaderos empresarios que inviertan de sus bolsillos, más que de las divisas generadas por el petróleo, y de verdad desarrollen un verdadero aparato productivo, y no esta especie de economía de puertos, donde estos señores solamente piden las divisas para traer productos elaborados en otros países. Así no se levanta un país. Pero esta situación estructural de nuestra economía, para los opositores que me leen, no se la podemos imputar al Gobierno de Hugo Chávez y que continúa hoy Nicolás Maduro. Es una de las herencias nefastas del puntofijismo. Por supuesto, los que tenemos responsabilidad como Gobierno, tenemos la obligación de trasformar esa realidad, y de recibir las críticas cuando no se toman las decisiones más adecuadas, pero señalar que somos los únicos responsables, hay un trecho muy largo. ¿Acaso olvidamos lo que nos tocó afrontar en diciembre de 2002 y comienzos de 2003? Nos olvidamos de las kilométricas colas para echar gasolina? ¿Del saboteo en el gas para paralizar por la fuerza a nuestras empresas básicas de Guayana? ¿De la carestía de productos? ¿De que nos quitaron el beisbol? ¿De quien fue la culpa, de Chávez, de Maduro? Lo cierto del caso es que, fue una coyuntura muy difícil, pero la superamos, y en esta oportunidad, sin negar que ahora no tenemos el Gigante Chávez, pero si todos hacemos lo que nos corresponde hacer, también superaremos este difícil trance. No podemos olvidar que han sido 16 años de conspiración permanente contra nuestro pueblo. Y que solamente van mutando y van cambiando las metodologías y alguno que otro actor, pero entendiendo lo que debemos hacer, con mucha entrega, con mucha conciencia, con mucha inteligencia de nuestro cuerpos de seguridad e inteligencia del Estado, y de la mano de nuestro pueblo, sabremos salir adelante. Y ciertamente, en esta nueva conspiración que vive la Patria, los enemigos no sólo están del lado de la MUD, de la derecha exógena o como quieran llamarla. Si nos correspondiera hacer un símil del año 2002 a la fecha, en el primer año que tomamos de referencia, casi no se hablaban de los conspiradores que desde dentro se aliaron con los intereses imperiales para dar al traste con la Revolución: De los Miquilena, de los Rosendo, de los Miguel Dao, de los Camacho Kairuz, de los Vásquez Velasco, de los Usón Ramírez, y de tantos que desde dentro se prestaron para intentar derrocar el Gobierno de Hugo Chávez. Hoy, la situación si bien no es del todo parecida, es muy similar, aunado a la exquisita burocracia dentro de la estructura de nuestro PSUV, que no se cala las colas que si debe hacer nuestro pueblo en muchos establecimientos comerciales, para no recibir los regaños del pueblo que los eligió. Serían muchas cosas que pudiéramos colocar, pero no nos daría tiempo ni alcanzaría el espacio para mencionarlas todas. Pero, cuando se conmemoran dos años en el día de hoy, del último mensaje público del Comandante Eterno y Supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, en este día de Lealtad Absoluta y Eterna y de Infinito Amor, con su fuerza de honor y espiritualidad, para con nuestro Gigante. Donde la derecha creía que el pueblo traicionaría y le daría la espalda a Chávez, con laeclosióndelosfantasmasdesatadosdeladivisiónenelsenodelmovimientorevolucionario,alimentadosporlasoberbia,lasansiasdeprotagonismo,elpensamientolibrescodeciertafracasada “izquierda” tradicionalqueahorasepresentaconnuevosdisfraces.El Comandante dijo entonces: los adversarios, los enemigos del país no descasan ni descansarán en la intriga, en tratar de dividir, y sobre todo aprovechando circunstancias como estas, pues. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad. ¡Esa debe ser nuestra divisa! Mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mi amada Milicia. ¡La unidad, la unidad, la unidad!. ¡Bolìvar y Chàvez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen! ¡Hasta la Victoria Siempre! ¡Independencia y Patria Socialista! ¡Viviremos y Venceremos! *Abogado,Activista por los Derechos Humanos,Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC).http://juanmartorano.blogspot.com/ http://juanmartorano. wordpress.com/  jmartoranoster@g mail .com ,[email protected] ,juan_martoranocastillo@yahoo. com. ar . @juanmartorano (Cuenta en Tuiter). Esta crisis debemos verla como una extraordinaria oportunidad de profundizar nuestro proceso revolucionario.

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