Revista Cultura y Ocio

Este jueves.................."argumentos literarios y de otras clases"

Publicado el 24 agosto 2016 por Charo
Este jueves..................
      Este jueves nos convoca El Demiurgo de Hurlingham que nos ofrece 16 "argumentos literarios" para que escojamos el que queramos y lo desarrollemos. La verdad es que casi nos ha dado el trabajo hecho con esa gran imaginación que posee.
     Yo he escogido el argumento nº 7.
      Podéis leer todos los participantes en este enlace: El Demiurgo de Hurlingham

   Lucía y Elena eran dos niñas muy alegres, siempre riendo y contagiando su felicidad a todos los que estaban a su alrededor. Ese día habíamos decidido pasarlo en el bosque de " los enanos" que está a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Bajo los pinos crecen grandes helechos y con ellos hicimos una cama donde descansar. Mientras su madre y yo mirábamos el cielo a través de las copas de los árboles, las niñas decidieron jugar al escondite. Media  hora más tarde, Lucía llegó excitada hasta nosotros con lágrimas en los ojos. No encontraba a su hermana. Antes de que empezáramos a buscarla, Elena apareció riendo como era habitual en ella.

   Unos días después, Lucía comenzó a encontrarse mal. Vomitaba mucho, dormía muy poco y cuando lo hacía se despertaba sudorosa, gritando que alguien le estaba absorbiendo la vida. La llevamos a todo tipo de médicos aunque ninguno supo decirnos la enfermedad que aquejaba a nuestra hija, pero su deterioro aumentaba cada día delante de nuestros ojos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo. A los cuatro meses, nuestra pequeña Lucía moría consumida, su escuálido cuerpecito apenas tenía piel y huesos.
   Mientras tanto, su hermana Elena, tal vez incapaz de asumir la pérdida, parecía no sentir afección alguna a nivel emocional ni físico, todo lo contrario, cada vez estaba más hermosa y con más vitalidad. Lejos de alegrarme, comencé a sentir que algo no iba bien, pero entonces fue su madre la que acaparó toda mi atención. Rota de dolor, comenzó a padecer los mismos síntomas que nuestra adorada hija, llegando incluso a decir, en su delirio, que era Elena la que había matado  a su hermana y que ahora continuaba con ella.   No sé de donde saqué las fuerzas para empezar de nuevo con el calvario de visitar a un montón de médicos que tampoco solucionaron nada, pues otra vez a los cuatro meses el Señor se llevó a mi querida esposa.    El día que la enterramos, Elena estaba radiante, sin mostrar el más mínimo atisbo de dolor por la pérdida. Ni una sola lágrima cayó de sus fríos ojos azules, antes dulces y soñadores.    Ahora, lo sé. Ahora que soy yo el que sufre  los mismos síntomas, ahora que soy yo el que se consume, sé que Elena no regresó del bosque aquel día, porque lo que está aspirando  mi vida a los pies de la cama no es Elena. No.  
    

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