Revista Cultura y Ocio

Este año me toca

Por Calvodemora

Este año me toca
Como todos los hombres de Babilonia he sido procónsul; como todos, he sido esclavo. J.L.B.
Al desafecto que nos tiene la fortuna le echamos siempre en cara lo bien que se porta con nosotros la salud o lo mucho que nos quieren los que tenemos cerca. Nos contentamos con lo primero que tenemos a mano. Así vamos sobreviviendo, soportando las inclemencias del azar, creyendo que en cualquier ocasión esa fortuna nos bendecirá y el cielo será nuestro. Al que no le toca la lotería, a quien no tiene suerte, no se le ve nunca derrotado, no exhibe la tristeza de no haber ganado. Tenemos soberbios mecanismos de defensa. Acuden a socorrernos en cuanto la realidad nos cerca y nos hiere. Que no nos toque, eso de que ninguno de nuestros décimos tuviera los números exactos, informa de una manera de vivir y conforme a ella vivimos. No duele perder porque no entra en lo razonable ganar. He visto en estas fiestas del consumo cosas de lo más variopinto, acudiendo al recetario de refranes, al romancero y hasta a la conjunción arcana de las estrellas para justificar lo esquiva que fue la fortuna. El azar tiene su escritura, esquiva a veces, cruel otras. La forma en que se combinan los sintagmas del azar baila ante nuestras narices y no sabemos llevarle el paso. Al final de todo sobra el concurso de Dios, que entre sus oficios atribuibles no está el de gobernar los euros que guardamos en el banco. Ese es el verdadero dios. El banco es el que observa estas frivolidades del alma capitalista. Lo de los cargantes anuncios vendiendo paz, armonía y solidaridad entre los buenos de corazón cansa mucho. Llega un momento en que uno cree que todo es mentira. Lo ilustra hoy El Roto, con su crudeza habitual, en El País. La suerte es un decorado. La ponen y la quitan. Igual hay un Departamento que legisla el reparto de la fortuna y va dejando aquí y allí rastros de su ministerio, devoto de la lógica y de la simetría. Habría sorteos para casi toda eventualidad. Unos darían la paz; otros, fomentarían la guerra. La vida y la muerte también serían objeto de su dictámenes. El dinero que cae como lluvia en estos días, el que imparte un poco de esa justicia divina de las oraciones, no es seguro que sea ciego. Todo está pensado. Se sabe de antemano a quién agraciará. Antes de que compremos el número, ya hay quien sabe qué historia traerá consigo, qué luz o qué sombra volcará. Todo es un decorado. La suerte no existe. Este año me toca.
Este año me toca

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