Revista Salud y Bienestar
Aquella consulta era de las que tienen la sala de espera en las inmediaciones de la puerta de acceso, por lo que no resultaba necesario salir a buscar a los pacientes, una situación que -tal y como he manifestado otras veces- me disgusta bastante por cuantas preguntas has de atender en ese impass:
-. Oiga, soy fulanito, me ha llamado ya a mi?
-. Me puede decir por qué hora va llamando?
-. Yo sólo necesito unas recetas, por si me puede Ud. pasar antes... etc.
Estas y un sinfin de situaciones que configuran la gestión de la sala de espera, aunque sin disponer de tiempo para esa u otras responsabilidades porque, ya lo hemos dicho en múltiples ocasiones, por no tener, no tenemos ni el tiempo (no más de 6 minutos por paciente) que sería necesario para pasar una consulta de calidad.
En estas circunstancias resulta cómodo llamar al siguiente, aprovechando la apertura de la puerta y con la salida del paciente anterior:
-. Luisa! pase a continuación!
Después, cuando despacho a Luisa y se dispone a salir:
-. Sotera! pase por favor!
En ese momento Luisa se gira hacia mí y me dice:
-. No, doctor, aunque se podríia decir que sí... Pero realmente soy viuda.